19. Capítulo

Meto la tarjeta magnética en la ranura, ingreso y desganada llego a la enorme estancia, sobre ese sofá me dejo caer al tiempo que, suspirando, aprieto los párpados. Me acaricio la sien, hay un ligero dolor de cabeza, si no lo ataco ahora, se volverá insoportable en contados segundos. Estoy agotada, sigo escuchando los gritos de las señoras, la pelea que surgió cuando Julia le quitó la camisa de las manos a otra clienta, y por último el vergonzoso instante en que entre el mar de señoras eufóricas, tropecé y caí.

Sí, ha sido un día de locos.

Merezco algo extra de dinero por este día de mierda. Ruedo los ojos.

"Papá" leo en la pantalla de mi teléfono. Tomo el aparato, descuelgo la llamada.

—Padre, ¿cómo estás?

—Clarita, te aviso que voy a internarme este lunes en el centro de rehabilitación. Quiero que nos veamos, ¿podrías venir?

Después de una asfixiante jornada, una noticia tan satisfactoria como esa me embarga de felicidad. Esto es un salto para papá, no un insignificante paso,
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