¿QUÉ SORPRESA ESPERA A VALESKA? TEORÍAS, DÉJENME SABER SUS TEORÍAS.
Observé por última vez el lugar, seguro de mi decisión. Era tal como nunca lo había soñado, pero si como a ella le gustaría. Mis ojos miraron hacia fuera y pude ver ese verde césped perfectamente podado y los recuerdos de una Valeska tierna y pequeña llegaron a mi cabeza. Mientras la ansiedad me atacaba continuaba firmando esos papeles como un loco maniaco, había enviado el mensaje a Valeska y estaba por salir. Tenía que darme prisa.—¿Estás seguro? —Isak habló cuando faltaba solo una hoja por firmar.—Si, como nunca antes. Y no quiero tus discursos, te lo advierto.—Ivar, no voy a darte un discurso, solo voy a pedirte que pienses bien lo que haces, recuerda que todo tiene consecuencias, aún más las lecturas. —¿Qué locura puede ser esto?—Estás hundiendo las manos en el lodo. —No es así, ella y yo...—Estas confundiendo las cosas, lo de ustedes es un contrato que hace un par de semanas dejó de ser un contrato y lo sabes. —No estoy confundiendo nada, quiero que la verdad salga a l
Nos movimos por el lugar y llegamos a una Isla que había entre la cocina y el comedor, la senté allí y con sus lindas manos abrió mi pantalón y me quito la camiseta. Yo estaba abriendo la champaña porque lo que tenía en mi cabeza dando vueltas lo iba a hacer sin titubeos. —Mierd@ Valeska me la pones dura. —Ivar, yo... —se mordió el labio y arrancó cada prenda que estaba sobre su piel con rapidez y violencia. Aunque no la falda, esa faldita me estaba haciendo fieros desde la mañana y yo solo quería dejarla enrollada a su cintura para perderme duro entre sus piernas. Puse la botella a un lado, la levanté sobre ese frío mármol pues la quería de rodillas, con su rostro pegado a la dura superficie, rasgué la ropa interior de encaje. Una palmada y un gemido. —Eres deliciosa —estaba hipnotizado mirando su intimidad con morbo, deseo, pasión y si, adoración. Tome la botella entre mis manos y bebí un gran sorbo, luego di varios besos por su nalgas y un mordisco, no estaba gimiendo, se
Una mujer puede ser hermosa inclusive en su etapa más madura, pero también puede ser terriblemente rencorosa y malvada.Eso decía mi madre, cuando estaba en sus últimos días de vida.No sabría como explicar lo que sucedió con ella durante esos días, pero se había vuelto más lúcida, o tal vez no era lucidez aquello, tal vez era que ella podía ver la vida con unos ojos que un adolescente como yo aún no podía entender.—¿Estás lista?—No.—Valeska, debemos partir ahora.— Ivar, quiero la verdad. ¿De dónde sacaste dinero para los tiquetes? —¿Tiquetes, dijo? me dio risa su ingenuidad. De verdad que Valeska era una ternura, pero ni por más amor que yo sintiera por ella iba a viajar en un vuelo comercial con gente del común a mi lado. Eso no era algo que me mantuviese humilde. —Estoy cobrando favores, ya te lo dije —deja de mentirle. Me advirtió mi consciencia. —No quiero que...—Te prometo que nada tiene que ver con mis viejas actividades y mucho menos con Joshua.Al fin escuche sus paso
Me fijé en el rostro de Valeska, quería ver su expresión cuando comenzó a ver las dimensiones y opulencia del lugar al que estábamos por entrar, sus pasos se hicieron menos rápidos y estaba mermando la velocidad. —¿Ivar, esto qué… significa? —Vamos —le dije más en una orden, aunque no me gustaba usar ese tono con ella. —Ivar, espera esto… yo no puedo. —Valeska, mi padre tiene mucho dinero, yo también tengo mucho dinero, se que no lo uso y que no lo muestro, ese no es mi estilo, pero tu no mereces menos que esto —le di un beso en la frente—. Acostumbrate a que una mujer como tu, no merece menos que esto que te puedo ofrecer y aún con esto en mis manos, no es suficiente para ti. Sus rubios cabellos estaban desordenados sobre mi pecho, sus ligeros brazos estaban anudados a mi cintura y el calor de su cuerpo estaba encendiendo el mío. Habíamos llegado a la madrugada al hotel y luego de hacer el amor, sin quitarle ese lindo vestido y habiendo dañado las bragas que ya no eran de estrel
El no de mi abuela fue rotundo y yo no esperaba aquella negativa a vivir con nosotros, al principio la pelea duró casi dos horas dentro de la habitación del hospital, se negó a salir de allí si debía vivir con nosotros. —Abuela, no es necesario. —No tengo razones para vivir con ustedes dos. —¿Entonces con quién vas a vivir? —Sola. —Sabes que es imposible, requieren de cuidados especiales. —Yo puedo. —Señora —intervino Ivar, ya muy cansado—, Valeska y yo hicimos todo para que usted esté cómoda. —Y lo agradezco, pero no quiero ser una carga para ustedes. —Le aseguro que no será una carga, todo está listo —la insistencia de Ivar por convencer a mi abuela, me ayudó a relajarme un poco. Pero ella no cedía en nada. —Ustedes están recién casados y no creo que sea prudente que yo... —Tenemos dos enfermeras, una cocinera y una persona encargada de la limpieza, ni usted ni Valeska se deben preocupar por nada —¿en qué momento Ivar contrató a todo ese personal? Lo miré sorprendida por l
—¿Y de tu padre? ¿Lograste despedirte de él? —sentí como el nudo de mi garganta, doloroso, bajo a mi estómago y mi piel se puso fría enseguida, había algo en su pregunta y en su mirada que no me gusto. —Bueno eso fue diferente, fue un accidente.Nos quedamos en silencio, había más dolor en nosotros dos y nuestros pasados del necesario para dos personas tan jóvenes.—Señor, debemos partir —nos advirtió el conductor.—Si, gracias.Ivar pasó su brazo por mi cintura y me dejó caminar delante de él, hasta que escuchamos un grito.—¡Valeska! ¡Valeska! —ambos giramos y vi venir corriendo al hombre que un día fue un chico y trabajaba para mi abuela como su contador personal.—Nick, qué alegría verte —le saludé cuando ya estaba junto a nosotros dos. —Estaba... trabajando y casi no logro llegar a despedirme, vine a visitar a tu abuela casi todos los días, pero nunca estabas —Ivar tomó mi mano, aunque su brazo ya rodeaba mi cintura. Era increíblemente territorial.—Es que estaba en...—Mucho
—Joshua, debe ser una broma —no tenía ganas de discutir con él. —No.—Cho, por favor —dije mirándolo mientras yo fumaba como loco. —No me hace caso —me contestó el asiático mientras terminaba de beber una cerveza. —Es la única manera, Ivar.—No, ya te dije que te puedo dar el dinero y...—¡No quiero el dinero de tu familia! —grito Joshua molesto y rojo de ira. —No es de mi familia, es mío del que he ahorrado con el tiempo —mentí, pero a medias. —Entiendo si ninguno me quiere ayudar, pero yo debo...—No debes, esto lo haces porque eres terco y bruto —Cho se puso de pie, ese hombre era grande, casi tanto como yo—. Prefieres ponernos a todos en riesgo, que aceptar una mano amiga. ¿Y sabes por qué lo haces?, porque sabes perfectamente que no te diremos que no. Ni este salvaje de Ivar, ni yo te vamos a dejar solo nunca.—Cho, por favor, no... —le estaba suplicando a Cho, pero Joshua no daba su brazo a torcer.—No Joshua, te he amado desde el principio, te he respetado y acompañado, cu
Me abrace a su cintura cuando mi cuerpo casi desnudo tocó el colchón. —Llegas tarde —yo la creía dormida. —Joshua —ella sabía a lo que me refería. —Ivar, ya te dije que no es necesario que regreses, ahora gano un poco más y mantendré las alacenas llenas, pagaré las cuentas de la casa y... —¡Ey! nena, no es necesario —acallar sus palabras con un beso y un mordisco en ese hermoso cuello. —Promételo —dijo mientras sabía que estaba mirando al horizonte. —¿Qué? —Que no volverás a pelear, que no te pondrás en riesgo. —Valeska, yo... —Prometelo —su cuerpo se puso sobre el mío y aunque estábamos a oscuras allí en la habitación, podía ver el brillo de sus ojos. Brillo que se podría confundir con unos ojos aguados. —Te lo prometo, no volveré nunca —sellé aquella falsa promesa con un beso. Sus pequeños brazos me rodearon de una forma tierna y sutil, era como si no estuviese conmigo, era más bien que estaba dentro de mi, toda ella estaba invadiendo cada rincón, cada célula de mi ser