Al día siguiente en la Clínica, el narrador: Diana, al salir del baño de la habitación que ocupaba junto a su madre, encontró a Mirelys muy cerca de ella. Estás, al parecer, hablaban en voz baja, por temor a ser escuchadas, lo cual despertó de nuevo la suspicacia, en cuanto a lo que buscaba con Camila. —¿Qué dijo mi hijo? Aún no me has comentado ¿qué hablaste anoche con Rafael? —preguntó Camila con una sonrisa, confiada que su hijo, preocupado por ella, aceptaría su capricho. —¡Que Mirelys no pisa más su hacienda! —contestó Diana, mirando a su madre— Así que si deseas estar en la hacienda será sin ella —al decir esto, la señaló con su dedo índice mirando con aversión. —¡Esa también es mi hacienda! —gritó su madre con enojo. —¿Si sabes, que eso no es así? —cuestionó Diana, arqueando una de sus cejas y mirando de reojo a su madre. »Me pidió que te contratara una enfermera, que te lleve para la mansión cuando te den de alta. Para que así estés, con quién tú quieras —alegó Diana, sos
En Isla Paraíso, el Narrador: A partir de ese momento, José David Medina, se empeñó en conquistar a Shayla Núñez. Porque de alguna manera Sofía le pagará todo desplante, insolencia y falta de respeto, que había cometido en contra de él. Además, que era la responsable de lo que padecía su hermana. Esa misma noche, Shayla aceptó la invitación a cenar de este, quien se comportó como un verdadero caballero con ella, la hizo sentir como una reina. Al llevarla de regreso a la mansión, se bajó y la acompañó hasta la entrada, en donde le robó un beso. Esta respondió al mismo, porque desde que vio por primera vez a José David, se sintió atraída por él. Lo que más le llamaba la atención era esa personalidad tan arrogante, decidida y autoritaria que él demostraba. Esa noche, Shayla casi no pudo conciliar el sueño, porque el hombre que le movía el piso, a pesar de ser el enemigo de su mejor amiga, la trató como una reina. Ella sentía que estaba traicionando a su amiga. «José David, no parece
En Isla Paraíso, el Narrador: Fue así como José David, la hizo suya, besando, acariciando y descubriendo la intimidad de esta, pero pensando en Sofía. Esa era su obsesión, desde que tiene uso de razón. De ahí, todo lo que ha hecho en contra de ella, al sentirse despreciado. Ella, lo acariciaba extasiada de ver que por fin estaba obteniendo lo que por tanto tiempo deseó. Las manos de él recorrían su cuerpo, por un momento estaban en su espalda, en otros apretando sus redondos pechos y otros en su entrepierna. —Hazme el amor, José David —susurraba ella, embriagada totalmente de deseo y pasión por él. —En eso estoy —contestó él, con su voz ronca y varonil. Este bebió del elixir de Shayla, entró en su intimidad, midiendo la cavidad y capacidad de ella para recibirlo, con una dura, grande y fuerte estocada la penetró, abriendo con rudeza el canal vaginal. —¡José David! —Gritó Shayla— me dolió —agregó ella, tensando su cuerpo ante esta arremetida salvaje de él, quien sin control de sus
En Isla Paraíso, el Narrador: Shayla despertó y se estiró en la cama tropezando con un cuerpo. Al abrir los ojos, recordó lo que había hecho la noche anterior, comenzando de esta forma, el remordimiento de consciencia. Ella, sabe que no debió incurrir en esto, pero ya era tarde. Está, mirando a José David a su lado, sabe que ni siquiera tiene como excusa, el hecho de haberse pasado de tragos, puesto que bebió muy poco. Él, se despertó en ese mismo momento y previendo que se estaba arrepintiendo, se acercó y le besó. Este, la atrajo hacia su cuerpo y sin dar tregua a que se moviera, se apoderó de sus labios nuevamente, despertando en ella el deseo y la pasión por él. José David inició, como la noche anterior, un recorrido con sus manos por la anatomía de Shayla. —¡José David! ¡José! ¡Mi amor! —Rogó ella, tratando de controlar sus emociones— Debo ir a la casa a cambiarme porque hoy, en la Naviera hay una junta importante y no puedo faltar —expresó esta. —¿Para qué es la junta? No cr
En la hacienda Los Rincones, el Narrador: —Ahora comprendo, el apuro y la urgencia de Mirelys para conquistar a Rafael. Y su afán por quedarse en la hacienda aun contra la voluntad de este. Seguro busca cualquier oportunidad de meterse en su cama —razonó Diana. —¡Para esa declaratoria de quiebra, debieron pasar por un período de atraso! —Aclaró Anastasia— Pero, por lo visto, no pudieron superarlo —agregó ella— Debemos apoyar totalmente esta relación de Rafael con Sofía y más cuando es la madre de sus hijos. —¡Estoy totalmente de acuerdo contigo, tía! —Declaró Diana— ¡Hay algo que me preocupa! ¿Te imaginas a mamá cuando se entere de que los trillizos son hijos de Rafael? —no desearía estar en los zapatos de mi hermano, ni en los de Sofía. —¡Eso también me preocupa! Porque ella se ha dejado manipular totalmente por Mirelys y le hará la vida imposible a Sofía —confirmó Anastasia. —¡Bueno, veremos qué pasa! Por ahora, vamos a evitar que Mirelys tenga acceso a ella, mientras dure este
Rafael: —¡Bueno! Ya lo sabes, solo es cuestión de que me informes. En ese sentido, si estoy dispuesto a complacerte —declaré, saliendo de la habitación, encontrándome afuera con mis trillizos y Sofía. —¡Vamos mi amor! Con mi madre, no se puede hablar —subimos todos al área de la terraza. Una vez ahí, le pedí a Diana se llevará a los niños, mientras aclararé con Sofía mi vínculo con los trillizos y le pediré, que se case conmigo. Una vez en la terraza, me senté a un lado de ella, en torno a una mesa que estaba ubicada ahí. Cuando comencé a explicar a Sofía lo que había hecho ese 25 de marzo de hace cuatro años, ella se sobresaltó, específicamente, cuando mencioné la disco de Martín. Luego, continúe con el resto de la historia. Al referir, el momento que golpearon la puerta y que cuando la abrí había una joven tirada en el piso, con el rostro golpeado y lleno de sangre, ella se levantó y gritó… —¡Eras tú! ¡Eras tú! Debí saberlo, tu parecido con mis hijos es extraordinario ¿Por qué m
Rafael: —¡Debiste analizar, que cuando una mujer ha parido, su cuerpo ya no es el mismo! —aclaró ella, sin moverse del punto exacto donde le había bajado. —¡Sí, pero no lo hice! Además, no tenía recuerdos exactos, nítidos de ti —confesé con sinceridad— Aunque al principio lo sospeché, después de escucharte, al hablar con Martín Elías, lo descarté. »Cada vez que intentaba recordar, había como neblina y tu rostro lo recordaba inflamado, un poco desfigurado, por el golpe que te dio el delincuente ese —añadí, terminando de quitar los pantalones de ella, dejándola en ropa interior, con lo cual admiré su bello cuerpo. —¡Sofía, mi amor eres hermosa! Me vuelves loco —exclamé admirado. —¿Así es como vamos a solucionar nuestros conflictos? —preguntó ella sería. Mientras, yo estaba absorto en la contemplación de su cuerpo. «Es una mujer diez. Sus pechos erguidos, de buen tamaño, muy pegaditos, como gemelos. Su pequeña y delgada cintura no evidencia su condición de madre y menos de tres niño
Rafael: —¡Dime que sí, mi amor! No quiero volver a vivir una situación como esta que recién acabamos de pasar —afirmé. —¡Rafael! ¿No te parece que hay cosas que debemos aclarar primero en nuestras vidas, antes de dar este paso tan fundamental? —objetó ella, con una sonrisa, mirando la joya. —¿Cómo cuáles? —Cuestioné— La principal y crucial era la de nuestros hijos y ya lo hicimos. Este matrimonio debió celebrarse unos años atrás —declaré, levantándome y colocando el anillo en su dedo anular de la mano izquierda. —¡Rafael! No sé qué decir, estoy un poco aturdida, con tantas emociones para un solo día —manifestó ella, con una voz dulce y melódica, pasando sus brazos por mi cuello. —¡Sofía, estoy loco por explicar a mis hijos que soy su verdadero padre! Y no, alguien con quien ellos hablaron, para pedirle que lo sea —conté, con una amplia sonrisa que evidenciaba mi felicidad. —¿Cómo así? ¿Ellos te habían pedido que fueras su padre? —Preguntó ella, asombrada y admirada— ¡Ah, traidore