Sus uñas de los pies están pintadas de rojo cereza.Justo cuando estoy a punto de ofrecerle ayuda, ella salta con un pie al borde del mostrador y agarra un plato grande y un tazón, pero deben ser demasiado pesados para ella. Todo parece pasar a cámara lenta.Ella se tambalea y su canción se convierte en un fuerte grito cuando cae hacia atrás.—¡Oh no, no!—¡Noel! —Me lanzo hacia delante y, por algún milagro, ella cae en mis brazos mientras yo acabo de rodillas en el piso.Me inclino hacia adelante, abrazándola. Ambos respiramos rápido, nuestras narices casi se tocan. Sus ojos se abren cuando se encuentran con los míos, dorados como el whisky, creo que algo más está pasando aquí.Inhalo profundamente, me siento rodeado por la primavera y flores. Ella es suave como la seda, sus senos contra mi pecho y sus labios carnosos y brillantes se abren a pocos centímetros de los míos.Podría besarla…—Dios, has caído como del cielo. —Es un susurro entrecortado, un poco áspero y muy sensual.—Hola
Él va para afuera, dejándome en una mesa llena de platos sucios.Taron se sienta y los mira irse antes de volverse hacia mí.Está tan bueno.—¿Siempre son así?Mi ceño se frunce mientras finjo pensar y luego asiento.—Siempre.—¿Entonces preparas el desayuno, se lo comen, te hacen pasar un mal rato y luego te dejan que lo limpies todo?—Bueno, quiero decir, así funcionamos. Yo me encargo de la casa. —Alejándome de la mesa, empiezo a recoger los platos y a llevarlos al fregadero. Detrás de mí, lo escucho hacer lo mismo, me doy la vuelta—. No tienes que…—Vine aquí para ayudar. —Me sonríe otra vez y muerdo mi labio inferior, mirándolo llevar platos sucios, sus anchos hombros estirando su camiseta de algodón. Él debe medir al menos uno ochenta.—Creo que Sawyer espera que ayudes con el trabajo de hombres.—¿El trabajo de hombres? —Su voz cambia—. No esperaba escucharte decir eso.—¿Por qué no? —Mis ojos se entrecierran—. No me conoces, esta es la primera vez que nos vemos.—Cierto. —Asie
—Bienvenido, ahora eres el héroe del pueblo —nos llama una voz desde el otro lado de la habitación.—Aún no. —Sawyer se da la mano con un hombre que parece al menos veinte años mayor que nosotros—. ¿Cómo está la cuadrilla este año?—Casi igual que el año pasado. —La voz del hombre es firme y clara, como la de mi amigo. Él asiente con la cabeza hacia un hombre robusto y de cabello oscuro sentado en una cabina al otro lado del camino—. Jay Hidalgo tiene un grupo de buenos trabajadores. Nada más tenemos que arreglar la paga.Luego me mira y asiente—: ¿Qué tal?—Sandro Royers. —Estiro mi mano rápidamente para saludarle.Él me responde el saludo con un firme apretón.—Dutch Hayes. Soy dueño de los cultivos de algodón al este del pueblo y hasta el Delta.—Muy bien. —No tengo idea de cómo responder, pero Sawyer interviene.—Taron es un amigo mío de Nashville. Terminamos el entrenamiento básico juntos.—¿Otro marino, con esa cara?Mi mandíbula se tensa. Ser lo que la gente considera guapo tie
—Comamos. —Sawyer, como el jefe de la casa ha dado una orden.No estoy aquí para un romance de verano. Estoy aquí para ayudar con la cosecha. En unas pocas semanas, me habré ido, no puedo pasar eso por alto, no importa cuán buena esté la hermanita de Sawyer.—Alabado sea el Señor y pasen los bisquets. —Ella se sienta frente a mí, y esta vez cuando nuestros ojos se encuentran, una pizca de sonrisa se dibuja en sus labios.Nuestras miradas se entrelazan como si compartiéramos un secreto y todas mis buenas intenciones se escapan por la ventana.****NoelCapítulo 2Mierda, Sandro Royers es el hombre más atractivo que he visto y acaba de salvarme la vida. O el cuello.Y con eso también mi dignidad.Ahora está sentado al otro lado de la mesa, y cada vez que levanta la vista, es como si me lanzara en caída libre. Mis pulmones se quedan sin aire y por mi garganta nada pasa.—No puedo venir volando desde la quinta China para visitarte en el hospital. —Sawyer sigue renegando como una vieja—. N
La cabaña del capataz está a unos treinta metros colina arriba de la casa. La puerta se pega un poco, pero Sawyer la abre y cruza para abrir una pequeña ventana.—Está un poco mal ventilado, pero se le pasara pronto. — Abre una puerta estrecha en la esquina trasera—. Baño completo por aquí. Armario por allá.Dejo caer mi maleta, mirando alrededor del pequeño espacio.—No está mal.—Puedes venir a la casa cuantas veces quieras y comerás con nosotros. —Camina hacia la puerta, sus botas golpeando el piso de pino—. Pero aquí tendrás algo de privacidad, sí conoces a alguien o lo que sea.Mi mente trata de desviarse hacia Noel, pero lo entiendo. Relacionarme con alguien, especialmente con la hermana menor de mi mejor amigo, complicaría todo y no vine aquí buscando eso.—Nadie debería meterse con tus cosas, pero por si las dudas. —Él me arroja un juego de llaves—. Ven al área de carga cuando hayas terminado, te mostraré cómo usar el montacargas.Después de eso, se va, y le doy un vistazo ráp
Se da vuelta y comenzamos a bajar la colina de nuevo, hacia la casa.—Realmente no los recuerdo mucho. Solo recuerdo a Sawyer trabajando duro todo el tiempo.—Dijo que tuvo que salirse de la escuela por un año.—Pensó que era más importante mantener las cosas funcionando aquí que terminar el décimo. Fue justo en la mitad de la temporada de siembra. Todo el pueblo se acercó para ayudarnos. Las señoras de la iglesia nos trajeron comida y ropa.Pienso en mi madre, luchando con un trabajo de mesera, haciendo todo lo posible para cuidarme sola en Nashville.—No todos tienen ese tipo de apoyo.—Supongo. —Él se encoge de hombros.—Tu hermano realmente se preocupa por ti, habla de ti todo el tiempo.—¿Entonces, por qué se va? —Me mira a los ojos y veo dolor hirviendo allí.Estamos de vuelta en la casa y elijo mis palabras con cuidado.—Dijiste que ha estado trabajando duro desde que tenía tu edad. Tal vez él quiere hacer algo por sí mismo ahora. Mientras todavía puede.—Sí, bueno, lo necesita
NoelCapítulo 4Lavo la mitad de los duraznos que Leon trajo, los corto en cubitos y los meto al congelador. Los cinco restantes van al procesador de alimentos con miel, ralladura de limón y crema para un sorbete que voy a servir después de la cena.Pongo la mezcla en la máquina de helados y miro colina arriba al gran cobertizo donde pasé la mañana enseñando a veinte chicos el arte de seleccionar los duraznos. Mañana, el equipo de personas del señor Hidalgo llegará al huerto y limpiará los árboles rápidamente, vaciando su arrastre en las cintas mecánicas donde los adolescentes seleccionarán los magullados o los dañados en canastas para hacer mermeladas, conservas, jarabe o helado de durazno.Las frutas intactas se apilarán en cajas, que los chicos más grandes levantarán y transportarán a los camiones que esperan en la plataforma.Taron tendrá que tragarse sus palabras. Brenda Stein, una de las chicas más grandes, quería ayudar a los chicos a transportar cajas a los camiones y le dije
TaronCapítulo 5—La leyenda dice los granjeros freían los pastelillos en los platillos de sus arados. —Tengo las manos llenas de harina de maíz, harina, huevos, azúcar, mantequilla, lo estoy mezclando todo en un tazón.—No vamos a traer un arado a la casa. —Noel está a mi lado partiendo una docena de huevos en un gran tazón blanco—. ¿No vas a batir eso con una cuchara?Hoy lleva otro par de esos shorts y una camiseta sin mangas color beige. Lleva el cabello recogido en una coleta y las puntas bailan en grandes rizos alrededor de sus hombros. Quiero envolver uno alrededor de mi dedo y juguetear con él.—Las cucharas son para principiantes. Ella sostiene un tenedor.—Ni creas que voy a batir los huevos con la mano.—De todos modos, como te estaba diciendo. —La miro fijamente a los ojos, ella rueda los suyos, quiero abrazarla—. Los vamos a freír en una sartén de hierro.Dejando la mezcla en el tazón, me lavo las manos y las seco, lanzando una gota de agua sobre la sartén negra para ver