CAPÍTULO 75. ¿Por qué?La sangre le hervía en las venas. Elijah había sido el primero en desconfiar de Lynett de todas las formas posibles pero poco a poco se había dado cuenta de que la única persona que había salido perdiendo en todo aquello era la muchacha.El detective no fue capaz de detenerlo cuando se llevó por delante a medio mundo y casi pateó la puerta de aquel cuarto de interrogatorios.—¡Esa es una mentira! ¡Esa es una asquerosa mentira! —espetó Elijah, y antes de que el detective pudiera decirle que aquel era un procedimiento completamente irregular, el magnate ya había tirado de una silla y se sentaba cara a cara con Basset.—¡Qué milagro que pudiste entrar! —se rio el abogado—. ¿Te limaste los cuernos para caber por la puerta?—¡Cállate! —gruñó Elijah—. ¡No te atrevas a hablar de Lynett en esos términos porque no son ciertos! ¡Ella no tiene nada que ver contigo…!—¡Por favor! Lynett siempre tuvo todo que ver conmigo. Yo no le hice nada que ella no quisiera, pero debo co
CAPÍTULO 76. ¿Eres tú?Decir que estaba aturdida era poco. Decir que le dolía era poco, aunque si era honesta no sabía por qué, porque Elijah Vanderwood jamás había sido bueno con ella más que esporádicamente, como un loco que de cuando en cuando tuviera rastros de cordura.Y aun así no podía evitar que le doliera escuchar aquellas palabras del hombre del que estaba esperando un hijo.—¿Qué…? ¿Qué estás diciendo… ¿Cómo que te vas a casar con otra mujer…? —balbuceó con la mente aturdida.Pero Elijah solo se dejó caer en la butaca más cercana y se restregó el rostro.—Jamás confié en ti —dijo con tono vacío, porque ya ni siquiera tenía ánimos para discutir con ella—. Jamás confié en ti porque el día del funeral de tu padre te escuché hablando con tu madre. Te decía que tenías que quitarme todo, que recuperaras la empresa de tu padre…—¿¡Qué…!? ¡Eso no es cierto…! —exclamó la muchacha y Elijah hizo una mueca de fastidio, mandándola a callar.—Ya, por favor… ahórrate el teatro —murmuró—.
CAPÍTULO 77. Un vínculo difícil de evadirSi el corazón era como un rompecabezas, Lynett sentía en aquel momento que las piezas del suyo nunca encajarían. Su media hermana se había alejado de su vida cuando era todavía una niña, y Lynett sabía que era porque no soportaba la manipulación y el control de su madre, pero aquella lejanía la había trasladado a ella también, como si ella también fuera culpable de que Florence quisiera arruinarle la vida.—Joss… Eres tú. La mujer con la que Elijah va a casarse… ¿Eres tú?—Y tú eres la mujer que ha estado acostándose con mi prometido —respondió Josselyn y Lynett retrocedió como si la hubiera golpeado en pleno pecho—. ¿Cómo pudiste, Lynett? ¿Cómo pudiste meterte en la cama del hombre que amo?—¡¿Y yo cómo diablos…?! —la muchacha no sabía si le faltaba el aire o estaba ahogándose con sus lágrimas—. ¿Yo cómo iba a saber que era…? ¡Él jamás dijo…! —Se llevó las dos manos a la cabeza y se dobló sobre sí misma como si intentara darle sentido a todo
CAPÍTULO 78. No lo abandonesAquella iglesia siendo bombardeada le habría provocado menos impacto a Lynett que esas palabras saliendo de la boca de su hermana.“Es una pena. Porque si yo fuera tú, lo último que querría es tener un vínculo con el hombre que mató a mi padre”.—Eso… eso no es cierto… —intentó negar mientras sentía aquellas náuseas que la hacían tambalearse—. No puede ser que… él no… —Lynett se sostuvo de la pared más cercana y negó con vehemencia, porque lo último que podía pensar era que Elijah hubiera tenido algo que ver con eso—. Los médicos… los médicos dijeron que mi padre murió de causas naturales. Tuvo un infarto, eso no tiene nada que ver con Elijah…—Tu padre murió de un coraje, esa es la verdad —replicó Josselyn con tono gélido—. ¿Qué estaba mal del corazón? Sí, eso es cierto. Pero también es cierto que no quería vender la mitad de su empresa.La muchacha frunció el ceño y miró a su hermana con ojos azorados.—Sabes lo que es una adquisición hostil ¿verdad? —di
CAPÍTULO 79. Estaba destinado a pasar así¿Para qué hacer el teatro?Era una pregunta simple que ni siquiera merecía rondarle tanto tiempo en la cabeza, pero Elijah no dejaba de pensar en aquello en medio del cuarto vacío.¿Para qué hacer el teatro de llevarse las cajas de música cuando era evidente que solo habían sido utilería de la puesta en escena?Volvió a la habitación que había sido suya y vio el teléfono sobre la cama, ese tampoco se lo había llevado.—Por favor, recojan todo —le dijo a la muchacha de servicio—. Toda la ropa, todo lo que era de Lynett, pueden quedárselo o donarlo o… no me importa, solo saquen lo que hay en este cuarto.Por desgracia, olvidó que las cosas de Lynett no estaban solo en ese cuarto, pero Elijah no tenía cabeza para más, solo para meterse debajo de la ducha e intentar encajar que ahora era un hombre realmente casado y tenía una responsabilidad con Josselyn.Estaba mordiéndose la lengua para no preguntar dónde se había ido Lynett o con quién. Y aquel
CAPÍTULO 80. El infiernoQuizás aquella no era la mejor forma de hacer las cosas, pero Elijah estaba tan frustrado que no se había puesto a pensar en las sensibilidades que podía herir al llevar a Josselyn a su casa. Era la que tenía, la otra Lynett la había incendiado, la había incendiado tratando de escapar de él…Aquellos pensamientos atormentaban a Elijah un momento sí y otro también, como si los hechos, verdades y mentiras colisionaran en su cabeza a cada minuto.—Esta es tu habitación —murmuró empujando la silla de ruedas hacia una de las habitaciones que daban al jardín, y por supuesto no había cometido el error de ponerla en la misma donde se había quedado Lynett porque… bueno, porque aunque no quisiera reconocerlo, era incapaz de ver a ninguna otra mujer acurrucada en aquel diván.—¿Disculpa? —fue la respuesta de Josselyn y Elijah se detuvo en seco.—¿Qué pasa?—¿Cómo que mi habitación, Elijah? —replicó ella—. Se supone que tenemos “nuestra” habitación. Somos marido y mujer a
TOMO 2. CAPÍTULO 1. Desesperación.CINCO AÑOS DESPUÉS.—Y dijo Dios: Hijo mío… —Los ojos de Sebastian se elevaron al cielo mientras ponía su mano derecha sobre la cabeza de Elijah—. Haz de afeitarte al menos una vez por semana, para que puedan reconocerte como hijo de Dios, hecho a mi imagen y semejanza… ¡y no a semejanza del puto chimpancé al que te pareces ahora mismo!—¡Ya basta, Sebas! ¿No te aburres? —gruñó Elijah apartándolo de un manotazo y su hermano fue a sentarse en uno de los sofás con expresión frustrada.—¿De olerte? Sí. Desde el pasillo ya se anuncia el animal muerto —rezongó Sebastian—. ¡Al menos báñate cada dos días! ¡Estás en la oficina!—¡Ya me echo Rexona, que no me abandona por setenta y dos horas! —replicó Elijah con sorna.—¡Es que ni falta que hace, después de tres días sin bañarte no te huele la axila… porque la peste a culo ya te la tapa!—¡¡¡SEBAS!!!—¡Vete a un puto hotel, Elijah! ¡No eres pobre! ¡Si no quieres ir a tu casa renta un departamento, o ven al mí
TOMO 2. CAPÍTULO 2. Un papel firmado—Lo siento pero…—¡Ya deje de decir que lo siente, eso no arregla nada! ¡Solo llame a la persona que lo compró! —rezongó Elijah.—Es que no fue una persona, señor Vanderwood, fue una joyería —intentó explicarle el relojero.—¡OK, OK…! Entonces deme la dirección —le pidió Elijah y antes de que el hombre pudiera negarse le advirtió—. ¡Por favor, es muy importante! Puede darme usted la dirección o puedo perseguir a todas sus entregas hasta que la consiga.El relojero suspiró con resignación y le anotó la dirección de una joyería exclusiva en plena 5ta Avenida de Manhattan. Media hora después llegaban allí y por suerte bastaba su apellido para que el gerente los atendiera de inmediato y personalmente.—No estoy aquí para comprar una de sus piezas… ¡Bueno, sí, pero no una terminada! Necesito comprar la pieza para una caja de música que encargaron a la relojería del señor Baptiste. ¡Le pagaré el doble! —dijo Elijah mostrándole la foto y el gerente negó c