28. El celo

A la mañana siguiente Dayron se fue a cumplir sus obligaciones ya que estuvo ausente todo estos días que estuve secuestrada y Angi había recogido a su hija como a las seis de la mañana.

Yo me desperté como a las diez, una vez bañada y vestida me dispuse a bajar a comer algo, pero justo cuando tenía la mano en el picaporte alguien abre la puerta y yo caigo de nalgas en el suelo.

—¡Ahh! —gritó Carol entrando junto a Fani y Adelaide.

—Auch —me quejé levantándome del suelo y sobando mi nalga.

—¡Ya no eres Virgen! ¡Esto hay que celebrarlo! —grita Fani, la cual tenía una botella de sidra en la mano.

—Tú hermano no es el primero con el que he estado. Ha habido dos antes que él. —ella se queda en shock y no sé por qué.

—No le digas nada a mi hermano si no quieres que los mate.

—No tengo ningún problema, al final ya uno está muerto. —dije con fastidio por mi caída.

—En fin, cuéntanos, ¿la tiene grande? —
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