El joven se monta en su auto y comienza a conducir. Está muy nervioso, sabe que hoy se juega su felicidad y la de su hijo. Se dirige a su casa en las afueras, está muy asustado de cómo pueda reaccionar María Isabel cuando le cuente toda la verdad. Le dirá todo, no le ocultará nada. Quiere empezar con ella, si lo acepta, de una manera limpia. Sin secretos.Sí, le dirá todo. Se repite una y otra vez, tratando de convencerse a sí mismo. Mientras maneja un lujoso auto azul oscuro rumbo a donde está María Isabel. Al llegar, se detiene antes de apretar el botón que abre el garaje. Respira hondo varias veces y entra, mientras se dice a sí mismo:"Vamos, que no se diga, no tengas miedo. Llegó la hora de la verdad. ¡Hoy, o la ganas o la pierdes!"Llega y al abrir la puerta, la abre con su llave y es recibido con alegría por su pequeño hijo Piero que viene corriendo a su encuentro gritando.—¡Papá, papá! — Lo toma en sus brazos y lo estrecha fuertemente, mientras mira la cara sonriente de María
La conversación entre María Isabel y Filipo de pronto revela una mezcla compleja de verdades, secretos y emociones ligadas con acciones pasadas que han afectado profundamente la vida de ambos. Ella lo observa fijamente no queriendo creer en lo que le sigue contando Filipo.—Me pidió dinero muchas veces y quería pagarme de esa manera. Con tu virginidad —le cuenta muy serio. —Yo…, yo acepté.—¡¿Y sabías que era yo, Chuki?! ¿Ibas a hacerlo sabiendo que era yo? —pregunta María Isabel furiosa, gritando. No le cabe en su cabeza que el niño que siempre ha mantenido en su corazón como lo más puro, noble y honesto haya hecho algo como eso. —No te voy a mentir, sí, sabía que eras tú, María Isabel. Precisamente acepté porque eras tú. Quería sacarte de ese mundo de drogas —confiesa Filpo y continúa—. Pero me arrepentí a tiempo, sentí que no era la forma correcta de hacerlo. Di la vuelta para marcharme y buscar otra manera de ayudarte. Pero cuando estaba dejando el lugar, tú te montaste en mi
María Isabel lo mira y comienza a defenderse. Le explica cómo su padre la coaccionaba, amenazándola con dar a Piero en adopción y desaparecerlo si no cumplía sus órdenes. Le prometía que, si obedecía, le permitiría llevarse a Piero a casa. Estaba desesperada por tener a su hijo con ella y le aterraba la idea de que su padre cumpliera su amenaza.—Cuando era más joven, me negué a seducir a Gabriel como mi padre quería, porque lo apreciaba mucho —dice María Isabel, con la voz quebrada por el llanto—. ¡Me resistí cada vez que papá intentó obligarme a hacerle algo malo! Pero no sabía qué más hacer para tener a Piero conmigo. ¡Para protegerlo de papá! Por eso acepté involucrarme con Gabriel, pensando que él me ayudaría a proteger a Piero, que sería un buen padre para él. Así que no me juzgues, Filipo. Por mi hijo, soy capaz de hacer eso y mucho más. Quería que Gaby lo protegiera de papá cuando conociera toda la verdad. ¡Lo hice todo por mi hijo, créeme, no me siento orgullosa de mis acc
En esa época, ansiaba encontrar a alguien sincero que me amara de verdad. Estaba muy dolida por la pérdida de mi adorada madre y necesitaba mucho amor. Confiaba en ti y te amaba desde niña Hubieras sido justo lo que necesitaba, Chuki. Cuenta ella con nostalgia recordando lo difícil que había sido para ella la pérdida no solo de su querida madre, sino de sus amorosos abuelos en un solo día.—Perdón por no haberlo hecho —se apresura a decir Filipo—. Pensé que estabas enamorada de Román.—Nunca lo estuve, ni siquiera me gusta —confiesa ella con franqueza.—¿Entonces por qué estabas con él? —Filipo no puede ocultar el celo que le provocaba verla en brazos de Román en la escuela.—Era un arreglo: yo le daba dinero y él me proporcionaba drogas —revela María Isabel con sinceridad, sintiendo que puede confiar en su primer amor como cuando eran niños. Está muy feliz de haberlo reencontrado y de que él sea el padre de su hijo—. Me hacía compañía, nada más. Permitía que dijera que éramos novios
Gabriel había seguido todas las indicaciones del doctor Rossi y, para alegría de su esposa, pudo acompañarla para darle la bienvenida a su querido amigo Oliver. Evelin miraba ansiosamente a su amigo desde la distancia y, al bajar del helicóptero, gritó emocionada para encontrarse con Oliver, quien daba saltitos en el lugar y luego corrió para abrazarla.— ¡Oli, qué bueno que viniste! No sabes cuánto te he extrañado —ambos se abrazaron felices.— ¡Eve, pero qué linda estás! ¿Sabes cuánto te he extrañado también? —contestó Oliver emocionado de ver a la que consideraba su única familia y hermana—. ¡Debiste traerme contigo cuando viniste, si no llega a ser por mi nueva amiga Salvi, no sé qué hubiese sido de mí!— Me parece que ya debes soltar a mi esposa —dijo Gabriel seriamente separándolos. Al ver que Oliver llenaba de besos a Evelin, quien los devolvía feliz, no pudo evitar sentir celos.— ¡Oye, que la conocí primero que tú! —replicó Oliver, quien conocía a Gabriel porque Evelin se lo
Los dejan en las habitaciones y bajan las escaleras con una sonrisa. Evelin está rebosante de felicidad.— ¿Te hace tan feliz que haya venido, Eve? —pregunta Gabriel.— Sí, Gaby, no te lo voy a negar —contesta Evelin sin poder dejar de sonreír ante la felicidad que la embarga—. Me hace realmente feliz verlo. Es como un hermano para mí.— Me doy cuenta, Eve. Me alegra —dice Gabriel contento de ver a su esposa tan feliz—. Ahora vamos, que tenemos que trabajar. Tengo todo muy descuidado.— Vamos. Gabi, estaba pensando en el dinero que tenía tu papá. El tío Romano me dijo que lo llevaste al banco —hablan mientras se dirigen al despacho.Gabriel informa a Evelin que con ese dinero pagó los salarios de sus obreros y las cosas más urgentes. Se habían puesto al día con todo y finalmente ya no debían nada. Evelin respira aliviada mientras le pregunta qué hizo con el dinero que le confiscó a los ladrones. Gabriel confiesa que no lo ha tocado, ya que tienen que esperar el juicio.— Gaby, ¿quiere
Retrospectiva. Filipo camina de un lugar a otro nervioso en un parque cerca de la casa del doctor Rossi, espera a Salvatore al que le ha pedido que se reúna con él en el lugar. Por fin lo ve llegar y correr preocupado hacía él. — Ya estoy aquí Filipo, ¿para qué me necesitas? —preguntó preocupado Salvatore al llegar extendiendo su mano que Filipo estrechó efusivamente.— Gracias por venir Salvatore y disculpa por llamarte con tanta urgencia, pero necesito de tu ayuda —dijo muy serio Filipo.— No hay problema, para eso somos mejores amigos —contestó Salvatore realmente preocupado—. ¿Dime, en qué puedo ayudarte?— Primero sentémonos y deja que te cuente algo que solo yo conozco y ahora tú, para que me entiendas —le indicó Filipo un banco.— No es necesario que me cuentes nada, mi amigo —se apresuró a decir Salvatore tomando asiento al lado del nervioso Filipo—. Yo te voy a ayudar, sin necesidad de saber nada.— Permite que lo haga Salvatore, por favor. Necesito compartir este peso en
Gabriel mira a Evelin hablar por teléfono. De repente, el rostro de su bella esposa se llena de terror mientras grita con desesperación:—¡¿Qué quiere decir con eso?! ¿Qué le hizo a mi padre? ¡Oiga! ¡Oiga! —Evelin suelta el teléfono y va a salir corriendo, pero Gabriel la detiene.—¿Qué pasa, amor? ¿Quién era? ¿A dónde vas? —y la toma de la mano, impidiendo que se aleje.Evelin lo mira con lágrimas corriendo por sus mejillas y una expresión de terror desconcertante. Entre sollozos, tratando de soltarse, le dice que alguien tiene a su papá y la está amenazando con hacerle daño si no va de inmediato.—¡Suéltame! ¡Tengo que ir a salvar a papá, Gaby! —le suplica, intentando liberarse, pero Gabriel la toma firme por los hombros, haciendo que lo mire.—¡Eve, tu papá llevó a tu mamá a descansar y luego iba a estar con Salvatore en el despacho! —le recuerda.—¿Estás seguro? ¿No salió? ¡Papá! ¡Papá! —grita Evelin y sale disparada hacia el despacho. Al ver a su padre, se abraza a él llorando de