XXV
Limpio y siento la punzada en la zona, el lavamanos está cubierto de sangre mi sangre.
No puedo creer en absoluto que esto sea culpa de mi madre, ella no es así, al menos no antes de parar tras esos barrotes. Si, era algo tosca pero no tanto y ni hablar de esos cambios de humor tan horribles que tuvo en el momento, algo deben de estar haciendo para que actúe así.
El agua fría choca de nuevo contra las partes cubiertas de sangre y gimo de dolor, arde y duele como el demonio. Miro con atención ese reflejo en el espejo y realmente me sorprende darme cuenta que ya no parezco la misma de hace días, ahora veo que mi rostro a pesar de las heridas y mor
XXVI―Muy bien Vittoria relaja el cuerpo y pon tu mente en blanco...La madre de Erior que resulta ser la psicóloga de la familia, coloca una mano en mi espalda y ayuda a que el cuerpo se acomode sobre el sofá de cuero.En un principio me sorprendió ver fotos de la rubia con la que me topé aquel día de búsqueda por las habitaciones, de Erior, la psicóloga y un hombre de edad avanzada por todos lados pero caí en la cuenta de que la única que no tenía idea de nada era yo.Así que ellos muy bien podían ser una familia feliz y yo, pensaría que era una farsa.
XXVIIDesperté.Estoy empapada en sudor y la cabeza me da vueltas, miro alrededor y veo como la psicóloga con una vestimenta diferente está sentada en frente.—Bienvenida, Vittoria.—Dice colocándose en pie y tomando un vaso con agua para colocarlo entre mis manos— bebe un poco te hará bien.Verónica, Erior, la hermana del ruso y Alan están dentro de la habitación. Consumo con cuidado el líquido y los detallo con la mirada, Erior tiene una escayola en su brazo izquierdo con raspones por el rostro y un ojo morado.
XXVIII—Me temo que la memoria de Vittoria está un poco...— mira por sobre su hombro hasta donde estoy sentada, con los audífonos puestos fingiendo escuchar música— como decirlo de manera sutil...Nos encontramos en el despacho de papá, quien está junto al hermano postizo de mamá sentado en una silla de rueda, tratando de vender la mentira barata del fallo de memoria que se inventó la psicóloga.—Mm...— coloca el dedo en su barbilla y hace una mueca con el rostro, fingiendo preocupación, de no saber que está actuando me lo creería—es probable que no podamos recuperar todo lo que ha perdido pero s&iac
XXIXLa mesa está servida, el sonido de los cubiertos chocando contra los platos es lo único que se escucha.Las chicas comen con gracia y delicadeza, los chicos en cambio con total bestialidad. Papá se concentra cada que come y en este momento parece el hombre más vulnerable del mundo, Verónica parece una niña tonta que mira bajo la mesa cada un minuto para revisar el teléfono.Saco el mío con cuidado y lo coloco en silencio.Lo dejo entre el medio de mis piernas y mando el mensaje a quien deseo, recuerdo bien el número del hombre que lleva los casos de las chicas que estudiaron en el mismo instit
XXXSiento el cuerpo liviano, y creo ver un deje de luz al final de un camino estrecho que está delante de mí. No sé si seguir por ahí o quedar estancada aquí donde estoy, inhalo profundo el aroma a regaliz que hay en todo el ambiente, las paredes se empiezan a acercar y me da pánico.Corro en la única dirección que veo disponible para escapar, llegó al final del camino y un vacío es lo que visualizo. Las paredes están por aplastarme cuando opto por saltar a aquel vacío y caer...Abro los ojos y miro alrededor, la cabeza me duele un montón y por instinto llevo las manos a ella. Tengo vendas bien sujetas,
XXXIDespierto a mitad de la madrugada y lo primero que veo es a ella, observando atenta a través de la ventana con la mirada cargada de sentimientos y paz.Rasco mi nuca porque me pica un montón debido a las vendas, antes de sentarme en la orilla de la cama y tratar de conversar.Se nota serena y resplandeciente, hermosa como siempre.— ¿Mamá?Sonríe sin girar a verme, su rostro está iluminado por la luz de la luna y su cabello rubio baila al compás del viento. Me habría gustado parecerme tan siquiera un poco a ella, para recordarla en todo moment
ITenía por fin un sueño profundo. Uno de esos que no tenía en meses desde que iniciaron las fuertes jaquecas.Sentía la brisa helada colarse por bajo de la manta, enfriando mis pies, entumeciendolos.Un silbido por lo bajo se escuchaba al fondo. Y entonces, cuando estaba en mi mejor momento, sucedió.La lámpara que acostumbro a colocar cerca de la mesita de noche que está a escasos centímetros de la ventana, sonó. Pero no como de costumbre, esta noche no.Se quebró.
II— ¡Lana vas a llegar tarde!Lana Odette Roswell Vanstick, ese es mi nombre.Chica promedio. Malas calificaciones, una sola amiga de la cual tengo semanas sin saber por ir de viaje con su familia al extranjero, de cabello color negro y ojo café ¿Más común?, no; no pude ser.Corrí por la pequeña sala de mi casa hasta llegar a la cocina, mi madre cuyo nombre es Louisa de cabello color marrón claro y ojos verdes me espera con su mirada fulminante y entrecejo fruncido.— ¿Que te he dicho sobre la primera impresión? — dice al