TOMO 2. CAPÍTULO 8. ¡Necesito hablar contigo…!Dos docenas de contenedores de plástico transparente, llenos de pequeñas piezas, bocetos, pruebas fallidas o incluso algunas cajas de música sin terminar. Literalmente había que dar una docena de viajes hasta el auto y rezar en cada una de ellas para que no los descubrieran, pero bastaron aquellas palabras de Lynett: “Por favor… ayúdame…”, para que Elijah montara tres contenedores, uno sobre otro, y saliera por aquella puerta sin hacer el menor ruido.Le tomaba tres minutos hacer el viaje de ida y vuelta más ir acomodando todo en la cajuela de la camioneta, pero la única vez que se detuvo fue cuando sus ojos tropezaron con una pequeña pieza de las que Lynett estaba recogiendo apresurada.—¿Qué… qué pasa? —preguntó ella y Elijah alcanzó su mano, abriéndola.—Por una pieza como esta llegué a la subasta de la joyería —respondió él—. La necesitaba para una que estoy haciendo, pero tú ya la habías pedido.Lynett giró la palma y dejó caer la pe
TOMO 2. CAPÍTULO 9. Un recordatorio perfectoEra casi tierno así, con los ojos cerrados, la respiración lenta y el cabello más largo y desordenado. Lo único que le faltaba era seda… la seda blanca del relleno del ataúd alrededor, muchas flores y tierra, mucha tierra para cubrirlo. Esa sería indudablemente su mejor imagen.Pero por lo pronto Lynett se tuvo que conformar con sentarse al otro lado de la mesa, sacar una botella mucho más cara y agradable, y beber mientras lo miraba dormir la borrachera de aquel vodka barato.Aquello de “Sabes que no tolero bien el alcohol…”, era el tierno cuento de la princesa desvalida de hacía cinco años; pero entre soportar las fisioterapias después de las operaciones y la depresión, Lynett había tenido todo ese tiempo para aprender a beber como pirata del Caribe.Así que ahí esperó, tranquilamente, hasta que una hora y diez minutos después recibió aquel mensaje y salió al corredor para recibir la llave de vuelta.Gianni Grecco la puso en su mano al ti
TOMO 2. CAPÍTULO 10. ¡Me engañaste!Era un ejercicio de fuerza no seguirla. Elijah no sabía explicar por qué, pero solo se había quedado sentado en su auto, como si esperara un cambio divino, algún milagro que le señalara el camino correcto. Pero por desgracia ese no existía. Cuando vio a Lynett salir un poco más tarde, fue solo para dirigirse a la joyería, y Elijah sabía que cobrar aquel cheque era lo único que se interponía entre ella y un avión con destino a Italia, así que dio la vuelta a su auto y se fue a su casa sabiendo que quizás aquella sería la última vez que la vería.Sin embargo Lynett salió de la joyería y volvió a tomar un taxi en dirección a la casa de su madre, donde por supuesto los gritos eran mayúsculos. Florence ya se había dado cuenta de que la supuesta visita de Elijah no había sido gratuita y que se habían llevado todo lo que había en el taller de su difunto esposo.—¡Tú! —gruñó viendo a Lynett y caminando hacia ella con expresión amenazante—. ¡Quiero que devue
TOMO 2. CAPÍTULO 11. ¿O si no, qué?Elijah lo sabía, ni siquiera necesitaba que se lo recordara. En el mismo instante en que había escuchado a Florence Evans llamarla Lyn, Elijah había sabido que había cometido un error, y que Josselyn jamás le daría la libertad, no sin quitarle la mitad de todo por lo que había trabajado en su vida.—Ya lo sé, pero eso no significa que te lo vaya a poner fácil —replicó Elijah y el pecho de Josselyn bajó y subió con impotencia.—No entiendo cómo puedes ser así —gruñó ella—. ¡Me amabas! ¡¿Por qué no puedes entender que si no me quiero separar de ti es porque te amo!?Elijah la miró a los ojos y asintió.—¿En serio? ¿Me amas? Entonces fírmame un contrato post nupcial. Renuncia a mis bienes, y hablaremos de amor —sentenció y solo se escuchó la carcajada llena de sarcasmo de la mujer.—¿Te crees que soy idiota? Ahora mismo la falta de ese contrato es lo único que me te mantiene casado conmigo.—En eso estamos de acuerdo —sentenció Elijah sin ningún tipo d
TOMO 2. CAPÍTULO 12. Un descubrimiento sorprendente—Mi familia está en Italia… mi familia está en Italia… —Era todo lo que Elijah podía escucharla murmurar mientras la recostaba en la cama y pasaba un paño húmedo por su cara para que se refrescara.—¡Lynett…! ¡Lynett! ¡Oye, chiquilla, vamos despierta! —la sacudió con suavidad y sintió el sobresalto con que volvía a la realidad—. Cálmate, está bien, está bien…Ya era un hecho que no iba a convencerla de que no se fuera, pero mientras Elijah la veía recuperarse un poco y terminar de hacer la maleta, solo atinó a sentarse en aquel sofá con los codos apoyados en las rodillas.—¿Puedo quedarme? —le preguntó—. Hasta que te vayas esta noche ¿puedo quedarme? No quiero que ese tipo se atreva a regresar y te encuentre sola.Lynett se estremeció y asintió despacio.—Sí… sí puedes quedarte… —susurró y por la cabeza de Elijah pasó todo lo que había escuchado.—Lynett, ese hombre parecía muy… determinado —le advirtió—. ¿De verdad crees que haya al
TOMO 2. CAPÍTULO 13. Un giro inesperadoElijah jamás había esperado nada tanto como aquella respuesta de Lynett. Sabía que las cosas entre ellos se habían roto irremediablemente, pero aun así no podía evitar esa necesidad de ayudarla.—Quédate un par de semanas. Déjame ayudarte a averiguar qué está pasando…—No… —susurró Lynett y antes de que Elijah pudiera protestar ella terminó—. Me quedaré, pero intentaré averiguar las cosas por mí misma, no quiero… no quiero tu ayuda.—Pero ¿por qué? —preguntó Elijah confundido y ella lo miró como si estuviera fingiendo amnesia.—Porque no confío en ti, Elijah, por eso. No confío en ti. No sé por qué me quieres ayudar, pero reconócelo, nada que haya venido de ti para mí ha sido bueno así que… no, no quiero que me ayudes.Elijah se llevó dos dedos al puente de la nariz y encajó aquella decisión porque se la merecía, sin embargo no estaba listo para dejar de pelear.—¿Y qué vas a hacer? ¿Eh? ¿Quién te va a ayudar aquí, chiquilla? ¿Crees que el infel
TOMO 2. CAPÍTULO 14. El tiempoLynett respiró hondo mientras se abrazaba el cuerpo. Podía negarse, o podía usar lo que tenía a mano para que su plan continuara. No había regresado esperando encontrar aquel testamento, debía confesarlo; llevarse las cosas de su padre había sido mitad sentimental y mitad estrategia, porque sabía que en una confrontación tanto su madre como Basset eran lo bastante impulsivos como para soltar la lengua, y ella quería que Elijah comenzara a darse cuenta de todos los errores que había cometido, pero no por su boca.Algo en lo que el abogado llevaba razón y no podía negarlo, era en el hecho de que Elijah jamás le había creído, así que la única forma que tenía de que conociera la verdad era de la boca de otros. Por eso había creado aquel conflicto con su madre sabiendo que mandaría a Basset tras ella y que Elijah estaría al acecho; sin embargo no había esperado que entre las cosas de su padre encontraran aquella copie de un testamento.—Está bien —dijo por fi
TOMO 2. CAPÍTULO 15. La especialidad de un hombreNo había forma, ni con el alma de rodillas, en la que Elijah pudiera pedir perdón por todo lo que había pasado hacía cinco años, porque sabía que nada en el mundo podría resarcir a Lynett de las secuelas de no haberse operado a tiempo, o de haber perdido a su hijo mientras él estaba echándola de su vida y casándose con su hermana.—Sé que no merezco que me perdones, ni siquiera tengo derecho a pedirlo pero… —Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas—. Lo siento. Siento todo lo que te hice. Fui…—Cruel —sentenció ella con cansancio—. Y ahora estás tratando de redimirte de alguna manera. ¿No es así? Por eso me estás ayudando —comprendió la muchacha.—¡No, no solo por eso! Yo… sé que es lo correcto. Si tu padre te dejó la empresa lo correcto es que tú la tengas, no tu madre —declaró con convicción—. Yo he hecho lo mejor para la compañía hasta ahora, la he hecho crecer de la mano con la empresa de mi familia, ¡pero lo justo es que t