Suya

Los cambiaformas a su alrededor no podían creer que uno de los suyos besara a la mujer que era nieta del más grande carnicero que hubieran conocido, no obstante muchos de ellos no tenían ni idea que Catarina era quien los había liberado de su esclavitud.

Tampoco es que alguno de los dos le importaran lo que pudieran decir a su alrededor, no había nada más importante que el uno para el otro.

Catarina lo incitó a caminar con ella de la mano no muy lejos y al llegar ella por fin habló calmando el silencio que había entre ambos.

-Esta es mi casa, nuestra casa.

El experimento L-05 gruñó inconforme cuando ella se alejó de su cuerpo y enseguida la acercó a su torso para estrecharla entre sus brazos.

- ¿Qué es casa?

Ella se limitó a reír levemente ante su ignorancia.

Tendría que enseñarle muchísimas cosas del exterior como ya le había enseñado en cautiverio, ella había sido quien lo había enseñado a besar, le había enseñado qué era el amor sin embargo él también le había enseñado cosas a ella además de lo que se sentía ser amada de verdad, no con simples palabras sino con hechos certeros, nunca nadie la había mirado como él, ni siquiera alguien de su familia, estaba completamente segura de que L-05 la amaba.

Ella se giró entre sus brazos quedando frente a frente a él inevitablemente sonrió al ver el rostro del amor de su vida quien parecía confundido ante la nueva palabra.

Él como la mayoría de los cambiaformas había sido llevado a los laboratorios siendo bebés humanos antes de cambiar su ADN, no se habían preocupado por educarlos pero sí por convertirlos en asesinos bestiales.

-Casa es el lugar donde vivimos, la mayoría en familia, somos felices y tenemos hijos... cachorros si prefieres -mencionó refiriéndose a la forma que llamaban los cambiaformas a las crías.

L-05 no tardó en atraerla más a su pecho y sonreírle haciendo que su corazón se acelerara con fuerza.

-Definitivamente me gusta estar en casa -gruñó besando su cuello.

Sus palabras lograron captar su atención entonces para la molestia de L-05 Catarina se apartó de él una vez más.

- ¿Quiere decir eso que no irás a vivir a la manada de Leonardo?

Él la miró como si hubiera perdido la cabeza.

-No quiero vivir en otro lado que no estés, eso no sería vida ¿No lo entiendes gatita? Tú eres mi casa, no quiero otra.

Cat rió y sin pensarlo se lanzó a sus brazos enrollando sus piernas en su cintura y sus brazos alrededor de su cuello.

-Pero hay un problemita...

L-05 bufó en su cuello ya que el la había aceptado gustoso embriagado por su olor.

- ¿Y es?

- ¿Recuerdas a mi tía Eleni?

Él gruñó fulminándola con la mirada.

Eleni si bien no era como el resto de su familia era una católica cristiana muy apegada a su religión, su padre la hizo creer que lo que le hacían a los cambiaformas era lo correcto debido a que ellos eran pecadores sin embargo bien sabía que un niño de cuatro años no podía tener el alma negra como su padre aseguraba. Eleni había fingido estar de su parte obedeciéndolo en todo no obstante ella había ayudado a Catarina a lograr la liberación de los cambiaformas, salvo que era la cara oculta de toda la operación por ello los cambiaformas desconocían que Eleni no era una total perra como les había hecho creer, de hecho había sido Eleni quien había recuperado las pruebas totales para traicionar a su familia y al resto de los nazis que estaban con ellos.

-Tiene que estar presa también ¿No?

Su voz sonó alerta y peligrosa lo que ocasionó que el vello de su brazo se erizara.

-Difícilmente -susurró Catrina.

L-05 frunció el ceño en confusión pero antes de que pudiera hablar cuestionando a qué se refería ella Catarina le respondió.

-Mi tía aún no cumple la mayoría de edad, además... ella no tuvo nada que ver con lo que les hacían, te lo juro, Eleni me ayudó a liberarlos.

Catarina lo miró esperando que dijera algo sin embargo sus fracciones se mantuvieron estoicas, su mandíbula estaba apretada mientras que sus ojos la observaban como si hubiera entrado en una especie de alucinación. Era inconcebible que estuvieran hablando de la misma persona.

Eleni Anastassakis era una perra por completo tanto para él como para el resto de los suyos y no solo lo creían por creerlo, él había estado allí, Eleni se comenzó a encargar de las muestras de sangre de los suyo y no era precisamente delicada haciéndolo porque ella como el resto de los nazis que los mantenían ahí se regocijaban con el sufrimiento y el dolor de los suyos.

Él no podía olvidarse de ello.

La odiaba como al resto de esos hijos de puta.

- ¿Cómo fue que dijiste antes? Difícilmente, créeme que yo la recuerdo muy bien Catarina y no es un buen recuerdo, ella menosprecia a los míos y viceversa.

-Fingía, amor -dijo acariciando su mejilla con alevosía-, lo juro, mi tía es un poquito... arrogante, pero no es mala por el contrario, ella... Me dio las pruebas finales para liberarlos, ella lo consiguió, no yo.

L-05 pudo oler el aroma de la verdad en sus palabras entonces se tensó incrédulo ¿Podía ser posible que el ángel hubiera estado disfrazado de perra durante tanto tiempo?

Fue así cuando recordó el hecho que más le había hecho odiarle.

Por alguna razón los nazis nunca dejaba juntarse a los cambiaformas jóvenes ni adultos con los de su mismo sexo salvo para las peleas sangrientas que les hacían tener, en su lugar para las muestras de sangre siempre enviaba a un cambiaformas adulto o adolescente con una niña de su especie. Ese día lo habían enviado con Y-01 quien apenas tenía cuatro años, la cachorra lloró enseguida al ver la aguja y L-05 no perdió el detalle de ver como Eleni se tensó visiblemente, el guardia que siempre estaba cerca de ella lucía indiferente y esto solo hizo que él apretara sus puños tratando de mantener la calma.

Eleni no habló, se limitó a limpiar con un algodón alcoholizado el brazo de la pequeña para sin previo aviso introducir la aguja haciendo que Y-01 llorara aún más fuerte.

Lo siguiente que pasó hizo que su instinto animal saliera a flote de una bestial forma, Eleni aún no sacaba la aguja dentro de la niña cambiaformas y el muy irritado guardia hizo que Eleni moviera la mano, al instante a aguja se partió dentro de la piel de Y–01.

Eleni no cambió su expresión imperturbable lo que hizo que se autocontrol se quebrara, impulsado por la rabia se lanzó a ella queriendo saborear su sangre entre sus incisivos que a pesar de estar limados seguían siendo letales, no fue demasiado lejos, el guardia le había disparado en el hombro y tan rápido como pudo lo detuvo, salvaje y agresivo como estaba buscó a Eleni con la vista, en ese momento solo podía sentir odio por ella aunque ahora que lo pensaba él había captado el hedor de la preocupación y el miedo latiendo dentro de ella casi tan fuerte como su propio corazón, al instante pensó que se debía a él y a su ataque furtivo pero ahora que lo pensaba mejor ella había gritado por ayuda no obstante no para ella sino para Y-01, es más, ahora que indagaba en su recuerdos Eleni ni siquiera había volteado a verlo, sus ojos permanecieron fijos en la niña.

Enseguida con el impacto golpeándolo suspiró.

- ¿Cuál es el problema con ella entonces?

Catarina lo observó dubitativa y L-05 se dio cuenta de inmediato que lo que estaba por decirle no le iba a gustar en lo absoluto.

-Bueno... Eleni vive aquí conmigo.

Él bufó pero esta vez se encogió en hombros restándole importancia entonces como ya era una costumbre entre ambos la atrajo a su pecho para besarla con todo lo que tenía, con todo lo que era y lo que era se reducía a ser un hombre que quería por sobretodo amarla y cuidarla como a un tesoro, necesitaba el roce de su piel con urgencia, siempre la necesitaría.

A duras penas se apartó de la calidez de su boca para susurrar en la comisura de sus labios las palabras más dulces que brotaron de su alma, sin engaños.

-No me importa absolutamente nada si estoy a tu lado gatita, solo tú, deberías saberlo con certeza.

Encantada por la declaración Cat rió antes de envolver sus mejillas con sus manos y tirar de su cabeza hasta que su boca estuvo devorándolo otra vez, nunca podían permanecer demasiado lejos uno de otro, se amaban y por fin sus almas eran libres para dar rienda suelta a todo lo que sentían, estaban condenados a amarse y nunca una condena había sido más dulce.

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