Hacía varias horas que le habían extraído más sangre y se la dieron al rey, pero él parecía no ser capaz de despertar todavía, según dijo uno de los médicos, su cuerpo había entrado en una especie de coma, parecía dormido, pero no lo estaba, era algo más cercano a la inconsciencia, ya que era imposible despertarlo de su sueño.Los médicos que lo estaban tratando, barajaban varias opciones; La primera era que su cuerpo necesitara toda la energía para curarse y por eso mantuviera su cuerpo bajo mínimo rendimiento, la segunda tenía más que ver con que el dolor experimentado hubiera sido tan intenso que de algún modo su metabolismo entrara en shock y colapsara dejándolo en esa situación o que simplemente no hubiera reaccionado bien al antídoto.Era curioso porque los médicos analizaban pequeñas muestras de sangre del rey cada cierto tiempo y estaba cada vez más roja, como si realmente se estuviera limpiando de todo ese veneno, esa era la razón por la que Asad estaba esperanzado, solo hací
Se podía notar en ese bello rostro que la chica había llorado mucho, tenía los ojos hinchados y rojos y a él eso no le gustó, por nada del mundo quería que esa mujer pudiera seguir llorando. Solo quería hacerla feliz el resto de vida que le quedaba a su lado, él se encargaría de eso, de que cada uno de los días que les quedaban juntos estuvieran llenos de dicha, toda la vida, que sería bastante larga, ya que ambos habían tomado el elixir que alargaba la vida.— No me dejes nunca — pedía ella sabiendo que la pérdida de él sería algo que le costaría mucho superar, estaba terriblemente enamorada de ese hombre, de un modo que se volvía doloroso si él sufría y la llenaba de felicidad si él estaba bien.— Estuviste presente en mis sueños todo el tiempo — confesó el rey — tú me mantuviste con vida, tú fuiste la razón por la que aguante tanto dolor durante todo este tiempo.Sus rostros se acercaban inevitablemente el uno al otro en busca de consuelo, en busca de ese anhelo que parecían necesi
— Les dije que estoy bien — aseguraba el rey al equipo de médicos que sorprendidos por su rápida recuperación, pretendían mantenerlo un tiempo más en observación.Por un lado, por precaución por si tenia algún tipo de recaída y por el otro por puro interés científico, querían analizar a través de su sangre y la de Maryam el mágico elixir que alargaba la vida.— No van a encontrar una explicación científica — Aseguró el rey entendiendo que era lo que sucedía — Porque es simplemente magia.Los médicos parecían no estar dispuestos a aceptar aquello, pero a él poco le importaba, él quería marcharse de allí e ir a asegurarse que sus hijos estaban con su madre, bien y a salvo en palacio.— Pero señor, no puede marcharse todavía.— Soy el rey y puedo hacer lo que yo quiera.Maryam esperaba fuera acompañada de Asad escuchando como el rey elevaba su voz para hacer constar su decisión y a penas unos segundos después la puerta se abrió y sin decir nada solo la observó, le dedicó una mirada cómpl
El rey apretó tan fuerte las manos alrededor de los muslos de la chica que estaba seguro de que los dedos le quedarían marcados durante al menos un par de días y ese simple pensamiento lo excitó tanto a que sus lamidas se incrementaron, intercaladas con succiones y suaves mordidas a medida que la chica se arqueaba y revolvía llenándolo todo con sus gemidos. Desde abajo podía observar cómo la mujer castigaba sus senos tal y como él había ordenado y eso solo hizo que quisiera sentir su orgasmo.Así que sin dejar de saborear, lamer, succionar y chupar entre sus piernas, llevó un dedo a su vagina, empapándolo bien con sus fluidos, sin llegar a penetrarla, tan solo llenándolo del producto de su placer mientras seguía llevándola al abismo y llevaba el dedo a su otra entrada, penetrándola con cuidado, lentamente, sintiendo como casi estuvo a punto de correrse por ese calor y presión, era tan estrecha que no podía casi aguantar en reclamarla, pero primero quería sentir como le daba su primer
Escucharla, decir que era suya era lo último que le faltaba al monarca para perder completamente el control de sus actos y ser incapaz de gestionar todo eso que parecía poseerlo y dirigirlo a querer tomar todo de ella, a consumirla en sus brazos y dejarse consumir también.Sentirla retorciéndose bajo su cuerpo hacía que la fuerza de sus empujes se incrementaraen busca de sofocar la exigencia muda que el otro cuerpo le imponía, necesitado de arrancar más de esos gemidos que eran la mejor música para sus oídos.—Si… más… — Mariam gimió echando su cabeza hacia atrás, mientras buscaba la forma de aferrarse al asiento y no caer a causa de los movimientos de él, a pesar de la incomodidad, no quería dejar de sentirlo.— Te daré más…— prometía él sin ser capaz de parar ni aminorar el ritmo de sus embestidas, acariciando las piernas que se habían enredado en sus caderas y que solo hacían encajar todavía más sus cuerpos, en un ritmo perfecto en el que él se hundía en ella y ella lo buscaba par
Después de un largo camino que se hizo más que placentero y entretenido para Maryam y el rey, por fin consiguieron llegar a palacio.Los cascos del caballo de Asad resonaban por el camino adoquinado de la entrada mientras uno de los mozos de cuadra se acercaba al primo del rey para tomar las riendas de su caballo mientras Asad descendía de este hasta el suelo.Unos segundos después, la carroza también entraba hasta la puerta del palacio.El chófer se bajó para acercarse a la puerta y les abrió para que pudieran salir.El primero que salió del vehículo fue el rey Darius III para luego girarse y tender la mano en dirección a su novia, quien se sostuvo de su mano para bajar los peldaños del carruaje.Cualquiera que hubiera visto aquella escena podía sentir la inmensa complicidad que había en esa pareja, la forma en que sus ojos parecían fijos en los de la otra persona, tal como si el mundo a su alrededor no existiera, o tal vez simplemente no les importara lo que sucediera fuera de la bu
Entonces la futura reina ya no lo dudó, cualquier malentendido qué hubiera sucedido entre ella y la reina madre era del pasado, no iba a guardarle rencor a una mujer que trataba con ese amor a sus hijos.Uno de los pequeños levantó la vista y sus ojos se abrieron muy grandes al darse cuenta quien los observaba desde la puerta, su cara era realmente de sorpresa, porque tras los ojos también se abrió su boca, aunque fue incapaz de hablar hasta después de un par de segundos.— ¡Mami!— Gritó el pequeño corriendo hasta llegar a su madre.Maryam se agachó para que el niño pudiera lanzarse a sus brazos y entonces ella lo abrazó con fuerza mientras los demás niños observaban la escena emocionados y la repetían.— ¡Mami, papá!— decían esas vocecitas infantiles abrazándose a ellos y llevándolos de besos y a su vez dejando que sus padres los besaran también.Les habían extrañado mucho y estaban muy preocupados por lo que pudiera sucederles o saber si volverían, aunque por suerte ahí había estado
Darius se levantó muy pronto aquella mañana, tenía muchos deberes reales atrasados que debía arreglar y otros tantos que debía tener terminados antes de la boda, porque obviamente después de esta se tomaría un tiempo para la luna de miel. No pensaba dejar pasar ese momento por obligaciones reales, no pensaba dejar pasar ningún momento con su familia en realidad.Estaba probándose su traje y sintiendo los nervios que obviamente también sentiría el día de la boda. Haría eso primero y así se olvidaría de ese detalle durante el resto del día para poder atender sus deberes como rey.Aunque el rey, a menudo, vestía de traje, no era lo mismo, estaba demasiado emocionado por al fin poder casarse con la mujer que amaba, de hecho Darius siempre creyó que se terminaría casando por conveniencia tal y como era normal para la gente noble, sobretodo para la realeza, tal vez con alguien que su madre decidiera o los consejeros reales, pero no, lo hacía completamente loco por su futura esposa.En reali