Capitulo 4:

Odio, vil y corrosivo, colmaba su ser.

El lobo gris estaba furioso y hambriento, observaba el círculo de personas arrodilladas en el frío suelo del bosque a su alrededor, su mirada color sol era bestial.

Muy poco quedaba de la humanidad.

—Piedad—imploro Hat con sus dorados ojos repletos de pánico.

Pero al lobo poco le importaba su miedo, pánico o dolor, su único interés era sucumbir a la necesidad de sangre que guiaba cada una de sus acciones.

Con pisadas poderosas, el lobo se paseaba entre el círculo de personas, decidiendo cual sería el primero que deboraria.

«No les hagas daño» gruñó Freyha, atrapada en el interior del lobo gris.

Estaba encadenada, apresada en el mismo sitio donde ella misma mantenía atrapado al lobo los días en que la luna no reinaba en lo alto del cielo.

El lobo se posicionó frente a Skol con especial deleite, siendo capaz de oler la pureza y valía que recorría su sangre. Una esencia que manaba de forma natural de su hermano mayor.

«¡No te le acerques!» gruñó con desesperación Freyha.

Su dolor, ansiedad y locura, parecieron agradar de especial manera al lobo, quien esbozó el atisbo de una sonrisa en su rostro bestial.

«Lo quieres» se burló el lobo en su mente, aquella voz oscura como una noche sin estrellas erizó el vello de su nuca.

Freyha no respondió, tenía miedo del lobo y lo que este sería capaz de hacer.

«Eres débil, el amor te hizo débil, querido contenedor… pero no te preocupes, yo te volveré fuerte»

Luego de expresar aquellas palabras y sin permitirle tiempo para procesar lo dicho, el enorme lobo gris se abalanzó con las fauces abiertas sobre su hermano.

Las lágrimas corrían por su mejillas, al tiempo que su garganta se rompía por el grito infinito que salía de lo más profundo de su pecho, mientras Freyha veía con sus ojos color sol como su hermano era devorado por aquella vil bestia.

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—¿Qué te ocurre Freyha?—preguntó Skol caminando a su lado.

Ella pestañeó un par de veces, alejando la pesadilla vivida la noche anterior de su mente, para lograr volver al mundo real.

A su alrededor, Hat y Fenryr la observaban con especial detenimiento; al parecer ella había pasado su mirada sobre este último durante la madre sabía cuánto tiempo.

—Lo lamento… no tuve una buena noche—se disculpó ella con las mejillas algo sonrojadas.

—¿Pesadillas? No me digas que volviste a orinar tu cama—se burló Hat en un intento por aliviar la tensión que veía en sus ojos.

Freyha esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos y largo un largo suspiro.

—Por lo que sé… tú eres el que aún orina su cama—ronroneó Fenryr, siguiendo el juego de su amigo.

—Ya les expliqué que aquello era jugo derramado—se defendió Hat, elevando las manos por encima de su cabeza.

—Dudoso… mi olfato me dijo algo diferente—respondió el chico de ojos color ónix arrastrando las palabras.

Skol esbozó una pequeña sonrisa, mientras que Hat enfilaba sus ojos entrecerrados en dirección a su amigo, quien esperaba su ataque en respuesta con una sonrisa lupina.

Pero Freyha no estaba prestando especial atención a la pelea que ambos chicos estaban librando, su mente se encontraba atormentada y azorada de preguntas.

Hat abrió su boca, preparado para reproducir lo que su mente ingeniosa había entramado, pero la cerró cuando la suave voz de su hermana menor emergió.

—¿Su lobo les habla?—susurró ella con un tono inaudible para todo ser no licántropo.

Al instante los tres chicos se frenaron de forma abrupta y enfilaron sus rostros hacia ella, con especial sorpresa ante aquellas palabras.

—Cuando llega la luna llena siento especial necesidad de pelear, cazar o correr… si es a eso a lo que te refieres—explicó Fenryr algo desconcertado.

Freyha se abrazó a sí misma mientras mordisqueaba su labio inferior, notando las miradas preocupadas de sus hermanos.

—No, me refiero a una conversación… como si hablara a su mente—respondió ella con la voz entrecortada.

—No, nunca… ¿A ti sí?—contestó el chico de ojos color ónix elevando sus doradas cejas.

Freyha tragó duro, sabiendo que acababa de cometer un error al decir tal cosa frente a Fenryr.

No importaba cuánto tiempo hacía que se conocían, o la confianza que tenían el uno en el otro, simplemente había cosas que no todos los oídos eran capaces de oír.

—No, era solo curiosidad—respondió ella forzando una sonrisa.

El chico de ojos color ónix esbozó una sonrisa en respuesta antes de retomar su caminata por el bosque en dirección a la escuela.

Freyha habría suspirado aliviada de no ser por las miradas escépticas que Skol y Hat posaban sobre ella.

No había terminado, luego retomaría la charla en la privacidad de su casa.

Sin saber si aquella pesadilla había sido real o falsa,  Freyha pasó el resto de su caminata a la escuela recreando cada segundo de su sueño, intentando saber si el lobo en verdad le había hablado o todo era producto de su imaginación.

Solo podía implorar a la luna porque lo segundo sea la respuesta acertada.

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—¿Quién es más guapo, Caín, Fenryr o Dominic?—soltó Franchesca trenzando el cabello Freyha.

La loba gris siguió el recorrido de su mirada al campo de deportes, dónde los chicos se arrojaban discos bajo el cálido sol, el cual sólo servía para hacerlos sudar aún más.

—¿De verdad te parece guapo el idiota de Caín? Dominic tiene su belleza, pero no sé compara con Fenryr, Skol o Hat—ronroneó Rohan recostando su firme barbilla sobre un puño—Son la mayor fuente de mis fantasías sexuales.

Freyha giró su rostro hacia su amigo con las cejas alzadas en lo alto de su frente.

—¿Disculpa? Estás hablando de mis hermanos… es asqueroso—respondió ella arrugando el puente de su nariz.

Franchesca soltó su cabello solo para dirigir ambas manos a su boca, en un intento por contener la risa que amenazaba con hacerla estallar.

—Freyha, acéptalo, todos en la escuela tienen fantasías sexuales con ellos… no es nuestra culpa que la genética los haya bendecido de semejante manera—se defendió Rohan enderezando su postura, mientras pasaba una mano pálida por su cabello castaño.

—La próxima vez puedes guardar tus pensamientos y confesiones… no quiero saber que clases de ideas depravadas tienes con mis hermanos—dijo ella regalándole una media sonrisa a su amigo.

El chico de cabello castaño y ojos color gris claro, extendió una mano para tomar la suya, regalándole una hermosa sonrisa adornada con hoyuelos.

—Querida Freyha, algún día cumpliré mis fantasías y tú me llamarás cuñado—respondió él liberando un largo suspiro.

Al instante, ambas chicas estallaron en risas, ante la mera idea del alocado Hat con Rohan o incluso el siempre prudente Skol paseando de su brazo… aquello rozaba lo inimaginable debido a sus personalidades completamente opuestas.

El sonido del timbre llamándolos para entrar a clases cortó su oleada de risas, obligándolos a ponerse de pie y comenzar su caminata hacia la escuela.

—¿No te gustaba un chico que conociste por Internet?—preguntó Franchesca enganchando un delgado brazo alrededor del de Rohan.

—¡Es verdad!—agregó Freyha tomando el otro brazo libre de su amigo.

—¿Qué les puedo decir? Soy un alma libre—respondió poniendo una mirada solemne.

—No, eres lo que las chicas llamamos "suripanta" pero en versión masculina—se burló Franchesca, deslizando un mechón de su cabello colorado detrás de su oreja.

Los tres amigos comenzaron a reír, absortos en su propia realidad, cuando un fuerte tirón el el hombro de Freyha los hizo separar de forma abrupta.

Ella no entendió lo que ocurría hasta que se vio en el frío suelo, con un atractivo chico frente a ella devolviendo su mirada.

—¡Dios, lo lamento mucho!—se disculpó el chico de ojos color esmeralda, apresurandose a ponerse de pie y extender una mano en su dirección.

Freyha tomó su mano, maravilladose por la fuerza, suavidad y calor que ésta poseía.

En menos de dos respiraciones, ella estaba de pie frente a él, aún tomando su mano.

—No pasa nada, fue un accidente… ¿Eres nuevo?—preguntó ella con una sonrisa tonta en su rostro.

Era demasiado guapo para ser humano, alto y fuerte, con hermosas facciones y un cabello que parecía demasiado sedoso… necesitaba deslizar sus manos por él.

«¡Mierda Freyha controla tus malditas hormonas!» 

—Si, nos mudamos hace poco y hoy es el primer día de clases mío y de mi hermana—explicó el aún aferrado a su mano, con una cálida sonrisa en sus sensuales labios.

—¿Zeth?—llamó una voz femenina unos pasos detrás de ellos.

Al instante, el atractivo chico soltó la mano de Freyha y siguió el camino de la voz.

—Hera… te estaba buscando—respondió el chico de ojos color esmeralda.

Una hermosa chica de cabello y ojos gemelos a los de él se aproximó a ellos con cara de pocos amigos.

—Se nota—escupió ella con frialdad dirigiéndole una mirada suficiente.

Al parecer, el atractivo chico llamado Zeth notó el gesto e intentó desviar la atención de aquello hablando.

—Mira ya tenemos una conocida, te presento a… ¿Cómo te llamas?—preguntó el chico de cabello negro con nerviosismo.

—Freyha… y ustedes Zeth… y Hera ¿No?—respondió Freyha con una sonrisa forzada en su rostro, dirigida a ambos.

—Bueno, ahora que ya nos conocemos, nos vamos—respondió de forma cortante la hermosa chica, dedicándole una mirada lasciva a los dos amigos detrás de Freyha, obligándolos a mantener la boca cerrada mientras comenzaba a caminar—vámonos Zeth o llegaremos tarde.

El chico frente a ella unió los hombros en lo alto de su cuerpo al tiempo que le dedicaba una mirada acompañada por una sonrisa pidiendo disculpas por las actividades de su hermana.

—Fue un placer conocerte Freyha… espero nos volvamos a ver pronto—dijo él antes de darse media vuelta y marcharse, siguiendo los pasos de su hermana.

Solo cuando ambos chicos estuvieron lo suficientemente lejos, Rohan volvió a hablar.

—Mierda, si ese chico te trae el cielo, sin dudas su hermana te lleva al infierno—escupió su amigo soltando un largo suspiro.

Ninguna de las dos amigas se vio inclinada a contradecirlo, después de todo, eran pocas las veces en que Rohan tenía la razón, pero cuando la tenía era innegablemente acertada.

Aquella era una de esas veces.

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