SOY ALANA DENARO. El auto avanzaba por las calles de la ciudad, y Alana miraba por la ventana, tratando de calmar el tumulto de emociones que la agitaba por dentro. Las palabras de Ángelo resonaban en su mente:Ángelo, sentado a su lado, la observaba con una expresión indescifrable mientras exhalaba el humo de su cigarrillo. La forma en que la miraba, con esos ojos penetrantes y esa sonrisa apenas perceptible, la hacía sentir como si él ya hubiera descifrado cada uno de sus pensamientos más profundos. Cada vez que ella intentaba entender sus intenciones, se encontraba en un laberinto de incertidumbre.—Hoy es un día importante, Piccola —dijo finalmente el hombre, rompiendo el silencio—. No solo porque comenzaremos con la transferencia de las acciones de tu familia, sino porque empezarás a entender lo que significa estar casada conmigo.Ella no respondió, limitándose a mantener la mirada fija en el paisaje que pasaba rápidamente por la ventana como si lo ignorara, pero su mente estaba
RUCHINA WITHAM. La mujer dejó escapar una risa corta, sin humor, y luego se cruzó de brazos.—Puedes llamarte como quieras, pero no cambiarás lo que eres. Eres y siempre serás una Duncan, y eso es algo que no puedes borrar —Su voz era cortante, llena de odio, apenas contenido y Alana pensó que Ángelo le había dicho demasiado.—¿Quién eres? —preguntó, tratando de mantener la calma a pesar de la hostilidad que sentía.—Ruchina Witham —respondió la mujer, con una sonrisa gélida—. He estado al lado de Ángelo desde antes de que tú siquiera imaginaras su existencia. Si no te ha hablado de mí, es porque no lo ha creído conveniente, pero imagino que, en algún punto, conocerás nuestros lazos.Las palabras de Ruchina eran como veneno, y Alana sintió que cada una de ellas clavaba un dardo en su pecho. Estaba claro que esta mujer sabía mucho más de lo que estaba dispuesta a revelar, y que su relación con Ángelo era mucho más profunda de lo que parecía.Ella le ponía unos cincuenta años. Pero eso
NO TE LE ACERQUES.Ángelo se encontraba en su despacho, mirando el jardín, mientras la iluminación hacía de esta noche tranquila, un poco más amena y no tan rutinaria. Tomó de su trago y se desajustó la corbata mientras podía recordar varias escenas del día.“No actuaré como un títere, te equivocas conmigo” El día había sido largo, su esposa de papel a veces le provocaba muchas cosas, pero no las que él había tenido en mente. Caminó rodeando el escritorio y luego se recostó en la silla para escuchar los toques en la puerta, y vio a su hermana Ivy entrar.—¿Duplicaste la seguridad? Solo tiene 22 años, ¡por Dios…!Ángelo chasqueó la lengua.—No es lo que parece. En conclusión, una malcriada.—Es la consentida de la familia, ¿qué esperabas?—No me hagas recordarte cosas —Ivy tomó el aliento y se sentó frente a él.—Debes descansar, has estado muy tenso. Necesitas relajarte, hermano.Ángelo la miró y suspiró, sabiendo que tenía razón. Estaba estresado, y eso no le convenía. Tenía que man
PLAN.La advertencia de Ángelo resonó en la sala como un golpe, dejando a Ruchina momentáneamente sin palabras. Su mirada, que había sido seductora y calculadora, se endureció al recibir la orden que no esperaba. Durante años, había estado cerca de Ángelo, involucrada en sus planes y negocios, pero nunca lo había visto tan protector, casi posesivo, con alguien como lo estaba siendo ahora con esa mujer.Una mujer que fue elegida a última hora, de acuerdo con el plan que Ángelo había hecho, y aunque Ruchina no sabía por qué el cambio de planes de último momento, anteriormente sabía que Ángelo iba directamente por Isabella.Ella mantuvo la calma exterior, aunque por dentro sentía una mezcla de furia y confusión. Ángelo había cambiado las reglas del juego, y eso no era algo que ella aceptara fácilmente.—¿Y por qué tanta preocupación por una persona que a la final vas a destruir como a todos? —preguntó Ruchina, levantándose de la silla y cruzando los brazos, su tono era desafiante a la au
QUIERO QUE SEPAN LA VERDADAlana observaba el imponente jardín de la mansión Denaro desde la gran ventana de su habitación. Había pasado días caminando por los largos pasillos, sintiendo el peso del encierro cada vez más. La conversación con Ivy, o más bien la falta de respuestas, la había dejado con más dudas y un creciente sentimiento de desesperación. Sabía que estaba siendo vigilada constantemente, pero no podía seguir siendo una prisionera sin intentar algo.Su mente comenzó a trabajar rápidamente, ideando un plan que podría llevarla a obtener las respuestas que necesitaba. Miró una vez más hacia el jardín, donde algunos de los guardias patrullaban las áreas exteriores, y más allá, en la distancia, vio a los reporteros que aún permanecían apostados fuera de los portones de la mansión, esperando cualquier novedad para alimentar los titulares de los tabloides.—Si no puedo salir de aquí, haré que el mundo entre —murmuró para sí misma, mientras un atisbo de determinación se apoderab
QUIERO QUE ME ESCUCHES.Alana seguía con la respiración agitada mientras Ángelo cerraba la puerta de la habitación con un pestillo que resonó en la quietud del espacio. Sentía su corazón acelerado, pero no era solo por la incertidumbre y el miedo a lo que vendría, ella no podía negar que Ángelo Denaro le hacía algo, su boca pegada a la suya, su sabor, definitivamente, le alteraba sus fibras. Su vestido era corto y floreado y se las arregló por unas sandalias de tiras, y dejó su cabello en una trenza. Casi corrió para alcanzar al hombre, no tanto por lo que sabría a continuación, sino por la promesa de que vería a su familia de nuevo.Ángelo, por su parte, se movía con una calma controlada. No mostró ninguna emoción mientras caminaba hacia la salida, y tomaba su teléfono dando instrucciones breves a sus hombres. No era la primera vez que veía a alguien tratar de desafiarlo, pero había algo en Alana que lo intrigaba y lo enfurecía al mismo tiempo.—Vamos —dijo con un tono que no admití
¿HICISTE ESTO?Ángelo observaba la escena con una frialdad calculada, y no movió ningún dedo para detener, cualquier cosa de lo que Isabella iba a decir. Sin embargo, la mirada de su hermana seguía quemándolo, pero ella debía aprender, también, que nadie podía compadecerse de nadie.Alana miró a su familia. Su padre, Oliver, se encontraba tenso, intentando mantener la compostura, mientras William parecía estar atrapado entre el arrepentimiento y la desesperación. Isabella, por su parte, había tomado la iniciativa, acercándose a Alana con una expresión de dolor sincero.—Alana… —La voz de Isabella era suave, casi quebrada. Ella tomó la mano de Alana con una determinación, forzándola a mirarla a los ojos. La calidez de su toque contrastaba con el frío ambiente—. Escúchame, por favor —siguió Isabella, mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas. Ella estaba desesperada por hacer que Alana entendiera, por mostrarle que, a pesar de todo, había una verdad que valía la pena con
ME ARREPIENTOAlana permanecía de pie, con la mirada fija en la puerta que se había cerrado tras Ángelo y los demás. El silencio en la habitación era casi ensordecedor. Cada fibra de su ser estaba en tensión, atrapada entre el amor por su familia y la decepción que ahora se revelaba ante ella.Isabella, con los hombros caídos y las lágrimas deslizándose por sus mejillas, finalmente alzó la mirada hacia Alana. Sus ojos eran un reflejo de la culpa, el arrepentimiento y un dolor profundo que había estado ocultando durante años.—Alana… —su voz era apenas un susurro, quebrada por la emoción—. No tienes idea de cuánto he querido protegerte de todo esto, de cómo intenté mantenerte lejos de esta… situación, cuando mamá se fue —ella se calló y Alana pasó un trago—. Todos tenemos un pedazo de culpa aquí. Papá, mamá, William, yo misma, pero no tú. Y he fallado. .Alana apretó los puños, luchando por mantener la compostura. Quería abrazar a su hermana, pero desde hace un tiempo, ella simplemente