—¿Qué te ocurre?—preguntó Hat mientras saltaba sin dificultad un robusto tronco partido que obstruía su camino.
Unos pasos por delante, Fenryr caminaba bufando por lo bajo y haciendo morisquetas al aire, mientras sus pensamientos se veían abstraídos hacia una sola persona.
—¿Por qué es tan necia y obstinada?—preguntó el chico de cabello dorado como el oro mientras detenía su andar y se giraba lentamente en su dirección.
Hat ya sabía de quién hablaba, entendía a la perfección lo que pasaba por el corazón de su amigo, sin embargo fingió desentendimiento.
—¿A qué te refieres?—inquirió él frunciendo su ceño y deslizando las manos en su bolsillo.
—Freyha… ¿Por qué es tan terca? Desobedece y se enfrenta al Alfa sin inmutarse—respondió pasando una mano bronceada por su dorada cabellera—¿Acaso no siente el tirón de la correa?.
Ahí estaba, la pregunta que tanto atormentaba a su amigo y a muchos otros miembros de la manada.
El poder de decisión que tenía su hermana no era normal, todos incluso el lobo más fuerte y poderoso sucumbía ante el tirón de una orden oral o silenciosa impuesta por el Alfa.
Todos menos Freyha.
El solo hecho de pensar el poder con el que cargaba su hermana era aterrador, más luego de la conversación de aquella mañana.
Ella casi no tenía control sobre su lobo.
Pero todo aquello era un secreto, uno que compartían solo los tres hermanos y morirían por protegerlo. De ser conocido, otros miembros de la manada podrían pedir su encierro o incluso su muerte, ya que un ataque no controlado por parte de Freyha podría dejarlos en evidencia ante el mundo humano.
—Freyha no es como los demás, tú lo sabes… ella tiene poder, su lobo es el más fuerte que jamás haya existido en esta manada—se limitó a responder Hat, una verdad a medias.
Fenryr asintió, sin embargo, el lobo negro sintió que algo más le ocurría a su amigo, después de todo veía que sus angulosas facciones seguían contraídas.
—Suéltalo—dijo de forma brusca Hat, preparándose para más preguntas relacionadas con el poder de su hermana.
Pero fue la mirada de ojos negros como el ónix que su amigo poso en el, la que le dijo que su actitud no tenía relacion alguna con lo que acababan de charlar.
—Ella me odiará, la humillé frente al círculo del Alfa—respondió con voz rasposa Fenryr.
Ante aquellas palabras, los hombres del lobo negro se relajaron, mientras una mueca torcida aparecía en su rostro.
—Obedecias una orden, ella lo entenderá—explicó Hat, suplicando a la luna porque aquellas palabras fueran verdad.
El chico de cabello color oro y piel de bronce soltó una baja risa escéptica ante el intento por levantar su autoestima.
—Vamos, conozco a Freyha desde que somos niños y ambos sabemos muy bien que no lo entenderá—contestó Fenryr con media sonrisa torcida en sus labios y una inmensa tristeza aflorando en sus ojos.
—Si es verdad, pero también es racional. Habla con ella está noche en el funeral de Isis y explica la situación.—respondió Hat retomando su perezoso andar—A parte…¿me puedes explicar que hago dándote consejos para acercarte a mi hermana?.
Fenryr siguió el ejemplo de su amigo y comenzó a caminar por el frondoso bosque de hermosos pinos, mientras los tenues rayos de luz se filtraban por las copas.
El chico de cabello como oro fluido soltó una baja y profunda risa de medianoche al oír las palabras del lobo negro.
—No es eso—intentó defenderse Fenryr.
—¿No?—respondió Hat elevando una tupida ceja negra mientras le dirigía una mirada incrédula a su amigo.
Ambos se observaron durante unos segundos antes de estallar en risas, la de Fenryr era histérica y frenética, mientras que la de Hat era contagiada de su amigo.
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La clara y fría luz de luna, se filtraba de forma delicada por las copas de los árboles, envolviendo el bosque en una espesa cortina de seda blanca.
Hacía frío, pero ninguno de los presentes lo sentía, eso gracias al lobo que cada uno de los miembros de la manada guardaba en su interior.
Vestidos con ropajes blancos, alrededor de cincuenta personas se ubicaban en torno a una pira vacía en forma de medio círculo. Freyha incluida entre la multitud.
—Hola—escuchó susurrar una profunda voz a su lado y al instante conoció su portador.
Fenryr estaba de pie a su lado, a escasos centímetros de ella, sin embargo, Freyha mantuvo su mirada al frente suplicando a la luna para que alguien más entablará conversación con ella.
Pero aquello era casi imposible, los demás miembros de la manada hablaban en un susurró entre ellos o simplemente aguardaban a la espera de que la luna ocupara su punto más alto en el cielo.
—¿Me vas a ignorar?—volvió a susurrar el chico de oro, en esta ocasión inclinándose hacia adelante para volcar las palabras en su oído.
El cálido aliento besando su cuello envío un electrizante escalofrío por su cuerpo que viajó a lo largo de su columna vertebral.
—Si—respondió tajante ella.
—Ya dejaste de ignorarme—ronroneó él en su oído, con un dejo de satisfacción.
Freyha apretó sus dientes con fuerza, mientras se daba la vuelta hacia él, deslizando su mirada color sol bañada de falso enojo en él.
—¿Qué quieres?—escupió ella en un susurró.
El gesto de Fenryr cambio, por un instante dejó de ser todo coqueteo y burlas, en sus ojos color ónix apareció un dejo de tristeza y culpa, algo que partió el corazón de la loba gris.
—Pedirte disculpas por lo de hoy—susurró él con un hilo de voz.
—¿Por qué exactamente?¿Por arrojarme al suelo y ensuciar mi ropa, o por humillarme?—siseó ella, enojada por sentirse mal por Fenryr.
—Me refería a lo segundo...pero ahora también te pido disculpas por ensuciar tu ropa—ronroneó él, notando el falso enojo que aparentaba tener ella.
—¿Y por arrojarme al suelo no?—increpó ella cruzando los brazos sobre su pecho.
El chico de oro hizo brotar una sensual sonrisa que habría paralizado cualquier corazón.
—No, eso lo disfruté bastante—respondió él regalándole un guiño de ojo.
Freyha escupió una risa, la cual hizo que todos a su alrededor girarán hacia ella, obligándola a poner su mejor cara de piedra mientras pedía disculpas y fingía mantener silencio hasta que los rostros a su alrededor volvieron a voltear en diferentes direcciones.
—Eres un idiota—siseó ella con sus mejillas enrojecidas por la vergüenza.
—El muerto se asusta del degollado—ronroneó él inclinándose levemente hacia adelante.
La loba gris esbozó una sonrisa lupina mientras se preparaba para arremeter contra él.
Sin embargo, notó cómo las personas comenzaban a mirar en una dirección, la cual ella siguió con sus ojos color sol.
Unos metros más allá, cargando el cuerpo de su difunto primo, se aproximaban sus dos hermanos, acompañados por su tío y el propio Alfa.
Bajando levemente la cabeza, todos los presentes vieron pasar el cuerpo de Isis a su lado, para luego ser depositado con delicadeza sobre la pura apagada.
Hat colocó una corona de laureles sobre su cabellera rubia, Skol dejo dos monedas de cobre sobre sus ojos cerrados, mientras que su tío, con lágrimas en los ojos, dejaba una espada entre sus manos que reposaban sobre su pecho.
Su abuelo le dirigió una mirada a su tío para ver si estaba en condiciones de hablar, pero este último negó con la cabeza, tragando el nudo que se apretaba en su garganta.
Un asentimiento por parte del Alfa fue todo el aviso que recibieron antes de que sus palabras comenzarán a envolverlos.
—Hoy, con dolor en nuestros corazones, despedimos de este mundo a Isis. Algunos perdieron a un amigo, otros un primo, su padre a un hijo, yo a un nieto, y la manada a un leal miembro; pero no deben olvidar que él no se fué realmente, su espíritu permanecerá con nosotros siempre—expresó su abuelo, acercándose a su hijo y apoyando una mano en sus hombros—De las sombras salimos y a las sombras volvemos, que la luna guíe tu camino.
—De las sombras salimos y a las sombras volvemos, que la luna guíe tu camino—dijeron todos los presentes al unísono, sus voces volviéndose eco en la inmensidad del bosque.
Ante aquellas palabras, Skol encendió una antorcha y comenzó a aproximarse a la pira, pero fue el brazo de su tío el que detuvo su caminar.
Bastó una mirada para que el hermano de oro le entregará a su tío la antorcha encendida.
Este último, acortó la poca distancia que lo separaba de su difunto hijo y acariciando su cabello dorado por última vez, dejó que las llamas de la antorcha comenzarán a devorar la cama de troncos dónde reposaba el cuerpo inerte de Isis.
—Que la luna guíe tu camino hijo—susurró él con un hilo de voz.
Las llamas no demoraron en consumir todo a su paso, incluido el cuerpo de Isis, el cual se convirtió por completo en cenizas ante el primer contacto.
Solo hizo falta una pequeña ventisca para hacer desaparecer las cenizas de su primo en la fría oscuridad del bosque.
Odio, vil y corrosivo, colmaba su ser.El lobo gris estaba furioso y hambriento, observaba el círculo de personas arrodilladas en el frío suelo del bosque a su alrededor, su mirada color sol era bestial.Muy poco quedaba de la humanidad.—Piedad—imploro Hat con sus dorados ojos repletos de pánico.Pero al lobo poco le importaba su miedo, pánico o dolor, su único interés era sucumbir a la necesidad de sangre que guiaba cada una de sus acciones.Con pisadas poderosas, el lobo se paseaba entre el círculo de personas, decidiendo cual sería el primero que deboraria. La rechoncha mujer de estatura baja se paseaba por la habitación con un constante gesto de desagrado en su rostro aplastado.El hecho de que sus cachetes cayeran de forma semejante a los de un bulldog, no ayudaba en nada a la mujer.Tampoco era algo que le importara demasiado a Freyha, después de todo, odiaba a aquella profesora desde hacía mucho tiempo atrás.Su desagrado se remontaba al primer llamado negativo de atención que la mujer profirió contra la loba gris, desde entonces, aquella profesora había desarrollado especial deleite en castigarla, enviarla a dirección o incluso humillarla frente a los demás.Y está vez no fue la excepción.<Capitulo 5:
Los tres días que faltaban para la llegada del sábado, se perdieron en el horizonte como una delicada pluma se pierde atrapada por un torrentoso viento de tormenta.Freyha no podía mentir diciendo que no estaba ansiosa por su paseo con Zeth, después de todo él era muy atractivo y aquella sería la primera cita de ella.La loba gris no tenía la menor idea de qué hacer en una o cómo prepararse para la ocasión.Por este motivo estaba Franchesca en su habitación escogiendo entre unos hermosos vestidos.Habría deseado que Rohan también la acompañará y ayudará en aquel momento, después de todo tenía más conocimientos de citas, modas
Fenryr:—¿Acaso eres idiota?—gruño enfadado el lobo negro, dirigiéndole una mirada de reproche a su amigo.Los tres lobos estaban de pie en el hermoso jardín trasero de la familia Crescent, sus humores eran ásperos. Todo debido al arrebato de palabras absurdas que Fenryr había escupido a la loba gris.—No me presiones Hat—advirtió el chico de mirada color noche.Demasiado tenía él con sus propios juicios, sabía que no debía decirle nada a Freyha, sin embargo las palabras escaparon de sus labios ayudadas por los celos y el enojo.—¿No po
Freyha:Los nervios revoloteaban por sus entrañas como un manojo de mariposas sobre plantas florecidas de camelias.Sin embargo se permitió sonreír, mientras terminaba de salir del hermoso bosque, después de todo tendría su primera cita.Quizás era algún absurdo efecto producido por la ansiedad mezclado con la emoción y un poco de alegría, pero todo le parecía más bello. Desde el verde de los pinos frondosos con su aroma tan particular, hasta las pequeñas alimañas que correteaban por las ramas, mismos animales que su lobo amaba devorar.La chica apartó aquel pensamiento de su mente, aquel día se permitiría ser
—¿Y qué te respondió?—susurró Fenryr sentado junto a Freyha en el amplio valle de fresias.La loba gris mordió su labio inferior que temblaba sin consuelo alguno, a su lado, el muchacho de cabello color sol se debatía si debía abrazarla o no.Al final decidió no hacerlo, sentía que al hacerlo, estaría aprovechándose de la situación.—Me dijo que no estaba al nivel de su hermano. Que no era más que una tonta niña salvaje—dijo Freyha con un hilo de voz.Fenryr respiro profundamente y envío hielo a sus venas, en un intento por aplacar la llameante cólera que parecía apoderarse de él co
—¿Cómo que te dejó plantada?—rugieron al unísono sus hermanos con consternación.—No es nada… me hizo un favor, ahora se que es un idiota—respondio Freyha intentando aligerar el ambiente, mientras tomaba un tomate para agregarlo a su hamburguesa.Cómo cada noche, los tres hermanos se encontraban solos en su casa, cenando lo que Skol cocinaba. Su abuelo tardaría en llegar, después de todo y como cada domingo por la noche, tenía reunión con los miembros del consejo de la manada.Sin embargo aquello era una excusa absurda, los tres lo sabían perfectamente.A su abuelo no le agradaba pasar tiempo en aquella casa, de seguro lo atormentaban el
El lobo blanco, astuto y hábil, ya había previsto aquel movimiento por parte de la loba gris, después de todo, él mismo había ejecutado cada uno de sus movimientos, gestos y acciones, para conducirla a aquel final.Cuando vio el frenesí colmar los dorados ojos de su hermana, supo que debía girar levemente su mentón para exponer su garganta. De esa forma sería un blanco fácil para ella, siendo Hat pasado por alto.En el preciso instante que Freyha saltó con fuerza desmesurada por encima de la mesa de madera, Skol se incorporó con velocidad, colocando su cuerpo unos centímetros a lado de la posición inicial.Cuando la loba gris pasó a su lado, envuelta en un frenesí