Rafael: —¿Perdón, Rafael? —Cuestionó ella— No, fue mi intención hacerte enojar —se disculpó, mientras Sofía se soltó de mi mano y me anunció que iría al baño. —¡Ya vengo! —expresó ella, con una mirada inescrutable. —¡Yo te acompaño! —ofrecí dejando a Yoly sola, de pie en la pista de baile. Traté de tomar a Sofía de la mano, pero ella molesta, me gruñó entre dientes para que la soltara. —¡Grrr…! ¡Suéltame! —murmuró irritada. —¡Por favor, Sofía! Te juro que no tengo nada que ver con ella. No sé por qué se ha empeñado en este acoso —aclaré, sin lograr nada. —¡Lo mismo me dijiste cuando Mirelys! —Replicó ella, caminando a paso rápido— ¡Por favor! Dejemos esto hasta aquí, voy al baño y nos vamos —afirmó yendo hacia el área de los sanitarios, y yo detrás. En todo caso, me quedé en la entrada a los baños, para protegerla, pues había mucha gente en la celebración. Por otro lado, desconfiaba de Yoly. En ese mismo momento, Martín se me acercó y me preguntó que hacía ahí. —Esperando a So
Sofía: Después, Rafael me siguió acariciando y subió por mis orejas, las cuales mordisqueó varias veces. Posteriormente, subió a mis párpados besándome con ternura. Finalmente, soltó mi cabello del moño que me habían hecho, enredó sus dedos en él y hundió su rostro en este. —¡Sofía! Desde la primera vez que te vi, sentí que te conocía desde antes y aún sigo sintiendo esto. Mi vida está ligada a la tuya, lo intuyo —Confesó él— ¡Me gustas demasiado! Como jamás me ha gustado mujer alguna. —¡Eso, le dirás a todas! —le susurré, con una voz ronca, irreconocible, hasta para mí. —Te puedo asegurar que es la primera vez, que siento esto. Deseo verte todo el tiempo, compartir mi vida contigo —declaró, con su mirada pérdida en la mía— ¡Te extraño, cuando estoy lejos de ti! ¡Precisamente, por eso estoy aquí! —Rafael ¡Esto no puede ser! Apenas nos estamos conociendo —aclaré con mi voz y mi cuerpo temblando totalmente. —¡Creo en el amor a primera vista! Solo me bastó verte, tenerte cerca de mí
Sofía: —¡Eso ya te lo demostré! —susurré, apoyando mi cabeza en el duro y fornido pecho de él, mientras Rafael acariciaba y alisaba suavemente mis cabellos con sus dedos. —¡Me parece increíble, sentir tanta felicidad! —argumentó él sonriendo y no dispuesto a separarse de mí. Él, sentado en el puesto del chófer y sosteniéndome sobre su regazo, me besó nuevamente, poseyendo mi boca, como si fuera mi cuerpo. Me acarició la espalda con delicadeza, hasta llegar a las nalgas, las cuales me apretó, mordiendo sus propios labios. —¿Nos vamos? —Me consultó él, con su voz ronca, sincerándose conmigo— Estoy demasiado excitado. Tu cuerpo me excita y me seduce sexualmente. De repente, te he deseado tanto y debido a eso estoy así —confesó, enterrando su cara en mi cabello. »¿Sabes? Nunca he tenido novia formal y deseo vivir esto contigo —me susurró proponiéndome que fuera su novia. —¡Je, je, je! —Sonreí— Yo tampoco he vivido esa etapa —le confesé— ¡Vamos, pues! —acepté convencida, que al menos
Al día siguiente, Sofía: —¡Dios! ¡Qué noche tan extraordinaria! ¡Por favor, Señor! Ayuda a que de aquí en adelante, todas mis noches sean especiales y satisfecha, como la de anoche —exclamé en voz alta en mi habitación. —¡Mami! ¡Mami! —gritaron felices, mis hijos, abriendo la puerta de mi alcoba aún envueltos en sus pijamas. —¡Digan, mis amores! —pedí abrazándolos a los dos, sentada en medio de mi cama Queen Size. —Mi hermanito Angelito amaneció bien —contó Rafael Argenis, feliz. —¡Upa! ¡Vamos, vamos! Para ver a mi pequeño Angelito —respondí emocionada, igual que ellos. Salimos los tres de la habitación, felices y sonriendo, por lo que al entrar a la recámara de mis hijos, fui sorprendida con Rafael, dándole de comer a mi pequeño. Lo primero que pensé fue en mi aspecto. Mi pijama hacía juego con la de mis niños, pero era de short muy corto, que dejaba ver todas mis esbeltas y gruesas piernas. Él fijó su mirada en esta parte de mi cuerpo, por lo que al levantar sus ojos, su mira
Rafael: Al salir de la mansión Morales Borbón, comencé mis minutos de reflexión de lo que siento y he vivido con Sofía, desde que la conocí. «Voy a aligerar todo con ella. Yo sé la clase de mujer que es. Todo cuanto he visto, desde que la conocí, coincide con el nuevo informe que me envió el detective. Es una mujer, que solo cometió un error en su vida y por eso no se le puede condenar para siempre». «Según el detective, nunca se le conoció un novio, no ha sido mujer de parrandas. Al contrario, se mantiene alejada de estas. En los únicos eventos que se ha presentado, son los relacionados con la Naviera y en aquellos que acude en representación de esta». «No encontró información relacionada con el padre de los trillizos. Por lo visto, es un secreto muy bien guardado. No hay rastros de él, en las redes sociales, ni en sus vecinos en Ciudad La Rosa. Todo, al parecer se centra en la celebración de su título de Contadora, la única fiesta a la que asistió públicamente». «E incluso el ún
El Narrador: Estefanía, al ser las siete de la noche y en vista que Sofía no bajaba a cenar, ordenó a una de las muchachas del servicio que subiera a su habitación y le avise que esperaban por ella. Cuando esta bajó, le informó: —Señora Estefanía, la señorita Sofía, no está ni en su habitación, ni en la de los niños, revise las áreas de arriba y en ninguna parte está —comentó la joven, con asombro. La madre de Sofía, levantándose de la silla, con un mal presentimiento, salió hasta la caseta de vigilancia de la mansión, para consultarle al vigilante de guardia, si le habían visto salir. El vigilante de turno, le respondió que ella había salido unos minutos antes de las seis de la tarde y que no había permitido que nadie le acompañara y lo extraño era que aún no había llegado. Asimismo, le notificó que enviará a alguien por ella. —La señorita Sofía, me comentó que era rápido, que regresaría pronto. Iba al centro comercial que está cerca de la casa, para buscar algunas cosas, que
En Isla Paraíso, el Narrador: —¡No! —respondió Estefanía, dudando si mencionar o no la relación que su hija iniciaba con Rafael Rincón, el rico y magnate ganadero, productor y exportador de Ciudad La Rosa. Un hombre billonario, con negocios en varios países del mundo. «Y ¿si no son los Medina? ¿Si es hampa común? Pudiera ocurrir, que al darse cuenta de que mi hija es la novia de un billonario, busquen sacar más dinero», analizó Estefanía. «¡Señor, ilumíname!», rogó ella, reservándose, por ahora, esta información. —¿Está segura? —insistió el Comisario, al observar que ella estaba dudando. —¡Totalmente! —expresó esta, prefiriendo mantener en secreto a Rafael. La mansión de Sofía, esa madrugada fue tomada por el grupo antisecuestro de la Isla, quienes a ruego de Benjamín, mantuvieron todo en silencio, ante los medios. Ellos intervinieron todos los teléfonos de la casa, incluyendo el de Estefanía. El personal de servicio fue entrevistado uno por uno por este grupo comando. Ellos
El Narrador: En la mansión, de los Medina, después de la celebración en el hotel Yoly del Mar acostada en su cama intentando dormir, reflexionaba sobre la agresión que sufrió de parte de Sofía, en el baño del hotel. La muy cretina, según ella, la sorprendió arrojando a sus ojos el jabón líquido y el envase donde este se encontraba. Al levantarse y mirarse en el espejo, se enojó aún más, al ver el hematoma que presentaba en su ojo derecho, en el cual recibió un golpe de lleno. En virtud de esto, decidió vengarse de Sofía. Por esta razón, a esa hora llamó a uno de los delincuentes contratado por su hermano, alias “araña”. Una vez, que este le respondió, ella le exigió ejecutar el plan que habían ideado días antes. Así que esa misma mañana, bien temprano, dos de los delincuentes más crueles de la Isla hacían vigilancia en la parte externa de la mansión Morales Borbón. (***) Ellos, se reportaban cada hora con Yoly quien se enfureció cuando le informaron sobre la llegada, bien tempr