Lia bajó de la camioneta de Sam con la mano de Oliver bien apretada contra la suya. Se sentía nerviosa, como si estuviera a punto de conocer a su suegro, aunque supiera que no era así.Los padres de Oliver habían muerto en un accidente cuando era más joven y Lia no había visto de ellos más que un par de fotografías.La puerta del consultorio se abrió sin emitir ningún sonido y Oliver caminó hacia la recepción para anunciarse. Lia se sentó en una banca larga en la sala de espera.— ¿No notaste raro a Felipe? — le preguntó Oliver cuando se sentó a su lado.— Si — dijo Lia — no he hablado mucho de eso con él, pero parece que las cosas con Sam van demasiado lentas. Ahora tú y él son amigos, ¿Qué le pasa? — Oliver entrelazó los dedos con los suyos.— Bueno, este mes mataron a su primo, hace uso años, eran como hermanos, además, su trabajo en la ciudad… la verdad no sé por qué compró esa casa en el bosque, casi ni le queda tiempo — desde que todo quedó legalmente perfecto en el negocio de L
Lia no supo cómo interpretar la mirada del capitán, tenía una expresión fría y amargada al mismo tiempo y la mano de Oliver se apretó contra la suya.Helene tenía una maleta en el hombro como si fuera un trozo de leña y eso le pareció gracioso a Lia hasta que entraron al comedor.La joven gemela dejó las maletas que traían los tres cerca de la entrada y caminó hacia su hermana que hablaba con el capitán y Oliver de a mano de Lia llegaron con ellos.— Capitán Olarte — lo saludó Oliver y el hombre le tendió la mano.— Señor Back, Señora De la cruz. Un gusto verlos — Portia, que se veía muy atractiva con los trajes que escogía para el trabajo que era una mescla entre rebeldía y estilo modesto, tomó a Helene de la mano y se la llevó para enseñarle al resto del equipo.— ¿Todo está bien? — le preguntó Lia sentándose en frente y el capitán observó la limonada que tenía en la mesa frente a él.— Pues, no muy bien la verdad — le dio un largo trago a la bebida — ¿Contrataron a su hermana como
Oliver no podía dejar de sentirse observado, era una sensación extraña que lo tuvo despierto gran parte la noche. ¿Quién lo quería muerto y por qué? Trató de recordar a algún socio con el que hubiera tenido un altercado, una discusión personal o algo, pero no. Oliver siempre había intentado ser un hombre amable, únicamente los meses que estuvo casado con Lia se salió de control, ¿sería algo de esa época? Pero, ¿qué para una venganza tan personal y con tanta paciencia? ¿acaso Lia había despertado la atención de un calculador criminal? Fue al baño varias veces presa de una sed que lo acometía cada hora, pero cuando Lia despertaba él fingía dormir. No quería preocuparla, debía ser fuerte tambien por ella… y también debía prepararla para lo peor. Cuando se levantó esa mañana estaba tan cansado que hubiera podido dormir hasta el mediodía, pero debía trabajar y no demostrar debilidad, si el acosador los estaba acechando debía verse fuerte y entero. Así que se duchó con el agua más fría qu
Portia meditó la posibilidad de encargar otro lote de arroz, habían tenido una excursión a las ruinas de los restos de la civilización indígena que había habitado en los bosques que rodeaban las cumbres y se hospedaron ahí, y ahora estaba tras la recepción comprobando las reservas para averiguar si valía la pena comprar más arroz, pero después de consultarlo con doña Clara, la encargada de la cocina, llegaron a la conclusión de que no.Oliver había llegado temprano esa mañana con Lia y se acercó para saludarla. Portia pudo ver como el semblante de Oliver mejoró durante esas semanas, se había convertido en un hombre completo y radiante e irradiaba esa felicidad a todos lo que lo rodeaban, nunca lo había visto tan feliz, pero los últimos días, con la presión del asesino escondido en las sombras, habían opacado un poco su brillo.— ¿Cómo van las reservas para el día de la inauguración? — le preguntó y ella miró en la pantalla del computador.— Pues, no cabe nadie más — dijo, eso la tenía
Lia había dejado a Portia con el rubio alto enojado, le pareció graciosa la cara que la muchacha tenía y Lia pensó que era buena idea que aprendiera a lidiar con clientes difíciles, así que salió por el comedor hacia el patio y ahí se encontró con Oliver que se preparaba para ir a los termales.Lia lo abrazó por detrás y sintió algo duro en medio de su pecho. Así que se volvió y le quitó dos botones de la camisa.— Aquí no, cariño — le dijo él en broma y Lia le dio un golpecito en el hombro.En medio del pecho colgaba una piedra plana un poco más grande que una moneda y Lia la acarició con las yemas de los dedos.— Es como la que nos dio Helene la noche de los espíritus — Oliver tomó y miró el medallón.— Se supone que es para protegerme — Lia apretó los labios y le dio un beso a los nudillos de Oliver cuando levantó el medallón.— No sirvió la última vez — Oliver le devolvió el beso en la frente y se guardó el medallón dentro de la camisa y Lia le prendió los botones.— A ella la pon
Portia tenía los pelos de punta mientras esperaba en la recepción a que Sam regresara con la información que prometió recaudar, pero el viaje a la ciudad era largo, más estar allá y regresar. Estarían en el hotel apenas en la tarde.Felipe había acabado de recoger el comedor y los clientes andaban por ahí dispersos haciendo cosas, entretenidos en el televisor de la sala principal o esperando que llegase la hora de ir a alcanzar su vuelo.El aeropuerto era el principal motivo de los turistas que llenaban el hotel, y Portia solo tenía que hacer un par de cálculos para saber que, de no ser por los termales, el hotel sería una inversión bastante mala, una perdida completa de tiempo.Tal vez en los tiempos de gloria, cuando esa carretera era la principal, llegara a llenarse a diario de los que trataban de atravesar sus intrincadas curvas, pero desde que se habilitó otra vía esta había quedado en el abandono total.— Mierda — dijo y golpeó la madera cuando recordó que Oliver saldría de la e
Portia sintió un desazón en el pecho, una sola mirada del pelirrojo y sabía que la seguridad de su hermano estaba realmente comprometida, y no supo qué sentir al respecto. Por un lado, estaba el hecho de que tenían un sospechoso, aunque no sabía en qué medida Sam lo había logrado identificar, imaginó que no muy bien, de lo contario el abogado le hubiese dicho a Oliver, pero su hermano lucia su habitual gesto calmado y sonriente. Se puso de pie y cuando lo abrazó, el medallón de cuarzo extraño que Helene le había dado le hizo daño en un seno, pero lo abrazó con fuerza de todas maneras. — ¿Lograron identificarlo? — le preguntó con un hilo de voz y el pelinegro meneó la cabeza en una negación leve —¿Lia? — la mujer se sentó pesadamente en una silla. — La verdad no, en las cámaras de seguridad solo se lograba ver un hombre no muy alto y barrigón, podría se cualquiera — pero cuando Portia miró a Sam entendió que no era cualquiera, ¿Cómo es que Lia no era capaz de reconocer a su propio p
Portia no entendió al principio qué estaba pasando, observó la silueta de los hombres frente a ellos y uno tenía un arma en la mano, la extendió y le apuntó directo a su cuerpo, pero Carlo, que parecía había entendido perfectamente lo que estaba pasado, se interpuso entre ella y los hombres.— Esto no es contigo, rubiecito — le dijo uno de los hombres, tenía una voz aguda, como el sonido de una rata y Portia se pegó al cuerpo de Carlo al notar que algo andaba realmente mal. La espalda del hombre le ofreció un resguardo seguro, pero se sintió como una egoísta al esconderse y dejar que él se encargara de todo, así que trató de salir para dar la cara, pero la mano fuerte del hombre la sostuvo tras él.— Pues, vengo acompañando a la señorita, así que que sí es algo que me incumba — el hombre dio un paso al frente y le apuntó con el arma al pecho de Carlo, apuñalándolo en el fuerte pectoral.— Te estoy diciendo que te apartes, no es una pegunta, es una orden — Portia estaba agarrada de la