—Él no te va a recuperar, princesa—me promete Iván.—Suéltame.Saca su arma y la apunta a mi cabeza.—Ahora ven, o volaré tu linda cabecita en pedazos.*****AlessandroVeo a Iván empujando a Minerva con una pistola apuntada a su cabeza, y corro. Corro con toda la fuerza que puedo reunir. No sé de dónde vienen, porque Dios sabe que mi cuerpo todavía está débil, pero estoy corriendo. Me muevo con un objetivo en la mente. Necesito recuperar a mi esposa.Eric y los hombres de nuestras hermandades combinadas me siguen, despejando el camino a través de los hombres de Iván y cubriéndome mientras corro por el pasillo. También lo hacen los hombres del Cártel que me juraron lealtad.Observo a Iván apurar a Minerva hacia afuera y lo sigo.Están muy por delante de mí, lo que me coloca en directa desventaja. Salto por las escaleras y continúo corriendo, persiguiéndolos por el césped. Se dirige a la cascada.Toma un conjunto de escaleras, y puedo ver por qué fue por ese camino. Hay un puente allí.
EpílogoMinervaTres meses después…Nos casamos de nuevo ayer y llegamos a nuestro destino de luna de miel esta mañana.Bora Bora se ve tan hermoso como cualquier protector de pantalla que haya visto.Lo que es más hermoso es el hombre frente a mí bajando mis vaqueros por mis piernas mientras me empuja contra la pared de nuestra hermosa casa en la playa.Me río cuando me quita los vaqueros, se quita la camisa para revelar la obra maestra de mi cuerpo y se agacha para besarme los pies. Después deposita una hilera de besos ardientes por mis piernas y hasta mi coño, donde empuja la tela de mis bragas a un lado para poder introducir la lengua en mi pasaje.—Me encanta cómo sabes, en todas partes, Malyshka—murmura.—También me encanta tu sabor—gimo.—Tienes toda la noche para jugar con mi cuerpo. Este es mi momento para complacerte.Levanta mi pierna y me presiona contra la pared para poder seguir comiéndome. Agarro sus anchos hombros, mareada de placer. Codiciosa por más, o cualquier cosa
Espera por míQuerido SandroDebería haberte dicho esto hace mucho tiempo… Querido Sandro¿Hay un tiempo para el perdón?Si lo hay, no creo que haya llegado a ese punto… Querido SandroTodavía te amo…Una carta que nunca envié.Rayos, ni siquiera terminé de escribirla.Sandro Royers era el mejor amigo de mi hermano.Y el hombre más atractivo que había visto en mi vida. Pero él era más que eso.Él jalaba mi cola de caballo, me mojaba la camiseta y me tiraba al lago mientras yo me reía a carcajadas.Fuertes brazos bronceados y ojos aguamarina. Esa sonrisa traviesa y deslumbrante.¿He mencionado que tenía un trasero como para morderlo? Él fue mi primer beso, mi primera vez, mi primer amor.Le dije que lo esperaría…Todavía estoy esperando, porque Taron Rhodes sigue siendo el hombre de mis sueños.Y guardo un secreto que tiene sus mismos ojos aguamarina.Erick Lovers me robó el corazón cuando tenía dieciocho años, empujándome
—Bienvenido, ahora eres el héroe del pueblo —nos llama una voz desde el otro lado de la habitación.—Aún no. —Sawyer se da la mano con un hombre que parece al menos veinte años mayor que nosotros—. ¿Cómo está la cuadrilla este año?—Casi igual que el año pasado. —La voz del hombre es firme y clara, como la de mi amigo. Él asiente con la cabeza hacia un hombre robusto y de cabello oscuro sentado en una cabina al otro lado del camino—. Jay Hidalgo tiene un grupo de buenos trabajadores. Nada más tenemos que arreglar la paga.Luego me mira y asiente—: ¿Qué tal?—Sandro Royers. —Estiro mi mano rápidamente para saludarle.Él me responde el saludo con un firme apretón.—Dutch Hayes. Soy dueño de los cultivos de algodón al este del pueblo y hasta el Delta.—Muy bien. —No tengo idea de cómo responder, pero Sawyer interviene.—Taron es un amigo mío de Nashville. Terminamos el entrenamiento básico juntos.—¿Otro marino, con esa cara?Mi mandíbula se tensa. Ser lo que la gente considera guapo tie
Sus uñas de los pies están pintadas de rojo cereza.Justo cuando estoy a punto de ofrecerle ayuda, ella salta con un pie al borde del mostrador y agarra un plato grande y un tazón, pero deben ser demasiado pesados para ella. Todo parece pasar a cámara lenta.Ella se tambalea y su canción se convierte en un fuerte grito cuando cae hacia atrás.—¡Oh no, no!—¡Noel! —Me lanzo hacia delante y, por algún milagro, ella cae en mis brazos mientras yo acabo de rodillas en el piso.Me inclino hacia adelante, abrazándola. Ambos respiramos rápido, nuestras narices casi se tocan. Sus ojos se abren cuando se encuentran con los míos, dorados como el whisky, creo que algo más está pasando aquí.Inhalo profundamente, me siento rodeado por la primavera y flores. Ella es suave como la seda, sus senos contra mi pecho y sus labios carnosos y brillantes se abren a pocos centímetros de los míos.Podría besarla…—Dios, has caído como del cielo. —Es un susurro entrecortado, un poco áspero y muy sensual.—Hola
Él va para afuera, dejándome en una mesa llena de platos sucios.Taron se sienta y los mira irse antes de volverse hacia mí.Está tan bueno.—¿Siempre son así?Mi ceño se frunce mientras finjo pensar y luego asiento.—Siempre.—¿Entonces preparas el desayuno, se lo comen, te hacen pasar un mal rato y luego te dejan que lo limpies todo?—Bueno, quiero decir, así funcionamos. Yo me encargo de la casa. —Alejándome de la mesa, empiezo a recoger los platos y a llevarlos al fregadero. Detrás de mí, lo escucho hacer lo mismo, me doy la vuelta—. No tienes que…—Vine aquí para ayudar. —Me sonríe otra vez y muerdo mi labio inferior, mirándolo llevar platos sucios, sus anchos hombros estirando su camiseta de algodón. Él debe medir al menos uno ochenta.—Creo que Sawyer espera que ayudes con el trabajo de hombres.—¿El trabajo de hombres? —Su voz cambia—. No esperaba escucharte decir eso.—¿Por qué no? —Mis ojos se entrecierran—. No me conoces, esta es la primera vez que nos vemos.—Cierto. —Asie
—Bienvenido, ahora eres el héroe del pueblo —nos llama una voz desde el otro lado de la habitación.—Aún no. —Sawyer se da la mano con un hombre que parece al menos veinte años mayor que nosotros—. ¿Cómo está la cuadrilla este año?—Casi igual que el año pasado. —La voz del hombre es firme y clara, como la de mi amigo. Él asiente con la cabeza hacia un hombre robusto y de cabello oscuro sentado en una cabina al otro lado del camino—. Jay Hidalgo tiene un grupo de buenos trabajadores. Nada más tenemos que arreglar la paga.Luego me mira y asiente—: ¿Qué tal?—Sandro Royers. —Estiro mi mano rápidamente para saludarle.Él me responde el saludo con un firme apretón.—Dutch Hayes. Soy dueño de los cultivos de algodón al este del pueblo y hasta el Delta.—Muy bien. —No tengo idea de cómo responder, pero Sawyer interviene.—Taron es un amigo mío de Nashville. Terminamos el entrenamiento básico juntos.—¿Otro marino, con esa cara?Mi mandíbula se tensa. Ser lo que la gente considera guapo tie
—Comamos. —Sawyer, como el jefe de la casa ha dado una orden.No estoy aquí para un romance de verano. Estoy aquí para ayudar con la cosecha. En unas pocas semanas, me habré ido, no puedo pasar eso por alto, no importa cuán buena esté la hermanita de Sawyer.—Alabado sea el Señor y pasen los bisquets. —Ella se sienta frente a mí, y esta vez cuando nuestros ojos se encuentran, una pizca de sonrisa se dibuja en sus labios.Nuestras miradas se entrelazan como si compartiéramos un secreto y todas mis buenas intenciones se escapan por la ventana.****NoelCapítulo 2Mierda, Sandro Royers es el hombre más atractivo que he visto y acaba de salvarme la vida. O el cuello.Y con eso también mi dignidad.Ahora está sentado al otro lado de la mesa, y cada vez que levanta la vista, es como si me lanzara en caída libre. Mis pulmones se quedan sin aire y por mi garganta nada pasa.—No puedo venir volando desde la quinta China para visitarte en el hospital. —Sawyer sigue renegando como una vieja—. N