— ¿ Están conscientes de lo que dicen? — Son acusaciones muy graves.Los policías insistían mirando fijamente a Mara que no conseguía sostenerles la mirada. — Somos las víctimas y aún así siento que nos están tratando como si hubiésemos hecho algo malo —. Intervino Alice. — Tal vez deberíamos llamar la atención de la prensa en vez de venir a confiar en las autoridades que se supone deben protegernos. — No se precipite señorita. No es eso lo que estamos diciendo.— ¿ Entonces nos ayudarán? — Por supuesto, solo es que nos conmociona un poco. Un hombre tan querido… — Pues ya ve usted. No todos los monstruos viven en los libros de terror.Uno de los policías refunfuñó indeciso.— ¿ No es usted su ex- esposa? — preguntó señalando a Mara. — ¿ Y usted, no es la chica que fue dejada en el altar hace poco ? Alice frunció el ceño.— ¿ Qué tiene eso que ver? — Tiene mucho que ver. Ambas tienen razón para querer venganza de este hombre. — ¿ Acaso está usted ciego? ¿ No ve los moretones?
— ¿ Cómo te llamas? La prostituta movió la cabeza de lado a lado sacando de nuevo su cajetilla de largos y graciosos cigarrillos. — A usted no le interesa mi nombre. — La miró de arriba a abajo. — Le interesa encontrarlo, ¿ o no? —. Preguntó sacando chispas de un viejo mechero para encender el cilindro de nicotina entre sus labios.Margaret asintió entrelazando las manos sobre su regazo. — Está en casa de un hombre muy peligroso. Lo he visto con él. — ¿ Quién? ¡ Por favor dímelo! La prostituta cerró la boca y se acomodó apoyando la espalda en el mueble.Margaret comprendió. Se levantó, rebuscó en su bolso y lanzó a la mesilla de café entre ellas un fajo desordenado de billetes. — Es todo lo que tengo. La chica le regaló una mirada escéptica pero aún así se inclinó para contar los billetes. — No le aconsejo que vaya tras ellos. — Es mi sobrino. No puedo hacer otra cosa. — Lucía bien, y nadie lo estaba forzando. No creo que comprenda la profundidad del pozo de mierda en e
Margaret llamó a la puerta con un toque débil. Insistió varias veces. Ya se marchaba cuando se abrió la puerta a sus espaldas.— Buenos días. Reconoció su voz de inmediato. Se giró y allí estaba. Se echó sobre él, abrazándolo con fuerza.— Pensé que te había pasado algo horrible — Susurró entre sollozos. Dairon no la abrazaba de vuelta. Se separó de él y notó entocnes en su rostro una mirada diferente. — ¿ Qué haces aquí hijo? ¿ Estás bien? — Él me advirtió que gente como usted vendría. Que intentaría engañarme y aprovecharse de mí. — ¿ Qué dices Dairon? ¿ Qué te ha pasado? — Debería sentir vergüenza de dejarse manipular de tal manera por seres tan ruines y despreciables. — ¿ De qué hablas? No estás bien hijo. Todo esto fue un error. Vámonos a casa. Lo tomó de la mano intentando halarlo hacia el coche, pero él dió un paso atrás. — Por respeto a su edad y su condición de mujer he de pedirle que se vaya de aquí sin mayores consecuencias. — Dairon me estás asustando —. Margaret
— Sigo soñando con ella. — ¿ Qué dices ? — preguntó Vásquez atragantándose con el trozo de carne que devoraba. — Bueno, creo que es ella, no puedo estar seguro. Es una chica hermosa. De cabello largo y ojos brillantes. Me sonríe vestida de novia, como si esperara por mí en el altar, pero nunca soy capaz de alcanzarla. — Sabrá Dios el desorden que tiene tu mente como para andar soñando semejantes tonterías. — El caso es, amigo mío, que cuando sueño con ella despierto con el pecho adolorido. Las manos me tiemblan y tengo los ojos llenos de lágrimas. — Esa es la parte de ti que recuerda la traición. Que recuerda el dolor por el que esa perra te ha hecho pasar. — No estoy tan seguro. Se siente como si fuese algo tan puro. Casi como si las lágrimas fueran de felicidad absoluta.— ¡ Tonterías! Confía en mí que estuve allí. No amas a esa estúpida y nunca fuiste feliz con ella. Vásquez se levantó arrastrando su silla. Alcanzó la encimera de la cocina y presentó delante de Dairon un bo
— Todo está en orden con la declaración del médico y la firma en estos papeles tenemos lo que necesitamos. Ante los ojos de la ley él mismo ha cedido el control de sus propiedades hacia ti. El médico confirma que su estado de salud es vulnerable y sus impedimentos psicológicos lo entorpecerían en el ejercicio de tomar decisiones apropiadas para su negocio y su propia vida. Eres su guardián legal y el albacea de todas sus posesiones. Adjunto a estos documentos la dirección de todas sus propiedades y la sede de la empresa. Vásquez se frotaba las manos mientras escuchaba con atención. — Debe saber usted que yo como abogado no tomaré responsabilidad alguna en ningún movimiento legal que la familia de este hombre emprenda en contra suya, después de todo, según tengo entendido nunca han sido ustedes muy cercanos y resultará extraño que un ajeno venga de la nada a hacerse con las propiedades en las que estoy seguro todos tienen puesto sus ojos. — Comprendo, no se preocupe magistrado. Yo
— ¿Tú sabías sobre esto?.Leo no pudo más que bajar la vista ante la pregunta. Luego de un cálido discurso Vázquez le dejó saber a todos los atentos empleados que su jefe no regresaría, que ahora la empresa había cambiado de manos en una fusión amigable y ahora pasaba a ser parte de sus negocios. Cada uno de los presentes quedó anonadado, primero la invasión de la policía y luego la llegada de este extraño señor aclamando poseer la dirección que antes le correspondía a Dairon, dejaban muchas preguntas sin contestar. — No me creo ni una palabra. — Balbuceó Leo a la chica. — Esto no es posible, no hubiese ocurrido sin que Dairon me hubiese mencionado algo. Es una decisión que jamás hubiese tomado la ligera y mucho menos solo. Todo esto es demasiado extraño y me encargaré de arrojar luz sobre este asunto.No te preocupes, le encargaré de que los abogados lleguen cuanto antes. Revisaré cada uno de los papeles que ese hombre nos ha entregado y estoy dispuesto a luchar con uñas y dientes
Abrió los ojos despacio. Una venda le impedía la visión del lado derecho. Su conciencia estaba completamente anulada. No pensaba en lo ocurrido solo el instinto guiaba su mano hacia el ojo cubierto. Al tacto la gasa áspera le Susurró lo ocurrido y el dolor vino a la vida caso a la par que el recuerdo de la pelea.Alice comenzó a gritar. — ¡Senorita, está usted despierta! — Exclamó una enfermera sorprendida al encontrarla intentando despojarse de los vendajes. — ¡ No! — El médico llegó corriendo y se echó sobre ella, intentando detenerla. Tomó la asistencia de dos enfermeros más para lograr inmovilizarla. Estaba poseída por una fuerza inhumana y al verse incapaz de alcanzar la piel herida para saber con certeza la gravedad de la herida, rompió en llanto.— Ha sufrido una quemadura grave en el lado derecho del rostro que ha dado como resultado una desfiguración importante. — El médico le hablaba mientras Alice insistía en mover las manos ahora atadas con correas a los lados de la
— Perdóname — Margaret no se atrevía a mirarla a los ojos. Mara no encontraba palabras. No pudo imaginar cuando la vio entrar a la habitación que aquella señora descargaría sobre ella un secreto tan cataclísmico.— Yo no sabía… jamás te conocí… tienes que comprenderlo ella era mi hermana. No tenía manera alguna de saber cómo esto podría cambiar tantas vidas para mal —. Margaret se llevó las manos al rostro y cubriéndoselo comenzó a llorar. — Todo lo que ha pasado… mi madre…mi matrimonio …mi hijo —. Mara hizo una larga pausa. — ¡ Mi hijo es su hijo!Margaret se descubrió el rostro. — Félix es hijo de Dairon —. Repitió ella. Mara asintió.— Dios santo. ¡ Cuánto dolor he causado por callarme tantos años. Mara tomó una de sus manos entre las suyas. — Eso ya no importa. Lo importante ahora es recuperar el tiempo perdido. ¿ Dónde está Dairon? Margaret rompió a llorar nuevamente. — Se ha ido a buscarte. — ¿ A buscarme? — Sí, cuando supo todo salió decidido a recuperarte. Por eso a