El primer día de clases de nuestro sexto semestre, fue, como describirlo. Cómo un balde de agua fría.Todos habíamos llegamos temprano y nos extrañó que ya estaba a punto de iniciar la primera clase y Anabel no se había presentado.Cuando la vimos llegar, casi ni la reconocimos, estaba algo delgada y demacrada. Su ropa, bueno, parecía haberse puesto lo primero que consiguió, sin importarle en absoluto el aspecto. Su cabello amarrado en una cola simple, obviamente sin peinar, podría describirse como un nido de pájaros. Ella llegó algo aletargada, nos saludó como si nos fuera visto el día anterior, con un simple ‘hola’ de lejos, pasando de largo hacia la secretaría para retirar su horario. Todos nos observamos evidentemente sorprendidos, sin entender lo que ocurría.Anabel salió de la oficina y comenzó a caminar hacia el grupo, pero no la deje llegar, camine hacia ella y la intercepte. Viéndola más cerca, detalle su semblante pálido, con bolsas bajo sus ojos, la mirada cristalizada y l
No fue fácil, no sabía qué decirle. ¿Qué podía hacer o decir para hacerla sentir mejor?. No tenía ni idea.— Es horrible, Leo. No sabes cuánto duele. — El llanto sonó con más intensidad. La halé hacia mí, recostó su rostro en mi pecho. Podía sentir como se estremecía. — Tenias razón, siempre tuviste razón.— ¿En qué?.— Es mejor no enamorarse, ser como tú. El amor apesta y duele, es horrible. — Se agarró con fuerza de mi franela, sus manos temblaban y sus lágrimas no cesaban ni por un instante.— No, Bel. Tú nunca has estado equivocada, yo sí. — La apreté más a mí.— ¿Cómo puedes decir eso? Nunca te has enamorado, no te han roto el corazón. Por eso eres feliz, en cambio, mírame a mí. Soy una estúpida.— No digas eso, no eres una tonta, ni estúpida, ni nada de eso. Bel eres... — Suspiré. — Eres la chica más increíble y genial que he conocido. — Deslice mi mano por su barbilla y levanté su rostro, quería que me viera a la cara. — He visto el amor a través de ti y me has inspirado. — El
Llegué el edificio alto tarde, sin embargo, todavía había mucho movimiento en el lugar. La enorme estructura era imponente, se veía lujosa desde afuera, supongo que es normal, pues pertenece a una importante empresa legal. Entré lleno de seguridad, me acerqué a la recepción para notificar a quien iría a visitar, me enviaron al ascensor, llegué al piso indicado donde me encontré con una segunda recepción, más pequeña.— Buenas tardes. — Saludé a una señora morena y elegante que estaba sentada tras el escritorio.— Buenas tardes, ¿En qué le podemos ayudar?. — Respondió muy amablemente.— Vengo a ver al Señor Christopher Adams. Soy Leo, un amigo que no ve hace años. — Mentí. Iris, la hermana del idiota me dijo que decir para que me dejarán pasar sin problemas.— ¡Ah claro! Su hermana nos avisó. — “Gracias Iris” sonreí en mi interior. — Me da un momento, por favor, debo llamar a su secretaria para avisar…Cuando la mujer levanto la vista con el teléfono pegado al oído, yo ya iba caminand
Lo tomé por la chaqueta con fuerza, tratando de contenerme.— No la mereces. — Susurré en su cara. — Ella es demasiado para ti y algún día te vas a dar cuenta y te vas a arrepentir.Él sonrió con suficiencia.— ¿Te diste cuenta de lo arrepentido que estaba cuando me interrumpiste?. — Le apreté con más fuerza la chaqueta.— ¿Crees que no sé que también lo hacías aun cuando estabas con ella?. — Por un momento se puso serio, sin embargo, termino ladeando una sonrisa.— Los de nuestra clase nos reconocemos. — Esa afirmación me sorprendió, eran las mismas palabras que en algún momento yo dije. ¿Cómo era posible?.— Tú y yo no somos de la misma clase, yo jamás permitiría que Anabel sufriera cómo lo está haciendo. — Le solté el agarre, asqueado.— Solamente porque ella es la que te importa ahora, pero ¿Y las demás? ¿Aquellas que dejaste sin mirar atrás? ¿Sin pensar en sus sentimientos?.Quede perturbado por un momento. No sabía que decir a sus palabras y todo lo que rondaba en mi cabeza era:
Era su turno, le pasé el micrófono y tome asiento algo ansioso, ¿Con que canción me respondería? Si ella entendió mi indirecta, mejor dicho, prácticamente mi dedicatoria, entonces la canción que escogiera podría alentarme o desanimarme. Ella se tomó su tiempo, pareció revisar la selección con mucho cuidado y luego de un momento, ella escogió una canción para responder.Gitana de ShakiraNunca usé un antifaz. Voy de paso. Por este mundo fugaz. No pretendo parar. ¿Dime quién camina? Cuando se puede volar?.Mi destino es andar. Mis recuerdos. Son una estela en el mar.Lo que tengo, lo doy. Digo lo que pienso. Tómame como soy.Y va liviano. Mi corazón gitano. Que solo entiende de latir. A contramano.No intentes amarrarme. Ni dominarme. Yo soy quien elige. Como equivocarme.Aprovéchame. Que sí llegué ayer. Me puedo ir mañana. Que soy gitana. Que soy gitana.Sigo siendo aprendiz. En cada beso. Y con cada cicatriz. Algo pude entender. De tanto que tropiezo. Ya sé como caer.Y va livi
No nos fuimos por lo usual. Esta vez, decidimos visitar un nuevo bar con billar que habían inaugurado hacía poco. Era un sitio tranquilo, decoración country, con música variada a un buen nivel de volumen para conversar, una zona de baile cerca del sonido, variedad en bebidas y espacioso.Llegamos a nuestra mesa, pedimos varias rondas de tragos, al rato, pedimos una mesa de billar. Bel y César no quisieron jugar, pero si estuvieron acompañándonos y observando las partidas.Luego de varios juegos y muchas rondas de tragos, Bel y yo nos dirigimos nuevamente en nuestra mesa, mientras que los demás se fueron a bailar.Era el primer momento que teníamos a solas en mucho tiempo, relativamente a solas, en medio del bullicio y la gente. Me extrañó, que camino a nuestro asiento, Bel se apretó a mi brazo, pegándose mucho a mí. Pensé que quizás estaba mareada por el alcohol y trate de no darle mucha importancia, aunque no pude evitar que se acelerará mi corazón.— Leo, hay algo que… Te… Quería de
A pesar de todo el cambio que había hecho en mi vida, ¿Mi pasado siempre me perseguirá?. Quería decirle, quería explicarle que ya no era esa persona que solía ser, ese hombre mujeriego y frívolo que no pensaba en los sentimientos de los demás. No sé lo había dicho antes, porque no lo vi necesario, quería que mis acciones hablarán por mí, sin embargo, al parecer, ella no lo había notado.Ella continúo.— Es que… Es que… — Supongo que vio venir mi rechazo y pareció desesperarse. — Hacer lo que tú haces, es más difícil de lo que pensé. Es extraño para mí involucrarme con alguien más, me siento intimidada… Siempre he estado con Chris, nadie más que él. Y si tú me ayudarás a… Romper el hielo. Será solo una vez, solo sexo y mañana olvidaremos todo. — Me tomo por el brazo con fuerza, acercándose a mí.— No puedo creer que tú me digas todo esto. — Acerqué mi rostro a ella, hablé con amabilidad, sereno. — Bel, no tienes por qué hacer nada, ni sentirte presionada. Cuando sea el momento, el chic
Voltee la jugada. Ahora era yo quien estaba sobre ella.La había dejado tomar el control por bastante rato y entre los besos y caricias, estaba enloquecido. Deseaba más.Es retrospectiva, había tenido sexo con muchas mujeres en mi vida y con todas lo había disfrutado. Pero con Bel, no sé ni como comenzar a describirlo. Su olor, su suave y clara piel, cada toque de ella, emitía una especie de corriente por mi cuerpo. Sentía que la entrepierna me iba a explotar. Me metí entre sus carnosos muslos, apretándome a ella, restregándome una y otra vez. Y ella se estremecía con cada embestida, gimiendo, ronroneando. Esos sonidos me hacían vibrar y responder con mis propios gemidos. Nuevamente, la besé, pero de una forma un poco más desesperada, con más intensidad, mordisqueando sus pulposos labios, no podía controlar mi deseo, era mucho, era intenso.Anabel me amarró con las piernas, apretándome más a su cuerpo. Se soltó de mis labios y su lengua recorrió mi cuello hasta llegar al lóbulo de mi