El pasillo se llenó de una tensión escalofriante, cuando el Alfa Zefor apareció frente a las dos hembras. La presencia de ese macho era imponente, y la loba Renna, que había estado disfrutando de la confrontación con Adalet, sintió un escalofrío recorrerla de pies a cabeza. Los ojos dorados del Rey Alfa, brillantes y afilados como cuchillas, se clavaron en ella, y eso la hizo retroceder un paso. —¿Qué está pasando aquí? —resonó la gruesa voz de ese macho, con una autoridad natural de un Alfa. Renna tragó saliva, sintiendo que su confianza se desmoronaba al ver a su Rey. La mirada de Zefor la hacía sentir pequeña e insignificante; y sin prestarle atención a ella, Zefor se giró hacia Adalet, quien estaba aún más sorprendida por su llegada. —¡Ah! —un pequeño gritito salió de la boca de Adalet, cuando ese macho la rodeó por la cintura, acercándose a ella de una manera que la hizo estremecer. La fragancia de sus feromonas invadió las fosas nasales de esa hembra de ojos esm
✧✧✧ En la manada "Susurros Nocturnos". ✧✧✧ La luna brillaba en lo alto, su luz plateada bañaba el pueblo en una atmósfera casi mágica. Las calles, aún en proceso de reconstrucción tras el último conflicto, se iluminaban con cientos de farolas y antorchas. Las sombras se movían, y en medio de esta luz tenue, una larga fila se formaba frente a la mansión de la manada Susurros Nocturnos. Hombres lobos aguardaban su turno; algunos traían consigo la esperanza de obtener recompensas por información valiosa, mientras otros parecían tener una agenda más oscura. En el interior de la mansión, un gran salón se extendía en todo su esplendor. En el centro del salón, un trono imponente se alzaba, hecho de un material que parecía absorber la luz, dándole un aire casi sobrenatural. El Alfa Malcon, con sus fríos ojos turquesas, se encontraba sentado en su trono, observando a los que se atrevían a presentarse ante él. Los guardianes, hombres lobos musculosos y vigilantes, dejaban pasar a los so
Malcon se quedó sin palabras. No era común que alguien se ofreciera de esa manera. Se acercó lentamente, sintiendo la intensidad de su mirada. Su instinto le decía que había más en Korina de lo que parecía. —No estoy acostumbrado a usar mi don de esta forma —le murmuró ese macho, dudando por unos segundos. —A veces hay que arriesgarse para obtener lo que se desea —respondió ella, su voz casi un susurro y… Provocativa. Con un movimiento ágil, Malcon mordió su cuello, y el poder de su don fluyó entre ellos. Los ojos de Korina se cerraron, y durante minutos que parecieron estirarse, Malcon se sumergió en su mente, buscando la verdad. Escuchaba, en la mente de él, llegaban las voces de Korina, hablando en el pasado, no veía nada, pero voces de Korina y Zefor resonaban en el interior de Malcon. ¡LO SUPO! ¡ELLA TENÍA UNA HISTORIA CON SU ENEMIGO! El silencio era abrumador, pero en su interior, una tormenta de emociones se desató. Cuando finalmente abrió los ojos, se encontró
Alfa Zefor arqueó una ceja, su mirada dorada llena de desdén. Se detuvo también, girando ligeramente su torso para alinearse con ella. Su postura era desafiante, pero había un aire de control notable en su figura. —Puedo oler tu irritación —le dijo ese macho, su voz baja y amenazante—. Si no te calmas, te cargaré sobre mi hombro y te llevaré de regreso a la mansión. No verás a los gemelos, y te volveré a encerrar en esa habitación. La ira de Luna Adalet aumentó al recordar cómo el Alfa Zefor había destruido gran parte de su antigua manada, Susurros Nocturnos. Para terminarla encerrando, ahora él lo admitía. "¿Así que él sí me encerró? ¡Maldito hijo de perra!" Pensó la hembra rubia, furiosa. Su corazón latía con fuerza, pero ella no podía permitir que su miedo la dominara. —¡Eres un maldito despiadado, Zefor! —le gritó Adalet, acercándose a él con furia. Su voz temblaba de rabia mientras levantaba la mano, como si estuviera a punto de abofetearlo—. Eres una bestia cruel, y n
Adalet, anonadada por lo que acababa de presenciar, frunció el ceño. La rabia la invadió al ver cómo sus hijos se encariñaban con un macho al que ella pensaba matar. Caminó a varios metros detrás del Alfa Zefor, seguida del Beta Woren, sintiendo el peso de su propia impotencia. —No me sigas —dijo Luna Adalet, sin mirar atrás—. No es como si fuera a escapar. Sé que algo así sería imposible. El Beta Woren sonrió, disfrutando de la provocación. —Es bueno que lo sepas y que no me des problemas extras —respondió ese macho, mientras sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y desafío—. Es una lástima que sean tan lindos esos gemelos que has parido. Adalet clavó sus afilados ojos verdes esmeralda en el Beta, sintiendo que su corazón se aceleraba. —¿A qué te refieres? —preguntó, su voz temblando de rabia. —Tendré que entrenarlos —dijo el Beta Woren, encogiéndose de hombros—. El Alfa Zefor está buscando al sucesor perfecto. Si es un cachorro defectuoso, no sirve. Y si tiene que
>>> Adalet: No me soltó... El maldito no me soltó de sus brazos ni un solo momento. No era que me sintiera cómoda, todo lo contrario. ¡Estaba furiosa! —¡SUÉLTAME, ZEFOR! —grité, exigiéndole con todas mis fuerzas. Hice de todo, pero… ¿por qué tenía que ser tan increíblemente fuerte? Exhalé, y en cuestión de minutos, dejamos atrás el pueblo y el sendero boscoso que lo conectaba con la mansión. Al entrar en la mansión de "Garra Dorada", las miradas de sus hombres y mujeres lobos nos seguían. ¡Claro! Su Rey Alfa me llevaba en brazos, desnuda, salvo por la camisa que él me había puesto para cubrir mi figura. No soy muy alta. Tal vez no tengo la misma fuerza que otras hembras Alfas, pero… ¡estoy orgullosa de lo que soy! Hasta que él me hacía sentir… diminuta, insignificante, simplemente… nada. Mi corazón latía con fuerza. Solté un profundo suspiro y, de pronto… llegamos a su habitación. ¡¿SU HABITACIÓN?! —¡AH! ¡¿QUÉ CARAJOS HACEMOS AQUÍ?! —le grité. Clack~ El sonido
—¡¡AAAAHHH!! ¡ALÉJATE DE MÍ! El grito desgarrador de la mujer resonó en la húmeda y oscura habitación de piedra, un lugar sombrío donde las paredes estaban cubiertas de musgo y polvo. Las ventanas, en un triste estado de abandono, permitían que una luz intensa y anaranjada se filtrara… una luz proveniente del… ¡FUEGO! Esa noche, el caos reinaba en el exterior del viejo edificio, un lugar solitario en medio del denso bosque. Las llamas lo consumían con voracidad, mientras el aire estaba impregnado de un olor a ceniza y destrucción. Frente a ella, una bestia imponente se erguía, un enorme lobo cuyo pelaje dorado estaba manchado de un rojo intenso, que por supuesto… ¡ERA SANGRE! Misma sangre que goteaba de su hocico y caía de sus colmillos afilados. Era evidente que este monstruo había estado involucrado en algo horrendo, en una cacería que había dejado huellas de muerte a su paso. La hembra, atrapada en un estado de pánico, se lanzó de la camilla de piedra donde habí
Los pasos de sus botas resonaban en el largo y amplio pasillo de la mansión. Las largas ventanas a un costado permitían que se filtrara la luz de la luna. Con porte majestuoso y su afilada mirada dorada fija en el frente, ese alto y poderoso Alfa cargaba a la hembra inconsciente envuelta por una capucha negra. Alfa Zefor detuvo sus pasos. De inmediato, uno de sus hombres lobos abrió la puerta para él. Cuando ingresó a la habitación, varios médicos ya estaban esperando; él colocó en la cama a la hembra híbrida, Adalet. —Examinen a esta hembra. Quiero saber su estado de salud, físico y mental. Todo —ordenó el Rey Alfa. Sin dar siquiera una oportunidad de preguntas, se giró dispuesto a irse de la habitación, pero fue cuando escuchó unos pasos apresurados acompañados de gritos llenos de urgencia. —¡ALFAAA! ¡REY ALFA! —gritaba uno de los guardianes, casi sin aire, se detuvo bajo el marco, haciendo una leve y rápida reverencia—. ¡Su hijo, Alfa! ¡Ryder ha muerto! Alfa Zefor se quedó