En cuanto dio la orden todos los lobos salieron corriendo, mientras los que estaban fuera de la casa de la futura Luna de la manada comenzaban a cuchichear sobre lo que estaba ocurriendo en la casa de la futura Luna, ya se había comenzado a divulgar entre los lobos la traición de Dilay.
Por medio del enlace mental ya la mayoría de la manada sabían porque llevaba la guardia a la familia de Dilay. Asael iba inconsciente, los golpes que le había dado Lyon habían sido muy fuertes, Aysel iba detrás de él, un poco lastimada por la manera que él la había aventado contra la pared, y por último Tara con la cabeza al suelo, sentía la peor vergüenza de su vida, no podía creer que su hija le estuviera causando esta deshonra, este desprestigio, ellos que eran una de las mejores familias de toda la manada. Los llevaron hasta la casa del alfa donde en el sótano había adecuado un lugar para que fueran las celdas donde encerraba a los picaros o rebeldes que se atrevían atacar su manada, pero esta vez iban albergar a la familia de la mujer que lo había roto por dentro. Cuando los dejaron en ese lugar que tenía un olor horrible, Aysel corrió junto a su padre que seguía sin regresar en sí. —¡Papá! ¡Papito! —toco su frente y aun sintiendo su propio dolor cerro los ojos. —¿Qué haces? —preguntó su madre mirando con error a su hija. Desde que nació odiaba esa marca en su rostro, no entendía porque la Diosa había permitido que naciera con esa horrible cicatriz, que en ocasiones parecía que fuera algo vivo, como un gusano asqueroso que quisiera salir, pues se movía, se levantaba de su piel y el color café se intensificaba hasta el punto de hacerse casi negro. De pronto la marca brillo, Aysel abrió los ojos los cuales habían cambiado por un segundo de azul a blanco por completo. Tara abrió los ojos al ver como esa luz se extendía por su marido, borrando el rastro de sangre y golpes que había sufrido. Asael abrió los ojos, al tiempo que el brillo desaparecía y Aysel volvía a ser ella, y la marca seguía cubriendo su mejilla y frente derecha. —No sé porque desperdiciar ese maldito don cuando estamos condenados —dijo con total desprecio Tara —No si pedimos a la Diosa que interceda por nosotros —respondió Aysel que un poco débil se ponía de rodillas…—oremos para que Lyon tenga misericordia. —Si la llegara a tener, nos volveríamos picaros, nos ha quitado todo —dijo Asael en un tono de pesimismo —y prefiero morir antes que ser expulsado de la manda, donde he servido por años, donde mi familia ha sido fiel al alfa. —Además quien puede asegurar que la Diosa te escuchará, tú una loba marcada —completo con desprecio Tara —eres tan insignificante que estoy segura que será inútil tus plegarias, no sé porque la Diosa me dio una hija tan fea, y porque me castigo con la hija de mi hermana, una malagradecida, pero la maldigo por causarnos este dolor, espero nunca pueda ser feliz… —No digas eso mamá, mejor ora para que Lyon cambie de opinión —reitero Aysel, pero Tara se cruzó de brazos, se fua a un rincón, el más oscuro a llorar su desgracia, Asael se unió a ella, pues se sentían miserables porque había perdido todo. Aysel los ignoró, junto sus manos, cerro los ojos y comenzó a elevar su oración al cielo, pidiendo piedad a la Diosa. ********** Cuando Uzziel entró en casa de Lyon vio el huracán que había pasado por el lugar, muchas cosas se estrellaron contra la pared, otras fueron contra en suelo, la fotografía que mando hacer para cuando Dilay tomara su lugar como luna estaba destrozada en el suelo. Solo él se atrevió acercarse, pues nadie de la manada quería ponerse en su camino, sus ojos inyectados de odio parecía que iba asesinar al primero que pasará al frente de él. —Lyon amigo —lo llamo al ver todo el desastre, pues no lo veía por ningún lado. —¿Ya es hora? —preguntó Lyon mientras apretaba una daga de plata con el mango de madera que su padre le había dado cuando gano su primer combate. —No, todavía falta… —Entonces que haces aquí, fui muy claro que nadie me molestará hasta que fuera la hora de la ejecución de la familia de esa m*****a loba traicionera… —exclamo exaltado Lyon, cuando levantó la vista sus ojos seguían rojos, llenos de odio y dolor. —Solo querías saber cómo estas y a decirte que consideres lo que piensas hacer esta noche, yo creo que no debes cobrarles a ellos los errores de Dilay… —¡Qué no vuelvas a decir su maldito nombre! —Lyon se levantó como resorte del suelo, la daga fue directamente al cuello de su mejor amigo, cada vez que recordaba su nombre, su risa o algo de ella, era como si la daga entrara más profunda en su corazón. —Está bien amigo —dijo Uzziel levanto las manos, en señal de rendición —solo pido que tengas misericordia con ellos, tal vez un día te puedas arrepentir… —No tendré misericordia con la familia de la loba que me ha causado un gran dolor, —dijo al tiempo que soltaba a su amigo y caminaba a tomar un poco de la cerveza que hacían en la manada, solo ese licor ayudaba a mitigar un poco el dolor que sentía por dentro —ellos deben pagar también por ser tan estúpidos y no darse cuenta que ella me estaba traicionando… —Tú mismo lo estas reconociendo, ellos no sabían que Di… —Uzziel de detuvo al darse cuenta que estaba por cometer una indiscreción de nuevo —que ella se veía con otro lobo —dijo con calma, tratando que eso hiciera que Lyon entrará en razón —castigo suficiente va ser que le quites todo, hasta los puedes expulsar de la manada, pero no manches tus manos con sangre de lobos inocentes, no le hagas daño a Aysel ella… —No quiero escuchar ni una palabra en su defensa, nada, ni la misma Diosa hará que cambie de opinión —replico Lyon lanzando la daga contra Uzziel, el frio filo paso rosando su cabeza, para quedar incrustada en la pared de madera que había detrás de él —ahora lárgate y prepara todo para esta noche… y por último si los lobos regresan házmelo saber, yo mismo quiero romperle el cuello a esa m*****a. Con la cabeza al suelo, Uzziel salió de la casa a obedecerlo, sabía que estaba cometiendo un error, pero el dolor que sentía por la traición de Dilay lo tenía sordo y ciego. Era la noche más oscura, la luna no salía y era una ocasión perfecta para terminar con la traición que había sufrido. Lyon vestido de negro salió de su casa, detrás de él iban Aysel en primer lugar, después Asael y por último Tara que iba con la cabeza en el suelo, sufría escuchando las burlas de las mujeres que se había dicho su amiga, a las que les había presumido que su hija adoptiva sería la próxima luna, la mujer más importante de la manada luna azul. No sabía que le dolía más la traición de su sobrina, o las burlas de esas arpías. Para esa hora en la manada no se hablaba de otra cosa que no fuera como Dilay había despreciado ser la luna de la manada, por consiguiente, había rechazado a Lyon, para irse con el forastero y dejar en ridículo a la familia. Los llevaron hasta el templo de la Diosa que estaba dentro del gran follaje de un árbol llorón, ahí los esperaba el oráculo y la sacerdotisa que eran los únicos que vivían ahí para servir y orar a la Diosa por el bien de la manada. —¿Está todo listo? —preguntó Lyon a lo que el oráculo y la sacerdotisa afirmaron con la cabeza —que comience la ejecución, la primera será Aysel. Los hombres que la custodiaban la hicieron pasar primero la pusieron sobre la gran piedra. —Lyon por favor ten piedad de nosotros, te juro que si yo hubiera sabiendo antes la hubiera detenido, Lyon por favor escúchame… —No quiero escuchar nada —dijo al tiempo que levantaba su mano para darle una bofetada en la cara de nuevo —no quiero que mi manada quede rastro de la sangre de esa m*****a loba… Miró a los hombres para que sujetarán a Aysel de las muñecas, levantó las manos con la daga y apunto directamente en el corazón de Aysel, ella lo miró fijamente, y con una sonrisa en los labios espero a que él lobo que amaba le quitara la vida. De pronto una luz blanca, tan blanca ilumino esa oscuridad que había, parecía de día, de ella broto una figura que avanzo sin tocar el suelo entre los presentes que se habían reunido para ver el castigo. Llegó hasta Lyon que estaba sorprendido que la Diosa estuviera ahí. Cuando estuvo cerca cayó al suelo de rodillas y agacho la cabeza. Ella toco su cabeza como una madre que consuela a su hijo y le hablo con dulzura. —Lyon hijo mío, no puedes continuar con este crimen, Aysel mi hija es tu luna…—No, ella no puede ser mi Luna, no puedo aceptarlo —dijo Lyon poniéndose de pie, desafiando los designios de la Diosa, sabiendo que era un grave error hacerlo delante de los lobos que estaban presentes —yo rechazo a…—No sigas Lyon Alfa de la Manada Luna Azul, si lo haces te arrepentirás —interrumpió la Diosa con voz fuerte y firme. —Yo nunca me arrepiento, yo no quiero a Aysel como mi luna —volvió a insistir Lyon mirando con desprecio a Aysel.—Si eso quieres, voy aceptar tu rechazo, pero tú también aceptaras las consecuencias —replicó la Diosa tocando su frente con un dedo —si rechazas a Aysel y continuas con este crimen, perderás lo que te fue dado desde nacimiento. —¿De qué habla Madre Luna? —preguntó desconcertado Lyon, mirando a la Diosa directamente a los ojos.El oráculo que había permanecido como solo espectador, hablo con voz fuerte.—Para que usted Alfa tome el liderazgo de la manada, debe estar unido a su compañera en la luna llena antes que cumpla los treinta años, si n
Horas antes.Lyon ingreso a su casa, no bajaba el fuego que corría por sus venas, nunca antes había estado en una situación que lo pusiera contra la espada y la pared, tener que aceptar a Aysel como pareja había sido lo más difícil a pesar que muy dentro de él, se manifestaba una extraña sensación. —Creo que has tomado la decisión correcta —dijo Uzziel que entró detrás de él.—Yo no estoy seguro del todo —replico molesto Lyon —pero no podía permitir perder mi lugar que por derecho es mío, menos con sabes quién queriendo mi lugar… —Yo creo que has ganado mucho con Aysel como compañera —dijo sinceramente Uzziel que recibió una mirada dura por parte de Lyon —tú solo veías a su prima, pero Aysel tiene mejores cualidades como Luna que Dilay. Lyon gruño al escuchar ese nombre, miró a su amigo con mucho coraje, parecía que no había entendido que no quería volver a oír ese nombre. —Te dije que no volvieras a decir ese maldito nombre —su voz denotaba el odio que había dentro de él —y ¿A q
Las palabras de Lyon dejaron helada a Emel, que desvió la mirada a Aysel que permanecía en el mismo lugar.—¿Cómo es posible que ella tome el lugar de su hermana? —preguntó molesta y desconcertada —ella no puede ser tu Luna, no lo merece, es fea, por esa horrible marca en su rostro, no es digna de ti, tú mereces una mejor loba, piensa las cosas y toma otra que si… —de poco se acercó a Lyon, pero este la detuvo antes que pudiera tocarlo. —Ya está decidido, y no pienso ir en contra de los designios de la Diosa —anunció Lyon con voz fuerte y gruesa —ahora vete a tu casa, ya mi hermana no te necesita…—Pero Lyon, yo vivo aquí, soy la niñera de tu hermana, ella me necesita…—Desde esta noche Aysel vivirá aquí, y ella puede hacerse cargo de Feray, ahora vete y no me llames Lyon, soy el Alfa Lyon… —ordenó ya sin mirarla y subiendo a su habitación. Emel le hablo a su espalda, pero Lyon ya no la escucho, ni le prestó atención, lo único que quería era que se acabara ese maldito día. Emel inte
Los días se fueron volando, Aysel no había vuelto a cruzar palabra con Lyon desde que había llegado a vivir a su casa, cuando amanecía, él ya había salido de casa, y por la noche llegaba muy tarde, parecía que la quería evitar a toda costa, pero ella no se iba a dar por vencida, no era así, le haría saber que siempre la tendría. —Hoy es el gran día —dijo su madre cuando ingreso a su habitación —desde esta noche oficialmente serás la Luna de la manda luna azul. Aysel sonrió al espejo, su sueño se estaba haciendo realidad, desde el amanecer comenzó a escuchar las tradicionales competencias que eran en honor del Alfa, mientras las lobas elevaban canticos a la luna debajo de la ventana de la futura compañera, en ellos deseaban felicidad y fertilidad a la pareja que nacía ese día. —¿Cómo está mi padre? —preguntó Aysel, desde esa noche que Uzziel había ido por ella, no había salido de la casa de Lyon, por orden suya, así que no sabía nada de ellos. —Esta muy triste, por culpa de Dilay,
En la manada todo era fiesta, jubilo por la ceremonia de Luna que se llevaría a cabo en cuanto la primera luna llena del mes saliera de entre las montañas. Aysel estaba rodeada por las lobas de la manada que le hacía cantos mientras le adornaba el cabello con pequeñas flores. Ella miró un momento al otro lado, donde Lyon había sido rodeado por los lobos de la manada que danzaban, como parte de la tradición de los antepasados. Era el lobo más hermoso que pudiera tener como compañero. Cuando los primeros rayos de la Diosa de la luna comenzaron a bañar el valle, los lobos y lobas comenzaron avanzar por el camino que llevaba a la gran piedra que estaba por fuera del árbol llorón, los canticos deseaban la felicidad de la pareja destinada y los aullidos que hacían los lobos machos eran de júbilo por su alfa. Cuando llegaron ante el lugar donde los esperaba la sacerdotisa del templo con una flor dorada en sus manos, la luna ya estaba en el punto alto del cielo, el momento de la unión habí
Lyon entró a su habitación casi al amanecer esperando ver a Aysel en su cama, pero grande fue su sorpresa al verla vacía. Apretó los puños pensando lo peor, si su hermana se había atrevido a engañarlo aun diciendo que lo quería, tal vez Aysel lo hiciera, más cuando no había ningún sentimiento por él. Furioso toco la puerta de la habitación que le había asignado, al abrirla la encontró sentada en frente del espejo arreglando su cabello en una larga trenza. —¿Por qué no dormiste en mi cama? —preguntó un poco enfadado Lyon mirándola por el espejo, Uzziel tenía razón era bella, a pesar de la marca que cubría su rostro. Al notar Aysel que Lyon miraba fijamente su rostro, lo oculto con su cabello, como siempre desde que tenía memoria.—Simplemente porque no tenía deseos de hacerlo, después que se fueran las chicas me entro mucho cansancio que decide venir a mi cama a dormir —lo miró de arriba abajo por el espejo, aún estaba vestido con el traje, solo la Diosa sabía dónde había dormido de
Lyon no entendía porque había tanta familiaridad entre su compañera y su mejor amigo, después de todo, ambos nunca habían tenido una relación de amistad antes, solo se habían limitado a saludarse, no tenía por qué haber esa confianza, ni de hablarse de tú. Solo que ella se la diera por un motivo, no podía desconfiar de su amigo, aunque le gustara flirtear con las lobas, él nunca lo traicionaría de esa manera, nunca se le ocurriría tocar a su luna de reemplazo.Mejor debía concentrar sus energías en encontrar a la traicionera de Dilay, como odia recordar su nombre, sus labios, esos que alguna vez fueron suyo y ahora besaban a ese maldito que se la quito, solo quitándoles la vida lograría calmar el odio que sentía por su corazón herido.Le dio alcance a Uzziel cerca del área de entrenamiento. —¿Los lobos que salieron en busca de ella tiene una pista hacia donde fueron? —ya había pasado una semana que la hermana de Aysel había huido y no tenían una pista de ella, ni del maldito que se
Aysel subió las escaleras en busca de Feray, antes que pudiera llegar a la habitación de la niña Emel se interpuso en su camino con una sonrisa de satisfacción, no sabía a qué se debía, si ella ya no trabajaba ahí, en su lugar estaría molesta, hasta triste, pero no era así, decidió ignorarla por completo, desde la última vez que hablaron ella se juró que nada que le dijera esa loba le afectaría. Intento pasar por un lado de ella, pero de nuevo Emel se puso en su camino. —Déjame pasar Emel —su tono de voz fue fuerte.—Oh si querida Luna —su voz denotaba cierta burla —aunque no debería llamarte así, Lyon aun no te marca —intento quitar su cabello para demostrar sus dichos, pero Aysel lo impidió tomando su brazo con fuerza.—No te atrevas a tocarme —dijo molesta Aysel que aventó el brazo de Emel —y no tolero tu falta de respeto, no debes llamar al alfa de tu manda por su nombre. —Si delante de todos puedo llamarlo Alfa Lyon, pero, en la intimidad de una habitación, en mi lecho grito s