Rossi está feliz de poder contar sobre esa época de su vida. Le cuenta que su abuelo le había dejado mucho dinero, y tenía las tarjetas siempre. Su papá, ni siquiera revisaba las cuentas, solo ponía más dinero en ellas al igual que su abuelo.— ¿Pero y la abuela papá, parece que ella era la más recia de los dos? — pregunta Evelin.—Mamá a veces me peleaba, porque yo regalaba mucho dinero —cuenta sonriente y agrega—. Pero mi papá, la mandaba a callar y ya. El dinero era de papá y mío.— ¿Qué quieres decir? ¿La abuela, no era de una familia rica también? —pregunta ahora Salvatore. El doctor se sienta frente a ellos y dice de una manera pensativa que su padre la había traído una vez que se fue de viaje. Ahora que lo piensa, nunca supo de donde era su mamá, porque era huérfana. Eso fue lo que le dijo una vez que le preguntó sobre su familia. — Vaya papá, tu vida está llena de misterios —dice Salvatore e indaga—. ¿Entonces le diste dinero a ese tío, para que convirtiera sus terrenos en
Están todos expectantes alrededor del cofre, sin saber qué decir o hacer. Se ha abierto completamente, revelando un enorme fajo de cartas.—¡Son las cartas que mamá te escribía! —exclama Salvatore, reconociendo la letra de su madre.—¡Sí, hermano mío, las hemos encontrado! —dice Evelin sonriente, extendiendo su mano para tomarlas— ¡Ahora mamá se convencerá de que papá le decía la verdad!El doctor Rossi se ha quedado sin palabras. Si antes le dolía que sus padres no lo perdonaran, ver el enorme fajo de cartas de Elvira, escondidas por su madre, le ha destrozado el corazón por completo.Un gran sollozo escapa de lo más profundo de su ser, sin poderlo impedir. Está arrodillado junto al cofre, mirando las cartas en las manos de Evelin. Sus ojos derraman lágrimas rápidamente, sin poderlo evitar.—¡Papá! —exclaman al mismo tiempo Salvatore y Evelin, corriendo para abrazarlo.—¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? —pregunta una y otra vez el doctor Rossi, en medio de los brazos de sus dos hijos.—¡
El doctor Rossi, sintiendo que es un hombre muy feliz y a la vez observando lo que le robó su madre al ocultarle las cartas de Elvira, contesta. —Elvi, eres la mujer más hermosa de mi vida, siempre lo haz sido y lo serás —¡Papá, que yo soy tu princesa! —exclama Evelin en forma de broma para relajar el ambiente, ya que no se le escapó cómo el semblante de su padre volvió a ensombrecerse.—Ja, ja, ja, ja... No te pongas celosa, Eve. Es verdad, eres mi princesa, pero Elvi es mi reina —ahora sí ríe emocionado el doctor al ser abrazado y llenado de besos por su hija de un lado y Elvira del otro.—¿Y yo dónde quedo entonces? —pregunta Salvatore, uniéndose a la broma también.—Tú, hijo mío, eres mi hermoso príncipe —responde Elvira, riendo feliz. La escena es más de lo que el doctor Rossi alguna vez imaginó que viviría. Tiene al amor de su vida a su lado y, al otro lado, a sus dos hijos y su futuro nieto. Forman la familia que siempre quiso tener y, al percatarse de tal hecho, se deja lle
El joven se monta en su auto y comienza a conducir. Está muy nervioso, sabe que hoy se juega su felicidad y la de su hijo. Se dirige a su casa en las afueras, está muy asustado de cómo pueda reaccionar María Isabel cuando le cuente toda la verdad. Le dirá todo, no le ocultará nada. Quiere empezar con ella, si lo acepta, de una manera limpia. Sin secretos.Sí, le dirá todo. Se repite una y otra vez, tratando de convencerse a sí mismo. Mientras maneja un lujoso auto azul oscuro rumbo a donde está María Isabel. Al llegar, se detiene antes de apretar el botón que abre el garaje. Respira hondo varias veces y entra, mientras se dice a sí mismo:"Vamos, que no se diga, no tengas miedo. Llegó la hora de la verdad. ¡Hoy, o la ganas o la pierdes!"Llega y al abrir la puerta, la abre con su llave y es recibido con alegría por su pequeño hijo Piero que viene corriendo a su encuentro gritando.—¡Papá, papá! — Lo toma en sus brazos y lo estrecha fuertemente, mientras mira la cara sonriente de María
La conversación entre María Isabel y Filipo de pronto revela una mezcla compleja de verdades, secretos y emociones ligadas con acciones pasadas que han afectado profundamente la vida de ambos. Ella lo observa fijamente no queriendo creer en lo que le sigue contando Filipo.—Me pidió dinero muchas veces y quería pagarme de esa manera. Con tu virginidad —le cuenta muy serio. —Yo…, yo acepté.—¡¿Y sabías que era yo, Chuki?! ¿Ibas a hacerlo sabiendo que era yo? —pregunta María Isabel furiosa, gritando. No le cabe en su cabeza que el niño que siempre ha mantenido en su corazón como lo más puro, noble y honesto haya hecho algo como eso. —No te voy a mentir, sí, sabía que eras tú, María Isabel. Precisamente acepté porque eras tú. Quería sacarte de ese mundo de drogas —confiesa Filpo y continúa—. Pero me arrepentí a tiempo, sentí que no era la forma correcta de hacerlo. Di la vuelta para marcharme y buscar otra manera de ayudarte. Pero cuando estaba dejando el lugar, tú te montaste en mi
María Isabel lo mira y comienza a defenderse. Le explica cómo su padre la coaccionaba, amenazándola con dar a Piero en adopción y desaparecerlo si no cumplía sus órdenes. Le prometía que, si obedecía, le permitiría llevarse a Piero a casa. Estaba desesperada por tener a su hijo con ella y le aterraba la idea de que su padre cumpliera su amenaza.—Cuando era más joven, me negué a seducir a Gabriel como mi padre quería, porque lo apreciaba mucho —dice María Isabel, con la voz quebrada por el llanto—. ¡Me resistí cada vez que papá intentó obligarme a hacerle algo malo! Pero no sabía qué más hacer para tener a Piero conmigo. ¡Para protegerlo de papá! Por eso acepté involucrarme con Gabriel, pensando que él me ayudaría a proteger a Piero, que sería un buen padre para él. Así que no me juzgues, Filipo. Por mi hijo, soy capaz de hacer eso y mucho más. Quería que Gaby lo protegiera de papá cuando conociera toda la verdad. ¡Lo hice todo por mi hijo, créeme, no me siento orgullosa de mis acc
En esa época, ansiaba encontrar a alguien sincero que me amara de verdad. Estaba muy dolida por la pérdida de mi adorada madre y necesitaba mucho amor. Confiaba en ti y te amaba desde niña Hubieras sido justo lo que necesitaba, Chuki. Cuenta ella con nostalgia recordando lo difícil que había sido para ella la pérdida no solo de su querida madre, sino de sus amorosos abuelos en un solo día.—Perdón por no haberlo hecho —se apresura a decir Filipo—. Pensé que estabas enamorada de Román.—Nunca lo estuve, ni siquiera me gusta —confiesa ella con franqueza.—¿Entonces por qué estabas con él? —Filipo no puede ocultar el celo que le provocaba verla en brazos de Román en la escuela.—Era un arreglo: yo le daba dinero y él me proporcionaba drogas —revela María Isabel con sinceridad, sintiendo que puede confiar en su primer amor como cuando eran niños. Está muy feliz de haberlo reencontrado y de que él sea el padre de su hijo—. Me hacía compañía, nada más. Permitía que dijera que éramos novios
Gabriel había seguido todas las indicaciones del doctor Rossi y, para alegría de su esposa, pudo acompañarla para darle la bienvenida a su querido amigo Oliver. Evelin miraba ansiosamente a su amigo desde la distancia y, al bajar del helicóptero, gritó emocionada para encontrarse con Oliver, quien daba saltitos en el lugar y luego corrió para abrazarla.— ¡Oli, qué bueno que viniste! No sabes cuánto te he extrañado —ambos se abrazaron felices.— ¡Eve, pero qué linda estás! ¿Sabes cuánto te he extrañado también? —contestó Oliver emocionado de ver a la que consideraba su única familia y hermana—. ¡Debiste traerme contigo cuando viniste, si no llega a ser por mi nueva amiga Salvi, no sé qué hubiese sido de mí!— Me parece que ya debes soltar a mi esposa —dijo Gabriel seriamente separándolos. Al ver que Oliver llenaba de besos a Evelin, quien los devolvía feliz, no pudo evitar sentir celos.— ¡Oye, que la conocí primero que tú! —replicó Oliver, quien conocía a Gabriel porque Evelin se lo