Capitulo 7:

Fenryr:

—¿Acaso eres idiota?—gruño enfadado el lobo negro, dirigiéndole una mirada de reproche a su amigo.

Los tres lobos estaban de pie en el hermoso jardín trasero de la familia Crescent, sus humores eran ásperos. Todo debido al arrebato de palabras absurdas que Fenryr había escupido a la loba gris.

—No me presiones Hat—advirtió el chico de mirada color noche.

Demasiado tenía él con sus propios juicios, sabía que no debía decirle nada a Freyha, sin embargo las palabras escaparon de sus labios ayudadas por los celos y el enojo.

—¿No podrías haberle dicho que estaba bella y ya?—incistio el lobo negro indignado—Sabes muy bien los complejos que carga ella respecto a su apariencia.

Hat se aproximó unos pasos, sus dientes apretados con ferocidad. Si había algo que lograste afectar algo a los gemelos, era Freyha y su bienestar.

—¿Qué demonios se suponía que debía decir? Estás muy linda, espero que disfrutes tu cita con el idiota—gruñó Fenryr, pasando una mano por su cedoso cabello color oro mientras se paseaba por el jardín nervioso.

—¡Si! Ahora el idiota eres tú… por favor amigo, actúas como si tuvieras algún absurdo derecho sobre ella. No eres su compañero —escupió Hat, sin embargo una duda apareció de forma repentina en su mirada—¿O acaso descubriste algo este último tiempo que no me dijiste?.

El chico de cabello color oro y mirada negra como la noche se quedó helado, contando los latidos de su corazón sin atreverse a responder.

Aún no tenía ninguna respuesta para darle a su amigo, estaba seguro de que le atraía Freyha, pero compañeros… ese vínculo inmortal que ataba dos almas para siempre.

El muchacho no estaba seguro de ser su compañero o siquiera querer serlo… no solo de ella, de nadie.

—Hat, detente—hablo Skol, en tono pausado y bajo.

Cómo siempre, el lobo blanco siendo la voz de la cordura en aquella infernal casa de locos.

Sus palabras surtieron el efecto deseado. El lobo negro respiro profundamente una vez, enviando hielo a su sangre hirviendo para calmar su cólera, antes de volver a dirigirle la palabra a su amigo.

—Lo lamento—se disculpó esté con notable culpa.

Fenryr siguió su ejemplo, respiro profundamente un par de veces antes de volver a pasar una mano por su sedoso cabello y responder.

—No, yo lo lamento… se que no tengo ningún estúpido derecho sobre ella, pero no puedo evitar sentirme así—su mirada oscura, esquivando la de los dos muchachos frente a él—...tampoco estoy seguro de saber si es o no mi compañera.

Esto último lo dijo en un tono demasiado bajo, imperceptible para cualquier humano… pero ninguno de los tres eran humanos.

Las miradas piadosas y llenas de bondad con la que lo miraron aquel par de gemelos le dieron ganas de llorar. 

El chico de mirada color noche estaba perdido y desamparado, se sentía frustrado a la vez que desesperado por no saber la respuesta a aquella pregunta que ardía en su corazón.

¿Acaso lo que sentía por Freyha era amor, atracción o era el maldito vínculo de emparejamiento tirando entre ellos?.

De ser esta última la respuesta, no estaba seguro de querer siquiera aceptarlo, después de todo, el vínculo no te daba amor, solo una orden para reproducirse y engendrar una descendencia fuerte, poderosa.

Pero el estaba cansado de seguir órdenes, suficiente tenía con las que acataba a diario, no quería sumarle la orden de un vínculo.

—Los vínculos son extraños, pero todos los que conozco se dieron en lobos adultos, quizás aún no es el momento de saberlo. Deberías esperar—sugirió Skol deslizando las manos en sus bolsillos.

Esperar… aquella opción era la peor de todas, una especie de tortura o castigo impuesto por el tiempo.

—¿Y qué pasa si somos compañeros pero ya es demasiado tarde… si se enamora de alguien más?—preguntó Fenryr, su corazón atándose en un nudo al pensar en aquella posibilidad.

Sin duda alguna, eso sería aún peor que la tortura de ver el tiempo desmigarse ante sus ojos. Aquello sería vivir en el maldito infierno cada día de su existencia.

Hat permaneció en silencio, incapaz de hablar y romper el corazón de su amigo. Sin embargo alguien debía darle una respuesta, fue por esto que la voz de la razón y cordura se aproximó unos pasos hacia él, colocó una mano sobre su hombro, y mientras lo miraba a los ojos, le dió aquella respuesta.

—Si eso llega a ocurrir, deberás vivir con eso. Con ganas de marcharte lejos para no sentir tu corazón romperse cada vez que la ves, mientras las ganas de matar a su pareja crecen dentro tuyo a cada instante. Sin embargo no te irás, el amor y la devoción hacia ella serán demasiado grandes para permitirte alejarte—explicó Skol.

Una advertencia, de lo que le esperaría si aquel era el destino que la luna le tenía reservado.

Pero no le importaba, buscaría una forma de vivir con aquel destino, por él, por Freyha.

Las palabras estaban hechas un nudo en su garganta, por lo que no logró hablar, solo asentir con la cabeza en afirmación mientras rogaba a la luna que se apiadara de él.

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Aquella charla con los gemelos le resultó esclarecedora, sin embargo sentía como una piedra pesada se hundía en su corazón con cada paso que daba por el tupido bosque.

Se había marchado luego de que las tensiones con Hat menguaron, todo gracias a Skol y su propuesta de jugar unos pases con la pequeña pelota púrpura que ambos gemelos tenían desde que eran niños.

«¿Qué debo hacer?» pensó él en silencio, con su mirada clavada en el cielo celeste reinante sobre su cabeza.

Sin embargo, no pudo oír la respuesta, si es que por algún milagro el cielo se la daba. No, pues el bajo susurró de llanto desconsolado atrajo su completa atención.

El chico de cabello color oro se detuvo a mitad de un paso, cerró los ojos y aspiró el aroma que el viento le traía.

Al instante supo a quién le pertenecía aquel lamento.

Freyha.

Sin demorar un solo instante más, el muchacho se largó a toda carrera marcando su propio sendero por el bosque, mientras el aroma dulce de la loba lo guiaba.

Aunque no se encontraba en su forma de lobo, se desplazó a toda velocidad por el lugar, saldando troncos caídos y algo podridos, mientras su corazón bombeaba adrenalina pura a su torrente.

En menos de cinco minutos, había llegado al corazón del hermoso bosque, un amplio valle verde plagado de fresisas de todos los colores existentes.

Sentada en una pequeña parcela, rodeada de las hermosas flores, la loba gris lloraba sin consuelo alguno sujetando sus rodillas con ambos brazos mientras dejaba descansar su cabeza sobre estás.

Aún no había notado su presencia, por lo que él se permitió observarla durante unos segundos.

¿Qué demonios le había ocurrido?

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