El hombre no sube, se mantiene lamiendo con verdadero ahínco el centro de María Isabel, que tira una y otra vez de él sin conseguir alejarlo de su centro. La está enloqueciendo, pero cuando lo invitó tenía en su mente que la penetrara como aquella primera vez que tanto recuerda y revive en sus noches de deseos.—Sube, por favor —suplica—¿Segura?… —pregunta al tiempo que le pasa su lengua de abajo hacía arriba por su centro y le succiona su botón haciéndola estremecerse completa —. Disfruta bella, no tenemos prisa, déjate llevar, luego… —¡Sube…! —casi grita tirando de él, para luego en una súplica rogarle—.Ven por favor… Te quiero dentro de mí, te he estado soñando todos estos años, y no quiero esperar más, por favor entra dentro de mí como la primera vez, lo deseo con toda mi alma, es lo que necesito ahora. Luego puedes hacerme lo que quieras, ¿sí? Y tira de él por su cabeza, que lo hace dejando un reguero de besos húmedos por el hermoso cuerpo de ella, que se arquea abriendo sus
Evelin ha recorrido toda la casa de su padre en busca de Gabriel, hasta que el doctor Rossi le dice donde se encuentra su esposo y la lleva para que vea. Ella no tenía conocimiento de que existiera un escondite como ese. Entra y se lo encuentra todo sudoroso trabajando. —¿Gaby, no piensas salir de este cuarto? —pregunta en lo que observa todo a su alrededor. Gabriel sonríe satisfecho con el trabajo que ha realizado. Y comienza a enseñarle todo lo que ha hecho. Ha instalado nuevas pantallas, también puso un nuevo circuito por toda la casa. Luego le pide su opinión de lo que debe colocar dentro del lugar. Evelin lo mira sin entender a que se refiere.— ¿Qué quieres decir amor?— Eve, estamos preparando esto, por si nos tenemos que esconder algún día aquí, por muchos días —le explica de nuevo ante los ojos asombrados de Evelin—. Así que amor ayúdame a pensar qué más puedes necesitar.—Bueno está bien, ya veo que pusiste una nevera, también tiene baño, y ese closet para guardar la comi
Rossi está feliz de poder contar sobre esa época de su vida. Le cuenta que su abuelo le había dejado mucho dinero, y tenía las tarjetas siempre. Su papá, ni siquiera revisaba las cuentas, solo ponía más dinero en ellas al igual que su abuelo.— ¿Pero y la abuela papá, parece que ella era la más recia de los dos? — pregunta Evelin.—Mamá a veces me peleaba, porque yo regalaba mucho dinero —cuenta sonriente y agrega—. Pero mi papá, la mandaba a callar y ya. El dinero era de papá y mío.— ¿Qué quieres decir? ¿La abuela, no era de una familia rica también? —pregunta ahora Salvatore. El doctor se sienta frente a ellos y dice de una manera pensativa que su padre la había traído una vez que se fue de viaje. Ahora que lo piensa, nunca supo de donde era su mamá, porque era huérfana. Eso fue lo que le dijo una vez que le preguntó sobre su familia. — Vaya papá, tu vida está llena de misterios —dice Salvatore e indaga—. ¿Entonces le diste dinero a ese tío, para que convirtiera sus terrenos en
Están todos expectantes alrededor del cofre, sin saber qué decir o hacer. Se ha abierto completamente, revelando un enorme fajo de cartas.—¡Son las cartas que mamá te escribía! —exclama Salvatore, reconociendo la letra de su madre.—¡Sí, hermano mío, las hemos encontrado! —dice Evelin sonriente, extendiendo su mano para tomarlas— ¡Ahora mamá se convencerá de que papá le decía la verdad!El doctor Rossi se ha quedado sin palabras. Si antes le dolía que sus padres no lo perdonaran, ver el enorme fajo de cartas de Elvira, escondidas por su madre, le ha destrozado el corazón por completo.Un gran sollozo escapa de lo más profundo de su ser, sin poderlo impedir. Está arrodillado junto al cofre, mirando las cartas en las manos de Evelin. Sus ojos derraman lágrimas rápidamente, sin poderlo evitar.—¡Papá! —exclaman al mismo tiempo Salvatore y Evelin, corriendo para abrazarlo.—¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? —pregunta una y otra vez el doctor Rossi, en medio de los brazos de sus dos hijos.—¡
El doctor Rossi, sintiendo que es un hombre muy feliz y a la vez observando lo que le robó su madre al ocultarle las cartas de Elvira, contesta. —Elvi, eres la mujer más hermosa de mi vida, siempre lo haz sido y lo serás —¡Papá, que yo soy tu princesa! —exclama Evelin en forma de broma para relajar el ambiente, ya que no se le escapó cómo el semblante de su padre volvió a ensombrecerse.—Ja, ja, ja, ja... No te pongas celosa, Eve. Es verdad, eres mi princesa, pero Elvi es mi reina —ahora sí ríe emocionado el doctor al ser abrazado y llenado de besos por su hija de un lado y Elvira del otro.—¿Y yo dónde quedo entonces? —pregunta Salvatore, uniéndose a la broma también.—Tú, hijo mío, eres mi hermoso príncipe —responde Elvira, riendo feliz. La escena es más de lo que el doctor Rossi alguna vez imaginó que viviría. Tiene al amor de su vida a su lado y, al otro lado, a sus dos hijos y su futuro nieto. Forman la familia que siempre quiso tener y, al percatarse de tal hecho, se deja lle
El joven se monta en su auto y comienza a conducir. Está muy nervioso, sabe que hoy se juega su felicidad y la de su hijo. Se dirige a su casa en las afueras, está muy asustado de cómo pueda reaccionar María Isabel cuando le cuente toda la verdad. Le dirá todo, no le ocultará nada. Quiere empezar con ella, si lo acepta, de una manera limpia. Sin secretos.Sí, le dirá todo. Se repite una y otra vez, tratando de convencerse a sí mismo. Mientras maneja un lujoso auto azul oscuro rumbo a donde está María Isabel. Al llegar, se detiene antes de apretar el botón que abre el garaje. Respira hondo varias veces y entra, mientras se dice a sí mismo:"Vamos, que no se diga, no tengas miedo. Llegó la hora de la verdad. ¡Hoy, o la ganas o la pierdes!"Llega y al abrir la puerta, la abre con su llave y es recibido con alegría por su pequeño hijo Piero que viene corriendo a su encuentro gritando.—¡Papá, papá! — Lo toma en sus brazos y lo estrecha fuertemente, mientras mira la cara sonriente de María
La conversación entre María Isabel y Filipo de pronto revela una mezcla compleja de verdades, secretos y emociones ligadas con acciones pasadas que han afectado profundamente la vida de ambos. Ella lo observa fijamente no queriendo creer en lo que le sigue contando Filipo.—Me pidió dinero muchas veces y quería pagarme de esa manera. Con tu virginidad —le cuenta muy serio. —Yo…, yo acepté.—¡¿Y sabías que era yo, Chuki?! ¿Ibas a hacerlo sabiendo que era yo? —pregunta María Isabel furiosa, gritando. No le cabe en su cabeza que el niño que siempre ha mantenido en su corazón como lo más puro, noble y honesto haya hecho algo como eso. —No te voy a mentir, sí, sabía que eras tú, María Isabel. Precisamente acepté porque eras tú. Quería sacarte de ese mundo de drogas —confiesa Filpo y continúa—. Pero me arrepentí a tiempo, sentí que no era la forma correcta de hacerlo. Di la vuelta para marcharme y buscar otra manera de ayudarte. Pero cuando estaba dejando el lugar, tú te montaste en mi
María Isabel lo mira y comienza a defenderse. Le explica cómo su padre la coaccionaba, amenazándola con dar a Piero en adopción y desaparecerlo si no cumplía sus órdenes. Le prometía que, si obedecía, le permitiría llevarse a Piero a casa. Estaba desesperada por tener a su hijo con ella y le aterraba la idea de que su padre cumpliera su amenaza.—Cuando era más joven, me negué a seducir a Gabriel como mi padre quería, porque lo apreciaba mucho —dice María Isabel, con la voz quebrada por el llanto—. ¡Me resistí cada vez que papá intentó obligarme a hacerle algo malo! Pero no sabía qué más hacer para tener a Piero conmigo. ¡Para protegerlo de papá! Por eso acepté involucrarme con Gabriel, pensando que él me ayudaría a proteger a Piero, que sería un buen padre para él. Así que no me juzgues, Filipo. Por mi hijo, soy capaz de hacer eso y mucho más. Quería que Gaby lo protegiera de papá cuando conociera toda la verdad. ¡Lo hice todo por mi hijo, créeme, no me siento orgullosa de mis acc