LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 45. Sin justificacionesEra como una punzada, violenta y dolorosa en su subconsciente, como si alguien estuviera tratando de arrancar con un garfio sus más antiguos recuerdos.En el mismo momento en que Sebastián se acercó a aquella mujer y ella se le echó al cuello con lágrimas en los ojos, fue como si estuviera dando un paso extraño, uno que lo hacía pasar de una realidad a otra en un solo segundo.Retrocedió con un gesto vivo, apartándose para mirarla a la cara, sabiendo que la conocía.Él mismo no se daba cuenta, pero su respiración se hizo superficial en un instante, como si estuviera sufriendo un ataque de asma o de pánico. En su cabeza había cientos de imágenes mezclándose, cientos de voces, cientos de pequeños fragmentos, de escenas, de segundos colisionando hasta que sus ojos se llenaron de lágrimas, con la conciencia extraña de que acababa de reconocerse.Dio algunos pasos atrás, con la mano extendida como si estuviera buscando cualquier apoyo, y
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 46. Mentiras y verdadesSebastián tenía tantas interrogantes en la cabeza, tantas preguntas, tantos miedos, que pensaba que se iba a volver loco de un momento al otro.Su mente era una nebulosa de hechos reales y de mentiras que se iban entrelazando y que por desgracia, muchas no tenían una explicación coherente.—¡Contéstame, maldit@ sea! —gritó tan exasperado que segundos después vio cómo la abuela Constance y Merci salían de la casa.—¡Ella no sabía nada! ¡Ninguna de las dos sabía nada! —le advirtió Michelle porque lo último que quería era que todo el resentimiento que estaba aflorando en ese momento en su… “no esposo”, fuera a descargarlo con personas que no lo merecían—. ¡Fue mi culpa, todo lo hice yo! —sentenció mirándolo a los ojos con firmeza—. Yo fui la que te encontré en un costado de la carretera...Sebastián retrocedió un paso y en un segundo volvió a aquel momento: Lo habían asaltado, lo habían golpeado lo suficiente como para creer que no iba
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 47. Una conversación privada—¡Es que no tengo un maldito día de respiro, ni uno! —exclamó Rufus Vanderwood mientras Ranger se acercaba corriendo—. ¡Tengo cinco varones, maldición, varones! ¡Si hubieran sido cinco mujeres me habrían dado menos dolores de cabeza!Estaba tan furioso y tan molesto que fue cuestión solo de algunos segundos para que todos los chicos Vanderwood se reunieran alrededor de él.—¡Papá ¿qué está pasando!? —lo increpó Matt.—¡Pasa que el idiota de tu hermano ya se acordó de todo, y en vez de hacer lo que hace un hombre con los pantaloncitos bien puestos, que es pensar con la cabeza de arriba, le entró el mal de los tarados Vanderwood y ahí está ya, peleándose con la única mujer medianamente decente con la que se ha encontrado en su vida!—¡Espera… ¿de quién estás hablando?! ¿Cómo que “acordarse de todo”, papá? —lo increpó Nate y bastaron solo algunos minutos para que Ranger pusiera al resto de los hermanos al tanto de todo lo que esta
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 48. PartesSebastián ni siquiera sabía cómo sentirse. Por un lado sabía que su padre era terco, pero por otro también estaba convencido de que aquello no había sido solo un robo.Por un lado no entendía por qué tenía que haberle mentido, y por el otro le estaba confirmando que aunque Michelle había sido la primera en llevárselo, de verdad su padre no le había dicho que él estaba comprometido.Mientras tanto sus hermanos solo se veían felices, los peones de la hacienda lo miraban de lejos como si no entendieran nada de lo que pasaba, e Ivanna estaba montando toda una escena, lo más bajo que podía, pero escena al fin.—¡No puedes permitir esto, Sebastián! ¡Tu familia está tratando de separarnos! —exclamó con impotencia.—No es eso, Ivana, mi padre solo está preocupado porque piensa que el asalto fue un atentado.—¡Tu padre acaba de llamar “nuera” a la otra! —replicó ella cerrando los puños y Sebastián arrugó el ceño porque casi podía verla saltando en el lug
LA TRAMPA PERFECTA.CAPÍTULO 49. Separados—Basta, cálmense los dos —se oyó aquella voz que se notaba tranquila y cansada a un tiempo, pero que tuvo la necesidad de alzarse con fuerza—. ¡Que ya basta, dije! —sentenció Michelle levantándose—. No entiendo ni por qué estamos haciendo esto. ¿Por qué estamos discutiendo? —les preguntó y sus ojos se centraron primero en su abuela—. Lo que hice, hecho está, no puedes deshacerlo. Sí le mentí a Sebastián, sí te mentí a ti. No me daba la gana de casarme con Hughes, y todavía no lo voy a hacer. Si quieren seguir discutiendo por esto, bien por ustedes, pero yo me voy a volver a la cabaña de mi madre a vivir tranquila, que es lo único que quiero.Intentó dirigirse hacia la puerta, pero el señor Vanderwood le salió al paso.—Michelle, hija, esto no tiene por qué terminar así... Ya sé que las cosas no salieron como debían, pero tú eres muy valiosa para mí.—¡Papá, ¿se puede saber qué demonios estás haciendo? —gruñó Sebastián por lo bajo, acercándose—
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 50. Un documento que impugnarSebastián quería que la tierra se abriera y se lo tragara, porque no había forma de advertirle a nadie en aquella maldit@ casa y que le hicieran caso.—¡Papá! —exclamó con impotencia y su padre le dirigió aquella mirada sarcástica, esa en la que no necesitaba abrir la boca para que significara: “esta es mi casa y si no te gusta ahí tienes la puerta”.Pero ese no era el único problema. Sino que Sebastián estaba bastante seguro de por qué su padre le llamaba “princesa” a Michelle, y por un segundo recordó la forma en que ella lo llamaba “príncipe”... Recordar cada inflexión del tono de su voz mientras se lo decía era... ¡Incorrecto, maldit@ fuera, era incorrecto!—¡Papá, ¿te parece que este es el mejor momento para hablar de esas cosas?! —lo regañó mientras sentía cómo la mano de Ivanna se cerraba sobre uno de sus muslos a modo de gesto furioso.—¿Y de qué te parecería mejor hablar? —le preguntó su padre encogiéndose de hombros—
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 51. Clases de biología—¡Sebastián, hijo, estás muy joven para un infarto! —sentenció Rufus moviendo una mano arriba y abajo frente a su pecho como indicándole que respirara.—¿Nie... nieto? —balbuceó su hijo, pestañeando despacio, como si acabara de estallarle un petardo en la cara.El problema era que no podía dejar de recordar el susto de Michelle cuando se había dado cuenta de que no se estaban cuidando, y la forma en que le había dicho que no tenía ningún problema si ella estaba embarazada. ¡Pero ahora todo era diferente! ¿no?—Pero... ¡No puede ser...! ¡Ella no...!—¿También te hizo la vasectomía además de mentirte? —preguntó Ranger con una cara de inocencia que daban ganas de quitarle la sonrisa con un puñetazo.—¡Claro que no, tarado!—¿Y sí te acuerdas de las clases de biología de la secundaria? —insistió Ranger porque por aquella cercanía que había visto entre él y Michelle las veces que había ido a la hacienda, era evidente que aquellos dos esta
—¡Es horrible, pero no puedo poner esto en una novela! —murmuró Michelle arrastrando las letras, porque para la madrugada y después de dos botellas de vino, ni ella ni Eva veían derecho—. A las lectoras no les gusta que las protagonistas se equivoquen, y hay que ser honestos, la que metió la pata hasta el fondo fui yo.—¡Ay por favor, tampoco fue tan malo! —rezongó Eva—. Quizás él no se acordaba de nada, ¡pero tampoco le pusiste una pistola en la cabeza para que se enamorara de ti!—¡Él no se...! —intentó replicar Michelle, pero antes de que pudiera terminar la frase ya Eva le estaba poniendo los ojos en blanco.—¿En serio vas a tratar de decirme que no se enamoró de ti? ¡Por favor! ¡Créeme que si está tan dolido, ofuscado y ofendido, es porque sus huesitos se están muriendo por los tuyos, de lo contrario le hubiera dado igual que lo engañaras o no!—¡Bueno, no importa, ya no tiene caso pensar en eso! —murmuró Michelle—. Él está allá lejísimo, con su distinguida y estirada prometida,