— Perdóname — Margaret no se atrevía a mirarla a los ojos. Mara no encontraba palabras. No pudo imaginar cuando la vio entrar a la habitación que aquella señora descargaría sobre ella un secreto tan cataclísmico.— Yo no sabía… jamás te conocí… tienes que comprenderlo ella era mi hermana. No tenía manera alguna de saber cómo esto podría cambiar tantas vidas para mal —. Margaret se llevó las manos al rostro y cubriéndoselo comenzó a llorar. — Todo lo que ha pasado… mi madre…mi matrimonio …mi hijo —. Mara hizo una larga pausa. — ¡ Mi hijo es su hijo!Margaret se descubrió el rostro. — Félix es hijo de Dairon —. Repitió ella. Mara asintió.— Dios santo. ¡ Cuánto dolor he causado por callarme tantos años. Mara tomó una de sus manos entre las suyas. — Eso ya no importa. Lo importante ahora es recuperar el tiempo perdido. ¿ Dónde está Dairon? Margaret rompió a llorar nuevamente. — Se ha ido a buscarte. — ¿ A buscarme? — Sí, cuando supo todo salió decidido a recuperarte. Por eso a
— Desde la primera vez que te vi lo supe: te amaría por siempre. Estaba indefensa ante tus ojos vivaces y tú sonrisa. Fui tan feliz el día que me acorralaste en aquella esquina, le tomaste por la cintura y me besaste… creí que mi corazón iba a salir disparado de mi pecho. Dairon observaba como le hablaba con dulzura la mujer más hermosa que jamás había visto. Estaban juntos entre las sábanas, la luz cálida se colaba por las cortinas y el aroma a incienso de canela inundaba la habitación. Recuerdas lo que me.dijsite ese día? — Dairon contestó negando con la cabeza. Ella lo golpeó suavemente en el pecho. — ¿ Cómo puedes olvidar algo así? — Le reclamó — Justo después del beso te acercaste a mi oído y susurraste : Te amo, te amaré por siempre. Dairon sonrió.— Aún el recuerdo me eriza la piel.— Te amaré por siempre Mara, te lo prometo — dijo y volvió a besarla. Cuando separó los labios de los suyos se había desvanecido. La realidad se imponía sobre el sueño febril. Estaba de vuelt
Alice despertó rodeada de flores en una habitación donde la luz del sol bañaba todo con su dorado fulgor. Se movió en la cama, al principio inconsciente de sus heridas pero luego el roce con las sábanas suaves le causó tanto dolor que fue imposible de ignorar. Dejó escapar un grito a la par que llevaba sus manos a su piel lastimada. — ¿Está usted bien ?¿Qué le ha pasado? He oído un grito.Vasquez irrumpió en la habitación jadeando y preocupado. Alice se apresuró a cubrir el pijama semi transparente que llevaba.—¡ Salga de aquí váyase! — gritó ultrajada girando el rostro.Vázquez desapareció cerrando la puerta tras de sí y solo entonces ella se percató de lo familiar que le resultaba aquella habitación. Se levantó y poco a poco todos los recuerdos regresaron en avalancha. Acarició la mesilla de noche, abrió el vestidor y dentro encontró su ropa. El espejo en el que tantas veces antes se había mirado ahora la lastimaba con un reflejo horroroso y la cama le traía la insoportable memo
— He conseguido lo que me pediste — Dolores regresó a la casa al anochecer. Mara detuvo su caminata nerviosa por la habitación al verla aparecer.— De acuerdo con la chica que quedó como su secretaria, Vásquez se ha ido y no piensa volver en ningún momento cercano. Ella cree que está involucrado con alguien del extranjero porque le dio indicaciones estrictas de pagar sus cuentas y mantener algunos chicos dando vueltas por su casa para.evitsr robos. — Sí, eso ya lo sospechaba amiga, ¿ algo más? — Me dijo que justo antes de irse contrató tres plazas más de personal para la empresa, pero que nunca ha visto a esos empleados y que sus salarios se ingresan automáticamente a sus tarjetas sin que tengan que pasar jamás a recoger el cheque.— Jmm… — No sabía mucho más, pero me dió sus nombres… El rostro de Mara se iluminó y tomó el trozo de papel de sus manos. — ¿ Me dejas usar tu computadora? Dolores asintió. Los resultados de Google llevaron a páginas de facebook. — Un psicólogo, u
Ambos se miraban fijamente. Margaret n conseguía decir palabra alguna mientras Félix abrazaba su oso de peluche, perceptiblemente asustado. —Y…yo soy tu tía —. Se atrevió a decir con gran esfuerzo. El niño bajó la vista. Subió las piernas al asiento del coche y enterró el rostro entre las.todillas clavando sus uñas con fuerza en el oso carmelita.— Está bien cariño. Yo siento lo mismo, pero te mantendré a salvó hasta que tu madre regrese. La frase dejó un sabor amargo en su boca y Margaret arrancó el coche temiendo haber dado un paso que jamás podría deshacer y que tal vez acabara criando al hijo que la naturaleza le negó, en el ocaso de sus días. — ¿ Estás bien? — Dolores lavaba los platos cuando Mara entro a la cocina. El asco se dibujaba en su cara . — Me siento como una prostituta.— ¿ Qué dices? — Nada. Muchas gracias amiga. Gracias por todo —. La abrazó por la espalda, apretándola con fuerza. — Me voy—. Agregó al soltarla.— ¿ Adónde vas ? — Dolores de giró con las manos l
— Necesitaré su firma señorita — Pidió el notario disimulando a duras penas la sorpresa. — Por último la suya señor Vásquez —. Agregó deslizando el documento hacia el otro lado de la mesa.Salieron del ayuntamiento tal como si fuera una iglesia. Los guardaespaldas y choferes fueron la más parecido a invitados y familia que hubo presente. Les arrojaron pétalos de rosas, entre aplausos y vitores mientras Alice bajaba los escalones de piedra, con la mirada fija en el suelo. Cubriendo su rostro deforme con un tupido velo blanco. — No puede ser… — Murmuraba una señora a otra. — Escuché que hace unos días tuvo un horrible accidente. Dicen las enfermeras que trabajan en el hospital que el rostro le quedó irreconocible y ese hombre… nunca antes lo había visto. Parece muy mayor para ella. Todo esto es muy extraño. Los susurros se acallaban con el paso de la pareja. Caminaban de la mano hacia el coche. De repente, Vázquez se detuvo en el medio de la plaza. Sonrió a todos los vecinos. Los
— Supongo que te habrás quedado complacido —. Reclamó Alice al llegar a la habitación. Dejó caer el velo sobre la cama con un gesto de inconfundible molestia — No comprendo lo que quieres decir—. Rebatió Vázquez sentándose en el colchón para quitarse los zapatos.— Quiero decir que no comprendo por qué has tenido que levantar mi velo enfrente de todo el maldito pueblo.Vázquez luchaba con el nudo de los cordones, incapaz de deshacerlo— Si yo he decidido que nadie vea mi cara. No veo ninguna razón para la falta de respeto. No comprendo cómo has creído que era una buena idea dejarme en evidencia delante de la plaza entera. Demás está decir que nada de esto puede volverse a repetir o llamaré a mi abogado y retiraré toda esta locura de matrimonio para solicitar el divorcio y me dedicaré a ir a contarle a la prensa cuáles son tus planes para la fortuna que le has robado a Dairon, lo que has hecho con él y que es lo que has venido a buscar a este pueblo. Vázquez suspiró. Soltó los cordon
— Por suerte las cámaras me avisaron que estabas entrando.Mara lo miró perpleja. — No eres muy inteligente, eso me gusta. ¿ Cariño quien crees que dejó la puerta abierta para ti? Mara trago en seco .—¡ Vamos nena, abre esta puerta! Quiero tocarte. Edgar frunció el ceno golpeando con el puño cerrado el cristal de la ventanilla. — Lo siento, lo siento —. Murmuraba Mara con voz temblorosa . En la nuca podía sentir el calor de la respiración de Vásquez, su olor rancio a alcohol, el toque áspero de sus manos recorriendo su cuerpo. Las lágrimas saltaron de sus ojos y temblando arrancó el coche en reversa. — ¿ Qué haces ? ¿ Estás loca? — Edgar dio un brinco hacia atrás. —¡ Lo siento ! — Mara gritó entre lágrimas pero no sé disculpaba con Edgar que la miraba confundido, en el veía el rostro de Dairon. Mirando a los lados intentó abrir la puerta del mugriento coche azul aparcado afuera. No cedía. Rebuscó por detrás de la cabaña intentando encontrar el vehículo al que pertenecía pero