El brillo de una luna llena bañaba la elegante ciudad Florentina. Desde el balcón en el que Bethany estaba podía verse, a la lejanía, el río fluyendo con una calma imperturbable, envidiable para la caótica alma de la mujer que no conseguía serenarse.Hacía ya un par de horas que Ciro la dejó sola luego de que tropezara con viejos conocidos y éstos lo invitaran a su torneo de póker privado. Bethany consideró la idea de quedarse adentro y charlar con alguien, seguro encontraría alguien que estuviera tan solo como ella, sin embargo, recordó el lugar en el que estaba metida, y las personas invitadas. No hablaría con ingenieros, doctores, mucho menos abogados, sino que se trataba de mafiosos; criminales de mucho poder. Fue suficiente para decidir aislarse del resto, pues quería creer que ella no pertenecía a ese sombrío mundo y que fue un accidente lo que la unió a Ciro, apesar de que éste le dijera que ella sabía quién era él el día que lo conoció.De pronto, una copa de champagne cayó ba
La vuelta a casa fue en el ostentoso auto de Brahim. Bethany había decidido sentarse en los asientos traseros junto a Ciro quien terminó la noche con más copas de las debidas, su esposa lo agradeció pues creía que de haber tenido sus cinco sentidos vivaces habría notado su extraño comportamiento, y es que haberse besado con Brahim la desetabilizó en gran medida. No pudo sacarse de la mente ese instante recién vivido y recuperó otros que su optusa mente ya había dado por perdidos dándose cuenta de que su cuñado y ella compartían una historia bastante larga y jocosa.Sintió la calida mano de Ciro sujetando la suya que descansaba sobre su regazo. Movió la cabeza para verlo.-Gracias por haberme acompañado y por ser la mejor esposa. Te juro que no encontré una sola persona que no envidiara lo que tú y yo tenemos. -Dijo Ciro a penas logrando c
El sol acariciaba el rostro de Bethany lo que la incitó a despertar. Lo primero que pasó por su mente fue la noche anterior y su "especial" encuentro con su cuñado en la bodega de vinos de su esposo. Pensó que con el amanecer llegaría también el remordimiento, pero no fue así. De lo único de lo que se arrepentía era no haber sido valiente desde el principio para rehusarse al matrimonio, y es que las dudas de casarse siempre estuvieron presentes. Su relación con Ciro era una auténtica farsa, al menos así lo presentía.Se levantó y pasó directo al ordenador portátil que reposaba sobre su escritorio. Desde que supo la verdad de los hermanos Tonali no había vuelto a revisar su correo electrónico, ya venía siendo hora de hacerlo. Los mails se repartían entre anuncios y newsletter de páginas de suscripció
Era la primera vez, luego de varios días que Bethany andaba sola por las calles de Florencia. Sin ninguno de los hermanos cuidándola, o al menos eso suponía. Pensaba mucho en Brahim; en lo que sucedió la noche anterior, queriendo explicarse por qué pasó. Si hubiera sido Ciro seguro lo habría rechazado. Pero tratándose de Brahim no lo dudó. El alcohol jugó una carta muy importante, eso lo tenía claro, pero habia una razón más. Con Brahim fue una experiencia sexual, superficial. En cambio, Ciro habría jurado hacerle el amor y Bethany no podía concebirlo. Por más que su esposo proclamara amarla, ella no podía creerlo definitivamente. Y no quería que llegara un punto en que se olvidara de todo cuanto le hizo, de las mentiras y los engaños y terminara por caer enamorada. Perdonarlo no era una opción. Llegó a la calle "la dolce far niente" un vecindario muy agradable que inspiraba buen rollo entre los miembros de la comunidad, por esa especial característica Bethany la había sugerido a
Brahim se subió sobre Karla que estaba acostada de espalda en la cama, vistiendo en ropa interior mientras que él tenía sus abdominales al aire libre. La besaba con ferocidad y sus manos exploraban las profundidades de su cuerpo. Sin embargo, había un problemita, Brahim no conseguía encender su libido. La razón: no era la mujer que deseaba en su cama. Karla era hermosa y una experta de los placeres lujuriosos, aun así se hacía insuficiente para el mafioso, y es que le faltaba el toque de lo prohibido. No quería placer, quería a Bethany.La mujer de su hermano se aparecía en su imaginación planteándose en el lugar de Karla. Para Brahim era decepcionante abrir los ojos y no encontrarse a la pelirroja debajo de su cuerpo y por más que se esforzaba en disfrutar de la realidad, la fantasía se hacía más provocativa. Podía sentir la suave piel de Bethany cuando sus dedos acariciaban a la otra, podía advertir su fragancia y saborear sus labios. Bethany estaba anclada en su mente.
En las tres horas (y un poco más) en las que Ciro investigó a Derek, no había encontrado nada en lo absoluto de él, era un fantasma. Le aliviaba en cierto punto saber que no pertenecía a ningún cuerpo policiaco, pero aún quedaba la latente la posibilidad de que fuera miembro de alguna banda de crimen organizado. Quizás era un lacayo de Voslov que lo había enviado para investigar más a fondo a su preciosa Bethany y ésta pudo haber desahogado sus penas con él, posiblemente hasta le hubiese contado la verdad en un intento de ayuda.Cerró con fuerza la tapa de la laptop y despojó de su mente esa catastrófica idea. Voslov no podía ser tan idiota como para retar a los hermanos Tonali; empezando por la vida.-Ciro. -Llamó su esposa desde la entrada a su oficina. El aludido levantó su mirada hacia ella. -¿Puedo entrar? Quiero hablar cont
James tenía el ánimo por el suelo. En el banco le habían negado el crédito que solicitó, y esa era su última opción para encontrar el dinero suficiente para pagar el chantaje de Michael. La información que el detective tenía en su poder era oro para el desesperado hombre. No importaba cuánto dinero quisiera, James estaría dispuesto a pagarlo, aunque ya le había pintado una diana al detective. Michael no tenía idea de la clase de enemigo que había hecho.Llegó a su gimnasio que estaba abierto al público. Sus clientes más fieles lo saludaron, también los empleados. James respondió a los saludos cortésmente, pero carente de felicidad. Pasó hasta el fondo del local, a una pequeña parcela en la que se practicaba boxeo en un ring. No había nadie, por eso escogió ese sitio para pensar en soledad. La idea de vender el
Un auto pequeño y para nada lujoso se estacionó a orillas de la acera de la casa de Michael. Y un par de hombres descendió de él; vestidos de chándal y camiseta de tirantes, daban la sensación de que llegaban de estar en el gimnasio. Saludaron con mucha amabilidad a los vecinos que se cruzaron en su paso, caminaron a la entrada. Nadie sospecharía de ellos, a primera impresión parecían ser personas de bien, y la facilidad y naturalidad con la que ingresaron a la casa de Michael hizo creer que eran conocidos del convecino.-Revisa atrás. Yo me ocupo de estas zonas. –Ordenó uno de los hombres al otro. Se colocó guantes y empezó a abrir cajones y a mover objetos. Ciro les había dado instrucciones precisas: recolectar todo cuanto encontraran, sea o no revelador. El italiano quería saber quién