Amores, gracias por seguir leyendo mi libro. Espero que me dejen muchos mensajes sobre lo que piensan de la historia y este loco rumbo que va a tomar, Un feliz año para todas.
Mis pasos eran lentos, pausados. En realidad no quería llegar a mi oficina. El fin de semana había sido más largo de lo esperado, Julián me informo que se tomaría esos dos días para buscar un apartamento apto para recibir a tamy y que tenía que comprar una cama, juguetes, ropa y cosas para ella. Me pregunto lo que le gustaba, su color favorito y muchas cosas que le respondí enseguida. —Hoy voy a salir un poco más temprano —le informe a mi asistente. —De acuerdo, en realidad solo esta pendiente firmar los documentos para la producción del señor Bustamante y nada más, el señor Sánchez dio el visto bueno y ya firmó. Hice lo que ella me pidió y otras tres cosas más, no tenía cabeza para más cosas del trabajo, porque también estaba Josh ocupando mi cabeza, desde esa noche no habíamos hablado y yo aunque pude llamarlo tampoco lo hice. Porque no sabía que decirle, no sabía que hacer y tampoco tenía idea de que era lo correcto con él. Todo el tiempo pensé que me veía como su amiga y nada
—¿Qué fue lo que pasó? —le pregunté mientras terminaba de ayudarla a acostarse en su cama. —Él... Él llegó molesto y dijo que estabas aquí desde temprano, que no te ibas, que iba a hacer conmigo exactamente lo que me gustaba, que me golpearan, que yo era una zorra y que... —nuevamente se puso a llorar. Su pecho se agitaba con violencia y no paraba de enterrar sus uñas en las palmas de sus manos. Yo mismo la había lastimado, una vez más, le había roto el labio y la cuando vi la sangre brotar me sentí el más salvaje de todos, mi pecho dolió tanto que tuve que llorar sobre su cabeza mientras no me miraba. Fueron unas lágrimas un tanto liberadoras para mi, porque me permití sentirme humano y expresar lo que había estado ocultando. —Kikky, descansa yo iré abajo y me encargaré de que todo quede en orden. —No es necesario, puedes irte, yo lo haré mañana. —Tú solo... descansa. —¿Lloraste? ¿Estabas llorando cuando me abrazaste? Me quedé en silencio, ella lo notó pero no estaba segura.
Abrí mis ojos y Kikky continuaba enredada entre mis brazos, mire la hora y me di cuenta que no aún era de madrugada, las 3 y media de la mañana. ¿Por qué estaba despierto si estaba entre los brazos de Kikky? Si tal vez era por la lluvia que arremetía afuera contra el asfalto y golpeaba las ventanas creando una melodía que para muchos podría ser relajante y los ayudaría a conciliar el sueño, pero para mi, aquel sonido, solamente era el recuerdo de una tragedia, era el recuerdo del dolor, traía a mi mente todo lo que pude haber evitado y no me esforcé en lo más mínimo. Pero al mismo tiempo esa noche allí de pie frente a la ventana viendo caer la lluvia y con Kikky en la cama, extrañamente vestida, me di cuenta que por más dolor que trajeran los recuerdos y la culpa, Kikky estaba conmigo.¿Eso me hacía peor persona? ¿O simplemente estaba respondiendo a mis sentimientos actuales? Sin embargo no borraba el recuerdo de Victoria, ella estaba presente en cada paso que daba, desde su muerte
Mis ojos estaban hinchados, me estaba mirando al espejo y sabía que el dolor físico lo iba a superar pero el dolor de los acontecimientos de esa noche, no. Luego de la narrativa e ilustrativa historia de Julián, nos quedamos dormidos nuevamente, yo enredada en sus brazos y calor. Algo que no quería que se volviera costumbre, tenía miedo. Pero al mismo tiempo me sentía feliz allí.Sin embargo, mirarme al espejo y ver los golpes, hizo que mi atención se concentrará en los eventos de esa noche. Mi labio estaba partido y mi mejilla un poco roja y un poco morada. ¿Cómo le iba a explicar a Tamy aquello? ¿A Josh? ¿En la oficina? Todo eso y más cosas rondaban por mi cabeza, preguntas, planteamientos, miedos, las cosas inconclusas sobre la paternidad de Julián. Estaba cansada, no quería lidiar más con tantas cosas que al final de cuentas yo misma había causado.Aunque lo de Erick no era culpa mía, pues su comportamiento nunca me dictó que fuese un hombre agresivo, ni violento y verlo tan tra
—Quiero que te quedes conmigo una eternidad. —Te vas a aburrir —le dije sonriendo mientras le daba una cucharada de helado.—¿De ti? Estoy segura de que no. —¿Por qué estás tan segura? —Porque desde que te conozco, cada día me has enseñado cosas nuevas. No podía evitar encontrar un poco de sensualidad en esa palabras, era cierto que a Kikky le había enseñado muchas cosas, entre esas sobre el sexo. Y cada vez que abría su dulce boca, yo quería… cogerla duro. —Me haces daño, niña. —No me digas niña, ya no lo soy. La estaba mirando desde una posición difícil para mi, su trasero estaba desnudo y expuesto, su rostro sobre mi pecho y nuevamente le daba una cucharada de helado. Helado que podría hacer rodar por sus piernas y pechos, lamer y comer directamente de ella, pero ya había tenido una dosis de sexo y no quería interrumpir nuestra tranquila conversación. —¿Me quieres en tu vida? —Siempre —le conteste y acaricie sus mejillas. —No es cierto. No siempre lo has querido. Me reí
Estaba nadando en placer, en sexo, en pasión, en un arcoiris de colores y quería creer que estaba nadando en Julián, con Julián y para Julián. No había forma de ocultar mis sentimientos por él y no tenía ganas tampoco, sería doloroso que todo acabara de repente, que todo se fuese al traste en menos de un segundo, que sus besos por mi cuerpo fuesen sólo una ilusión o un sueño.Sin embargo ese hombre estaba a mi lado con su rostro hundido en mi pecho y dormido. Aún sentía cada una de las palabras de su historia susurrando en mis oídos. Tal vez estaba demasiado metido en contarme cada detalle, pero yo también estaba concentrada en las expresiones de su rostro, estaba concentrada en la manera en la que contaba la historia que hasta ese momento no existía para mi. Al menos su versión.Porque aquella ocasión la recordaba bien, pero no sabía que para él había significado o representado tanto, en el justo momento en el que caí enferma simplemente creía que su molestía era porque no podía f
—¡Más... Josh... Por favor!—¡Jo.der, me encantas! —estaba penetrando a esa chica como si no tuviese un final, la había conocido pocas horas antes en un restaurante, estaba aburrido y le di mi telefono.Cómo siempre la llamada llegó pronto y yo solo tuve que darle la dirección de mi apartamento. Llegó sin ropa interior y... sin ropa. Solo traía un abrigo que cubría su cuerpo y unos tacones rojos que contrastaban perfectamente con esa gabardina. Se me seco la garganta, pero me lance sobre ella sin remedio.—Mmmmm, eres... salvaje.Poco o nada me gustaba que las chicas hablaran cuando tenía sexo, pero es que esta tenía algo que me gustaba, sus labios, sus ojos, me estaba absorbiendo.—Yo...—Shhhhh.La senté en el sofá y le abrí las piernas, metí mi boca de lleno en su humedad y jugué mucho allí, sus gemidos, sus manos tirando de mi pelo y mis manos apretando sus muslos, todo era excitante y delicioso.Pero no dejaba de ser nada más que sexo, no había nada más que el placer de correrme
Mirar a Kikky a los ojos era la única cosa que yo necesitaba para saber que todo estaba bien, ella tenía ese poder de definir mi día con una sonrisa y ahora estaba Tammy que trepaba sobre la incómoda cama de mi amada cada mañana en busca de un abrazo de mi parte.—Sabes que no voy a resistir mucho más esto.—¿De qué hablas? —preguntó risueña, logrando que su respiración volviera a la normalidad.—En un par de minutos esa pequeña va a entrar como un torbellino se va a abalanzar sobre mi y mi pobre espalda ya no puede más.—Pero eso es porque eres un anciano, no porque mi cama sea incómoda —se estaba levantando de la cama cuando la tome con fuerza y la pegue a mi pecho.—¿Entonces te parezco viejo? —la bese—. Porque hace un rato te escuchaba gemir como si...—Cómo si me gustara —su nueva carcajada me irritó.—Estas probando mis límites, Kikky.—Esos ya los conozco.Después de esa honesta respuesta la pegue a mi pecho y la abracé con fuerza. Era obvio que mi falta de límites, la había da