**Capítulo 44** "El condenado ruso”

—A nada, solo disfruto de mi desayuno. Es normal que los amargados no sepan apreciar las cosas.

Las facciones de Mikhail se endurecieron. Aunque se esforzaba por mantener su frialdad, su mirada se suavizó por un momento, fascinado por la naturalidad de Anna y el calor que traía a la fría atmósfera de la casa.

—Sabes qué, comeré. Dame un poco — pidió desafiante.

Anna, con una sonrisa burlona, se acercó a él con la intención de darle el trozo de panqueque en la boca, pero cuando sus dedos rozaron los labios de Mikhail, ella desvió la mano hacia su propia boca.

—Oh, has dicho que no desayunas, lo siento —dijo, fingiendo inocencia.

—¡Infantil! — bramó Mikhail, dando la vuelta, avergonzado. Pero sus ojos se encontraron con los de Lucas, quien observaba todo con gran interés y le sonrió.

—Papá, puedes comer mi desayuno —propuso el niño con inocencia.

Antes de que pudieran responder, el timbre sonó.

Anna fue a abrir y encontró al conductor de Mikhail con una hermosa perrita a
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