121. MARIA ISABEL.

El joven se ha quedado mirando fijo a Maria Isabel como si no comprendiera a cabalidad lo que ella le había pedido toda ruborizada. Ella baja la cabeza y se abraza de él de nuevo que le devuelve el abrazo todavía sin poder creer que haya entendido bien, y cuando cree que escuchó mal. María Isabel le vuelve a preguntar.

— Por favor, ¿puedes dormir conmigo esta noche? Todavía estoy muy asustada de lo que me sucedió —agrega escondida en su pecho.

—¿Quieres que duerma contigo? —pregunta todavía dudoso —. ¿Estás segura?

—Sí, estoy todavía tan asustada, que no puedo dormir. No quiero despertar a mi nana ni a Piero —y separándose para mirarlo a los ojos pregunta—. ¿No quieres?

— Nada me haría más feliz que dormir contigo —responde muy serio y va a seguir argumentando, pero Maria Isabel no le da tiempo y dice rápidamente.

— Entonces vamos.

Tira de él por la mano, que aún se ve que está indeciso, pero la sigue. Abre la puerta del primer cuarto y se introduce en él, mirando todas las bolsas
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