Portia tenía los pelos de punta mientras esperaba en la recepción a que Sam regresara con la información que prometió recaudar, pero el viaje a la ciudad era largo, más estar allá y regresar. Estarían en el hotel apenas en la tarde.Felipe había acabado de recoger el comedor y los clientes andaban por ahí dispersos haciendo cosas, entretenidos en el televisor de la sala principal o esperando que llegase la hora de ir a alcanzar su vuelo.El aeropuerto era el principal motivo de los turistas que llenaban el hotel, y Portia solo tenía que hacer un par de cálculos para saber que, de no ser por los termales, el hotel sería una inversión bastante mala, una perdida completa de tiempo.Tal vez en los tiempos de gloria, cuando esa carretera era la principal, llegara a llenarse a diario de los que trataban de atravesar sus intrincadas curvas, pero desde que se habilitó otra vía esta había quedado en el abandono total.— Mierda — dijo y golpeó la madera cuando recordó que Oliver saldría de la e
Portia sintió un desazón en el pecho, una sola mirada del pelirrojo y sabía que la seguridad de su hermano estaba realmente comprometida, y no supo qué sentir al respecto. Por un lado, estaba el hecho de que tenían un sospechoso, aunque no sabía en qué medida Sam lo había logrado identificar, imaginó que no muy bien, de lo contario el abogado le hubiese dicho a Oliver, pero su hermano lucia su habitual gesto calmado y sonriente. Se puso de pie y cuando lo abrazó, el medallón de cuarzo extraño que Helene le había dado le hizo daño en un seno, pero lo abrazó con fuerza de todas maneras. — ¿Lograron identificarlo? — le preguntó con un hilo de voz y el pelinegro meneó la cabeza en una negación leve —¿Lia? — la mujer se sentó pesadamente en una silla. — La verdad no, en las cámaras de seguridad solo se lograba ver un hombre no muy alto y barrigón, podría se cualquiera — pero cuando Portia miró a Sam entendió que no era cualquiera, ¿Cómo es que Lia no era capaz de reconocer a su propio p
Portia no entendió al principio qué estaba pasando, observó la silueta de los hombres frente a ellos y uno tenía un arma en la mano, la extendió y le apuntó directo a su cuerpo, pero Carlo, que parecía había entendido perfectamente lo que estaba pasado, se interpuso entre ella y los hombres.— Esto no es contigo, rubiecito — le dijo uno de los hombres, tenía una voz aguda, como el sonido de una rata y Portia se pegó al cuerpo de Carlo al notar que algo andaba realmente mal. La espalda del hombre le ofreció un resguardo seguro, pero se sintió como una egoísta al esconderse y dejar que él se encargara de todo, así que trató de salir para dar la cara, pero la mano fuerte del hombre la sostuvo tras él.— Pues, vengo acompañando a la señorita, así que que sí es algo que me incumba — el hombre dio un paso al frente y le apuntó con el arma al pecho de Carlo, apuñalándolo en el fuerte pectoral.— Te estoy diciendo que te apartes, no es una pegunta, es una orden — Portia estaba agarrada de la
Lia observó el rostro de terror de Oliver cuando salió del cuarto del baño. Jamás en su vida lo había visto así, ni siquiera cuando el espectro del doctor Coleman le metió la mano en el pecho y casi lo desvive.Le explicó todo a Lia mientras se ponía con rapidez los zapatos y salió corriendo de la casa. Por suerte Gloria aún no se había ido y Lia la dejó a cargo de Hada, aunque la niña ya estaba dormida.Oliver tomó el auto y arrancó casi sin esperar a que Lia cerrara la puerta. Lo primero que pensó fue en llamar a la policía, pero no llegarían a tiempo, así que llamó a Helene.— Hay disparos, Lia — le dijo la muchacha y Lia respiró.— Cierra toda la casa, apaga las luces y escondete en un baño, toma algo con lo que puedas defenderte — le dijo, no le quiso mencionar que su hermana estaba en el bosque en medio de los disparos, le pareció que todo complicaría más al miedo que la gemela tenía — ¡Ahora! — Helene cortó la llamada. Oliver le dio dos grandes puños al volante mientras conducí
Nadie pudo convencer a Lia, se le metió en la cabeza el enfrentar a su padre y ni el mismo Oliver había logrado convencerla de lo contrario. Así que apenas un día después del intento de atentado de Portia, la policía que la tenía en la pequeña sala dio por terminada la labor de llenarle el cuerpo de micrófonos y cámaras para capturar cada palabra que ella pudiera arrancarle a su padre.— ¿Está segura de esto todavía? — le preguntó el capitán que llevaba todos esos meses a cargo del atentado de Oliver — si él dice algo indebido o que lo ubique como culpable, será investigado y posiblemente enviado a la cárcel — Lia no tenía que pensarlo, sabía muy bien la respuesta.— Pues que se vaya para la cárcel, si las sospechas son ciertas, ese hombre es un asesino — Oliver estaba un metro más allá, inquieto y callado. El capitán Olarte se aclaró la garganta.— Hemos iniciado la investigación de la empresa del señor Julio, pero si es verdad que puede traficar, es muy cuidadoso.— Es él — confirm
Felipe dejó el plato con delicadeza frente a la mujer que le agradeció con una sonrisa y luego caminó a la cocina. Era la única pareja que quedaba en el hotel y se irían en una hora. Todo estaría vacío para comenzar a preparalo para la inauguración de los temales y Felipe se sintió estresado nomás de imaginar al gentío.Su primo Carlo estaba sentado en un confortable mueble de la sala de ocio de los trabajadores con un montón de papeles en el regazo, Felipe imaginó que eran como mil, tan pesados que tenía que apoyarlo en las piernas.Se sentó a su lado y el rubio grande le acarició el cabello como si fuera un cachorrito obediente y Felipe le apartó la mano de un manotón.— Si Esther no se va contigo hoy o mañana, cosa que no creo porque quiere ver la inauguración, tendrás que ir a mi casa — Carlo dejó de leer el papel que tenía en el regazo y negó con vehemencia.— ¿Y darle el gusto a la testaruda de Portia? No, además esta mañana que los visité no creas que no noté que están más bien
Oliver no había sido capaz de explicarle a Lia con palabras la frase “Helene se volverá loca” hasta que ella misma presenció como se transformó cuando le dijeron lo de la boda.Se rio, lloró mucho y los felicitó, luego se convirtió en una planeadora de bodas experta y lujosa y le dio un presupuesto a Oliver que lo hizo irse para atrás, luego se sentaron y por más de una hora a explicarle a la muchacha por qué no necesitaban mil rosas frescas y un vestido de diez mil dólares. Helene se defendió diciendo que pagaría la mitad de todo, pero Oliver no estaba dispuesto a permitir que la gemela gastara tanto, así que lograron llegar a un equilibrio entre algo clásico y causal y algo bonito y ostentoso.— Portia no se casará nunca — había dicho Helene y su hermana le enseñó el dedo de en medio — cuando yo me case alguien planeará mi boda por mí, así que la única boda que podré disfrutar de esta forma es la tuya — Oliver se encogió de hombros.— Cuando Felipe y Sam se casen — le dijo él y el p
Lia sintió que el corazón le palpitó tan fuerte cuando la marcha nupcial comenzó a sonar que de no ser por el corsé del vestido se le hubiera escapado.Helene le mostró un catálogo como de un millón de vestidos y cuando ella escogió ese llegó en el primer vuelo directo desde parís, era su regalo de bodas por parte de la gemela y Lia se sintió emocionada y conmovida. Era de un blanco hueso, de corsé recto hasta la cadera y el vestido se desprendía desde la cintura en un millar de hojas delgadas que la hacían parecer una rosa, con los pétalos ajustados que se anchaban a partir de las rodillas. El corsé brillaba reflejando miles de puntitos de luz a los invitados y los clientes del hotel la fotografiaron con emoción. Había un grupo de periodistas que no perdieron detalle de cada uno de sus movimientos y aunque Lia odiaba ser el centro de atención, ese era su día, lo disfrutaría y se regocijaría en él.Cuando comenzó a avanzar, la mano del doctor Cornelius se aferró a la suya y le ofreció