Rick terminó de darle de comer a la niña antes de pedirle, portarse bien e irse a la cama temprano, la ayudó a cambiar su pijama para después arroparla y desearle buenas noches. El alfa jadeó mientras se acercaba a la habitación al final del pasillo. Se dijo que estaba haciendo las cosas bien y que solo necesitaba calmarse un poco.«No deberías tenerla atada».El lobo en su interior habló. Rick volteó sus ojos antes de abrir la puerta con la mirada fija hacia el frente. La loba, sentada justo a un par de metros de ella, mostró sus dientes. Rick se quedó donde estaba mientras aquel hermoso animal daba dos pasos hacia atrás para luego tratar de saltar sobre él; sin embargo, el largo de la cadena se lo impidió.— ¿Te encuentras bien? — cuestionó metiendo la mano en sus bolsillos — ¿A gusto? Siéntete libre de cambiar y decirme lo que piensas en cualquier momento.Rick suspiró, ignoró el gruñido del animal en su cabeza antes de sacar un par de prendas de su maleta. No se había siquiera des
Raquel observó a su hija jugar en la nieve justo cuando el hombre molesto que la mantenía atada consiguió sacarla fuera de casa. Realmente aquello le molestaba, pero ella no quería ceder, no podía hacerlo delante de aquel hombre. ¡Sería como rendirme ante este molesto hombre! Rick vio las ansias en el rostro de la loba, sacó el pequeño gorro que había tomado del armario y trató de no reírse mientras sujetaba a Raquel para colocarla aquella cosa. Nada era más humillante para un lobo que ser tratado como mascota. — ¿Qué te parece? — el alfa suspiró—. Te ataré a porche para que no te enfríes mucho, querida, aunque supongo que siendo una raza pura de Alaska el frío no es un problema. El hombre suspiró. Se dejó caer en las escaleras del porche donde había atado la loba y miró al frente con algo de ironía — mi padre era un lobo viajante, vino a investigar para las manadas del sur, la vida en Alaska y pun, el amor surgió, soy cálido, pero el frío a veces me cala las patas. Raquel, gruño,
Raquel abrió sus ojos de golpe cuando sintió una ligera brisa recorrer su piel, la piel humana que por más de dos años no había usado. La chica parpadeó dos veces sin poder siquiera hablar, ya que su cuerpo era prácticamente nuevo para ella. El cálido ambiente alrededor había sido interrumpida por la brisa que se colaba por la ventana entreabierta de aquel salón, no había nadie más con ella, pero la chica recordaba perfectamente lo que había sucedido antes de que perdiera la conciencia. El aroma dulce y picante que removía su pecho de aquella segadora manera no podía tener otra explicación que el ser una luna, la luna de ese hombre. Raquel negó, se dijo que aquello era simplemente una pequeña confusión que quizás solo se sintió abrumada por lo agradable que estaban siendo con ella. Un ligero toque en el marco que separaba la sala del comedor hizo que la chica moviera su cabeza hasta ahí, el hombre con un delantal naranja que se acercó a ella sonrió ligeramente mientras Raquel hizo
Rick vio las lágrimas de su luna y sintió que su mundo se estaba volviendo nada, solo por esa mirada en su rostro. Niega antes de intentar darle un poco más de comer, pero cuando no lo consigue, decide rendirse, al menos por ese momento.— ¿Quieres hacer alguna cosa? — la chica lo miró — ¿Quieres ver la tele?, jugar con tu hija, quizás…La mujer negó, señaló con sus ojos hacia el techo y Rick resopló con disgusto mientras alejaba todo de la mesa para luego tomarla en brazos. El tenerla tan cerca solo hizo que el lobo dentro de Rick se emocionara.— Sabes que necesitas hacer un poco por tu parte, debes tratar de hablar, de acostumbrarte a esto — suspiró el chico —. Ser humana otra vez puede ser bueno para cuando Amaya pida saber quién es realmente su madre.Aunque Rick pensó en que usar a la niña podría ayudarla a animarse, cuando ella simplemente bajó la mirada hacia su regazo, aun en sus brazos supo que realmente no había forma de ayudarla, por lo menos en ese momento. El alfa maniob
La respiración de Raquel se aceleró, cerró sus ojos cuando la piel de su hombro fue acariciada ligeramente por la húmeda esponja en las manos masculinas de Rick. El alfa sonrío a su lobo gruñir con ansias cuando la suave esponja en aquellas acariciaba ese delicado lugar en la garganta que cualquier lobo ansiaba morder.— Debería hablar de algo — la voz de Rick sonó alrededor del baño demasiado aguda — ¿Qué tal si me cuentas alguna cosa?, intenta hablar.La mujer que acompañaba al hombre en el baño no habló, Raquel ni siquiera se atrevía a mirar a otro lugar que los ojos del alfa frente a ella dentro de la bañera, pero aquello solo hacía que algo latiera con mucha más intensidad en su pecho.— Bien, entonces te contaré una buena historia — el hombre sonrío — Amaya hace unos meses comió en exceso, mi madre la dejó porque esa niña la ha hecho incapaz de negarle algo — bajó la mano hacia sus brazos mientras hablaba — pero después de que se fue a dormir, en mi habitación las cosas se salie
— La abuela me regaló unos jubetes de felpa— la niña sentada en medio de la sala de estar rebuscó en un bolso algún muñeco rosa mullido— ¿te busta?Raquel suspiró, deseo realmente poder hacer alguna cosa más que mirar a su hija. Movió ligeramente los dedos de su mano. Agradecía poder seguir avanzando en su recuperación con lentitud. El olor de la comida venía desde algún otro lugar mientras el sonido de la madera al romperse sonaba bajo de casa.Raquel ansió acercarse a la ventana, mirar si realmente su alfa estaba cortando madera para la pequeña chimenea que aún no habían tenido la necesidad de encender, pero que sin duda sería muy bonita.— ¿Quieres jugar conmigo? — Amaya caminó hacia Raquel, dejó el peluche sobre su regazo — ete será tu jubete — corrió a tomar otro — ete será el mío.Raquel trató de mover su brazo, pero le fue imposible, luchó con toda su fuerza para al menos sostener al muñeco y cuando lo consiguió sintió la alegría iluminar su día. La niña no había notado nada, p
«Deberías actuar, seducirla»— No creo que eso sea necesario en este momento —respondió Rick a su lobo mientras terminaba de cortar un poco más de madera —. Ella necesita algo más de tiempo.«¿Qué podría necesitar?»— Tiempo, está aun sin recuperarse, está asustada y no quiero que se sienta mal y escape de mí.«Cómo podría sentirse mal con el amor de su alfa, no seas absurdo»— Es mucho más que eso, ahora deja de acosarme, hoy tengo que hacer muchas cosas.«Deberíamos ir a casar, quizás eso la haga ver que somos el mejor de los alfas»Rick puso sus ojos en blanco ante aquellas palabras, los lobos podían tener pensamientos racionales y primitivos la mayoría del tiempo, pero Rick siempre estuvo exento de ellos. Aunque parecía que habían comenzado a florecer de la nada.Después de terminar de cortar la madera que había dejado ayer en la tarde para ese día, el alfa caminó de regreso a la casa. Miró a la mujer sentada en la misma posición que la había dejado un par de horas atrás, sintió g
Una semana después, Raquel sintió el sudor correr por su espalda, pero agradeció poder tomar el último bocado en el plato que se encontraba frente a ella. El hombre, sentado una silla más allá de ella, sonrió mientras servía algo de agua en el vaso que le correspondía.— No te fuerces de más — se puso en pie para ofrecerle el vaso —, no quiero que te hagas daño, puedo ver que estás exhausta.— No quiero — susurró —. Puedo, sola.Las palabras seguían sonando extrañas, el hombre se encogió de hombros con una sonrisa, pero le obligó a beber algo de agua del vaso que sujetó contra sus labios. El corazón de Raquel se emocionó, miró directamente a los hombres y el agua corrió hacia el lugar incorrecto en su garganta.— ¡Los siento!, ¡de verdad lo siento!Musitó Rick mientras veía a su luna toser, se dijo que debió estar más concentrado en lo que estaba haciendo, que en la vista bastante reveladora que le ofrecía aquella posición. Su luna dejó de toser mientras él limpiaba alrededor de su bo