Era un color rosado, casi rojo. Sus ojos se veían más claros, casi transparentes y estaban abiertos de par en par, sus manos aferradas por completo a mi camiseta, apretaba con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos. Mis ojos estaban fijos en los suyos, pero no estaba dando paso a ninguna expresión, yo estaba completamente hipnotizado con su mirada. —¿Qué... Qué hicimos? —Su voz era casi inaudible. —Nos besamos. —Me besaste —afirmó enseguida enderezandose. —¿Valeska? —su respuesta no me gustó para nada. Además de una erección. —Ivar, estoy… —No, no mientas, no estás borracha —me adelante a su excusa tonta. Me dio una amplia sonrisa que me volvió loco y no pude evitar lanzarme a sus labios nuevamente. La bese, la estaba besando, al fin sus labios estaban siendo míos y solo míos y entonces algo se activó en mi cabeza, sentía que mis pies estaban flotando, que mi cabeza había estallado en un patético y miserable arcoiris, sentía que mis manos eran como brillantina dorad
Mi estómago parecía envenenado por miles y miles de mariposas color rosa, mi mente no estaba racionando, mi cuerpo mucho menos. El impacto de sus palabras en mí fue brutal, Valeska me deseaba tanto como yo a ella. El beso hizo que mi temperatura corporal subió precipitadamente, mis manos apretaban y amasaban sus nalgas con deseo, su mirada me llevó a un atardecer mágico, sus manos recorriendo mi piel eran como un rosal lleno de espinas de algodón, rasgaba pero no dolía, era encantador. —Eres deliciosa, me encantas—susurre en su oído y ella empujó su pelvis para pegarse más a mi, quería más. Quería ser brusco, el instinto me lo dictaba, quería apretar con más fuerza, presionar, morder, lamer, pero enredados como estábamos y haciendo uso del poco autocontrol que me quedaba, deje con delicadeza su espalda sobre la cama, allí mis labios rodaron por su cuello y deje un camino de besos por las montañas de sus senos, mordí sus pezones por encima de ese hermoso encaje que era el sostén
—Voy tarde, tienes que...—No, te prometo que vamos a llegar a tiempo.—Ayer —mordió mi labio con algo de brusquedad— dijiste lo mismo y… —tenía esa sonrisa a la que no podía decirle que no. Finalmente Ivar me atrapó de nuevo en sus brazos y mi estómago quedó descontrolado, mi risa infantil y mis mejillas sonrojadas, me dejaron expuesta a su voluntad. Luego de estar follando toda la noche, Ivar abrirá sus ojos buscando exactamente lo mismo. Sexo. —En serio, debo ir a trabajar.—No tienes que ir.—Si, mis deudas no se pagan solas y...—Valeska, solo te pido un día conmigo. Nada más —una petición extraña a mi parecer. Desde esa primera noche que pasamos juntos, fue imposible simplemente detenernos y sobre todo separarnos, Ivar dejó de ir a las peleas durante esas dos semanas y cada noche esperaba por mi afuera del restaurante, en las mañanas no alcanzaba a quitarme el casco cuando ya tenía de nuevo sus manos sobre mi piel y la verdad es que luego de esa primera noche no estaba dispue
La vi alejarse de mí lentamente, sabía que mis palabras la habían herido, que había usado las palabras incorrectas y que las palabras a veces eran más duras que un golpe. A las 3 de la mañana yo no podía despegarme de Joshua, sabía que tenía que ir tras Valeska, pero la angustia de verlo casi muerto sobre la mesa no me dejaba, el asiático estaba dormitando en el sofá, pero sabía que tampoco iba a dormir, pude ver la angustia en sus ojos cuando llegó. Mis ojos estaban fijos en la puerta de la habitación en la que Valeska estaba encerrada. No tenía idea si estaba bien, pero podía suponer que mis palabras no fueron de su agrado, sabía que mi furia y todo el desastre que había hecho en la casa la había afectado. ¿Me importaba? No. Era más duro decirlo que pensarlo, pero no quería tener delicadezas con ella, aunque ya me había permitido muchas, de alguna manera sentí la necesidad de que Valeska se desencantara de la persona que soy, tenía que ver mi realidad, mi verdadera cara. —Es
—Valeska, hola —mi jefe me saluda desde la distancia mientras dejaba sobre las manos de Ivar el casco. —Hola, buen... —Valeska —Ivar me llamó y cuando volví mis ojos a los suyos, su mandíbula parecía estar a punto de estallar. Se puso de pie y me miraba desde esa impresionante altura de la que era dueño, se acercó lentamente y tomó mi rostro entre sus manos, me dio un beso y luego su frente sobre la mía. ¿Extraño? Por supuesto que sí, habían pasado 3 días desde aquel horrible incidente de Joshua y aunque esa madrugada conversamos, las cosas estaban extrañas, yo sentía que algo que había dañado, además en secreto había comenzado a buscar un pequeño departamento que pudiese pagar para mi y mi abuela, ya me había llegado el correo con la fecha de su salida y ya había hablado en el trabajo para que me dieran permiso de ir por ella. Era un viaje largo y desgastante, pero necesario, no podía dejar a mi abuela lejos y sola. —¿Qué haces? —pregunte algo inquieta. —Me despido de mi esposa
Observé por última vez el lugar, seguro de mi decisión. Era tal como nunca lo había soñado, pero si como a ella le gustaría. Mis ojos miraron hacia fuera y pude ver ese verde césped perfectamente podado y los recuerdos de una Valeska tierna y pequeña llegaron a mi cabeza. Mientras la ansiedad me atacaba continuaba firmando esos papeles como un loco maniaco, había enviado el mensaje a Valeska y estaba por salir. Tenía que darme prisa.—¿Estás seguro? —Isak habló cuando faltaba solo una hoja por firmar.—Si, como nunca antes. Y no quiero tus discursos, te lo advierto.—Ivar, no voy a darte un discurso, solo voy a pedirte que pienses bien lo que haces, recuerda que todo tiene consecuencias, aún más las lecturas. —¿Qué locura puede ser esto?—Estás hundiendo las manos en el lodo. —No es así, ella y yo...—Estas confundiendo las cosas, lo de ustedes es un contrato que hace un par de semanas dejó de ser un contrato y lo sabes. —No estoy confundiendo nada, quiero que la verdad salga a l
Nos movimos por el lugar y llegamos a una Isla que había entre la cocina y el comedor, la senté allí y con sus lindas manos abrió mi pantalón y me quito la camiseta. Yo estaba abriendo la champaña porque lo que tenía en mi cabeza dando vueltas lo iba a hacer sin titubeos. —Mierd@ Valeska me la pones dura. —Ivar, yo... —se mordió el labio y arrancó cada prenda que estaba sobre su piel con rapidez y violencia. Aunque no la falda, esa faldita me estaba haciendo fieros desde la mañana y yo solo quería dejarla enrollada a su cintura para perderme duro entre sus piernas. Puse la botella a un lado, la levanté sobre ese frío mármol pues la quería de rodillas, con su rostro pegado a la dura superficie, rasgué la ropa interior de encaje. Una palmada y un gemido. —Eres deliciosa —estaba hipnotizado mirando su intimidad con morbo, deseo, pasión y si, adoración. Tome la botella entre mis manos y bebí un gran sorbo, luego di varios besos por su nalgas y un mordisco, no estaba gimiendo, se
Una mujer puede ser hermosa inclusive en su etapa más madura, pero también puede ser terriblemente rencorosa y malvada.Eso decía mi madre, cuando estaba en sus últimos días de vida.No sabría como explicar lo que sucedió con ella durante esos días, pero se había vuelto más lúcida, o tal vez no era lucidez aquello, tal vez era que ella podía ver la vida con unos ojos que un adolescente como yo aún no podía entender.—¿Estás lista?—No.—Valeska, debemos partir ahora.— Ivar, quiero la verdad. ¿De dónde sacaste dinero para los tiquetes? —¿Tiquetes, dijo? me dio risa su ingenuidad. De verdad que Valeska era una ternura, pero ni por más amor que yo sintiera por ella iba a viajar en un vuelo comercial con gente del común a mi lado. Eso no era algo que me mantuviese humilde. —Estoy cobrando favores, ya te lo dije —deja de mentirle. Me advirtió mi consciencia. —No quiero que...—Te prometo que nada tiene que ver con mis viejas actividades y mucho menos con Joshua.Al fin escuche sus paso