Capítulo 05: El hijo bastardo del Alfa.

¡CLANK!

Las puertas del gran salón se abrieron de par en par, dejando entrar un aire frío y tenso. El Alfa caminó con paso firme hacia la mesa ovalada del salón del consejo, cuyas luces de las farolas de pared iluminaban esa oscura noche. Con un gesto, dejó caer sus manos sobre la mesa.

¡PUM!

El golpe resonó en la sala, causando que los objetos sobre la mesa temblaran. Las expresiones de los hombres lobos del consejo se tornaron frías, todos clavaron sus miradas en el Rey Alfa Zefor.

Ese macho, con su mirada dorada y afilada, los observaba con una determinación implacable, y comenzó a hablar de manera directa:

—Buscaré a mi ex-Beta, Korina.

La sorpresa invadió al consejo.

—¿La ex-Beta? ¿Esa maldita traidora?

—¡No, Alfa! ¡No puede traerla de regreso! —exclamó uno de los lobos más viejos del consejo, sintiéndose indignado.

—Nunca dije que la "traería", dije: "buscaré" —aclaró Zefor, enderezándose y cepillando hacia atrás su cabello oscuro con una mano. Su voz era clara y firme—. Es probable que sepa dónde está mi cachorro primogénito. Como todos saben, mi Luna falleció esta noche —continuó Zefor con una indiferencia que helaba el ambiente, como si hablara de algo trivia—. Y con ella se llevó la vida de mis futuros cachorros. No seguiré con este maldito experimento de buscar una hembra que, tal vez, me dé un cachorro con mi don.

—Es por eso que a quien debería buscar, Alfa, es a su Luna verdadera —intervino otro de los hombres lobos, un guerrero corpulento, frunciendo el ceño—. No más hembras cualquiera de la manada, no más Lunas falsas. Si su luna verdadera pare un cachorro, será más poderoso que ninguno. El primogénito bastardo, hijo de la ex-Beta Korina, ya no será relevante.

—La busqué. He buscado a mi compañera destinada sin éxito. Un sucesor poderoso es suficiente. Quien sea que me lo dé, será mi Luna. Por eso, encontraré a mi primogénito y lo traeré como un plan B. Quizá no sea tan inútil el bastardo.

Zefor les dio la espalda, comenzando a marcharse con una actitud que dejaba claro a sus lobos que la decisión estaba tomada. Aquel que no estuviera de acuerdo, que se atreviera a desafiarlo.

…………..

✧✧✧ En las afueras del territorio de la manada "Susurros Nocturnos". ✧✧✧

Los primeros rayos del sol comenzaban a filtrarse por las copas de los árboles, que lucían coloridos en ese otoño. Las hojas rojas y amarillas caían sobre la tierra, algunas arrastradas por el viento hasta el agua del río que corría con una fuerza feroz.

Justo en una orilla de dicho río, con la mitad del cuerpo en el agua y la otra en la orilla de arena húmeda, yacía el cuerpo de la hembra rubia, pálido y golpeado.

Cerca de ahí, en el frondoso bosque, cuatro machos con maletas y capuchas marrones continuaban su camino de regreso a la manada, cuando…

—¿Huelen eso? —olfateó uno de ellos.

Los otros tres se detuvieron, comenzando a olfatear el aire. Todos siguieron el aroma.

—Huele a hembra… ¿preñada? Qué extraño, parece que una loba de la manada se perdió, esta zona está lejos —comentó otro. Finalmente, bajaron la pendiente rumbo a la parte arenosa a orillas del río y…

¡Vieron a Adalet!

—¡Está herida! —gritó uno de ellos, corriendo hacia ella y sacándola por completo del río, cubriéndola con su capucha—. Esta loba tiene un olor extraño… Hay algo más en ella, y… Su embarazo ya está avanzado. ¿Cómo terminó aquí? —levantó la mirada, observando los alrededores—. No hay manera… Es imposible que este río la haya arrastrado.

—¿Está con vida? ¿Qué tal sus cachorros? —preguntó uno de los lobos.

—Ella respira. Levemente, pero respira. No sé nada de los cachorros. ¿La llevamos a la manada? ¿Y si resulta ser una enemiga?

—Llevémosla. Es lo mejor.

……………

✧✧✧ Una semana más tarde. ✧✧✧

¡CRAAAANK!

Uno de los edificios de madera se desplomó, consumido por las llamas.

Grandes columnas de fuego se alzaban alrededor de la pequeña aldea, arrasando todo a su paso. Cuerpos de lobos yacían por doquier, pero solo el grupo de hombres lobos de Garra Dorada se mantenía en pie, envuelto en la aura de protección de su Alfa, que los hacía casi invencibles.

A la orilla del río cercano, sentado sobre un viejo tronco, se encontraba el Rey Alfa Zefor. Su porte era imponente y frío, y sus ojos dorados observaban a la hembra que yacía unos metros delante de él.

Ella tenía el cabello corto, de un rubio característico de su manada, y sus ojos dorados eran tan claros que parecían brillar.

Su figura lucía frágil, uno de sus brazos estaba repleto de cicatrices viejas. Estaba desnuda, cubierta de heridas y moretones actuales, lentamente comenzó a levantarse.

—¿Por qué no me matas? ¿Me has buscado para eso, no? —preguntó Korina, la ex-Beta a la que ese hombre lobo, había una vez amado.

Era una hembra de su pasado, una que había traicionado su confianza y que él había echado de la manada.

—Morirás, Korina —respondió Zefor, su mirada dorada brillando con la furia de su ira—. Pero no por mis garras. No eres digna de morir por mis manos, no una traidora como tú. Ahora, dime. Es la última vez que lo pregunto: ¿dónde escondiste a ese bastardo que pariste hace diez años?

Korina se rió con frialdad.

—¡Mátame, Alfa! ¡Nunca te daré a nuestro hijo, lo sabes! ¡Él es tu debilidad, va a vencerte y a apoderarse de todo lo que tienes! —gritó hasta que…

¡POF!

Uno de los lobos que había llegado le lanzó un puñetazo, dejándola inconsciente.

—Respeta a mi Alfa, traidora.

—Llévatela —ordenó Zefor con desdén—. Mátala y tírala en el bosque, que las bestias terminen de devorarla —sentenció con crueldad.

El hombre lobo tomó a Korina, cargándola sobre su hombro y comenzó a alejarse.

—¡NOOO! ¡MAMÁ! —gritó un cachorro, emergiendo de la espesura del bosque—. ¡¿QUÉ LE HICISTE?!

El lobo que cargaba a Korina miró a su Alfa. Zefor asintió fríamente.

«Vete. Yo me encargo de esto», le dijo el Rey Alfa por medio de su enlace mental.

—Así que… tú eres el bastardo que parió la ex-Beta —dijo Zefor con un tono de triunfo en su voz, pero sin atreverse a llamarlo "su hijo".

¿Por qué lo haría?

Lo odiaba tanto como a su madre. Solo podría ser una herramienta útil… Quizá.

—¡MALDITO! ¡DEVUÉLVEME A MI MAMÁ! —el cachorro corrió hacia Zefor, dispuesto a atacarlo, pero en ese momento…

¡POOOF!

Con una fuerte patada, Zefor lo elevó por los aires, haciendo que el cachorro se estrellara contra un grueso árbol en la distancia, cayendo pesadamente al suelo rocoso.

Sin embargo, antes del impacto, una tenue aura dorada lo envolvió. Era mínima, casi insignificante, pero ahí estaba… la prueba de que era su hijo… Su don divino.

El cachorro quedó tendido en el suelo, y Zefor se acercó, cargándolo sobre su hombro.

—Veamos qué tanto sirves. Si no, tendré que matarte.

………………

✧✧✧ En la manada de "Susurros Nocturnos". ✧✧✧

Sangre…

El cuerpo de la hembra estaba cubierto de sangre, y un charco carmesí caliente y espeso bajo ella la hacía temblar de escalofríos. En sus brazos sostenía a dos pequeños cachorros… dos bebés que estaban…

¡MUERTOS!

Completamente inertes entre sus brazos, hasta que…

—¡¡¡AAAAAHHHH!!! —Adalet despertó, soltando un profundo grito, su corazón latiendo desbocado y su cuerpo empapado de sudor.

¿Fue una pesadilla? ¿Era real?

La hembra se encontró en una cama con sábanas cómodas y, de inmediato, se quitó la manta gruesa, posando sus ojos verdes esmeralda en su vientre.

Todo lo que le importaba… ¡Eran sus cachorros gemelos!

¡CLANK!

Las puertas de la habitación se abrieron en ese momento, entrando un hombre lobo de edad madura, visiblemente alterado.

—Adi, hija mía. Finalmente has despertado.

El alma de la hembra volvió a su cuerpo al ver que su enorme barriga de embarazo seguía con ella. Lo podía sentir… sus cachorros seguían vivos dentro de ella.

Pero entonces, las palabras de ese macho hicieron eco en su mente.

"¿Hija?"

Volvió a mirar a Adalet, confundida.

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