No nos fuimos por lo usual. Esta vez, decidimos visitar un nuevo bar con billar que habían inaugurado hacía poco. Era un sitio tranquilo, decoración country, con música variada a un buen nivel de volumen para conversar, una zona de baile cerca del sonido, variedad en bebidas y espacioso.Llegamos a nuestra mesa, pedimos varias rondas de tragos, al rato, pedimos una mesa de billar. Bel y César no quisieron jugar, pero si estuvieron acompañándonos y observando las partidas.Luego de varios juegos y muchas rondas de tragos, Bel y yo nos dirigimos nuevamente en nuestra mesa, mientras que los demás se fueron a bailar.Era el primer momento que teníamos a solas en mucho tiempo, relativamente a solas, en medio del bullicio y la gente. Me extrañó, que camino a nuestro asiento, Bel se apretó a mi brazo, pegándose mucho a mí. Pensé que quizás estaba mareada por el alcohol y trate de no darle mucha importancia, aunque no pude evitar que se acelerará mi corazón.— Leo, hay algo que… Te… Quería de
A pesar de todo el cambio que había hecho en mi vida, ¿Mi pasado siempre me perseguirá?. Quería decirle, quería explicarle que ya no era esa persona que solía ser, ese hombre mujeriego y frívolo que no pensaba en los sentimientos de los demás. No sé lo había dicho antes, porque no lo vi necesario, quería que mis acciones hablarán por mí, sin embargo, al parecer, ella no lo había notado.Ella continúo.— Es que… Es que… — Supongo que vio venir mi rechazo y pareció desesperarse. — Hacer lo que tú haces, es más difícil de lo que pensé. Es extraño para mí involucrarme con alguien más, me siento intimidada… Siempre he estado con Chris, nadie más que él. Y si tú me ayudarás a… Romper el hielo. Será solo una vez, solo sexo y mañana olvidaremos todo. — Me tomo por el brazo con fuerza, acercándose a mí.— No puedo creer que tú me digas todo esto. — Acerqué mi rostro a ella, hablé con amabilidad, sereno. — Bel, no tienes por qué hacer nada, ni sentirte presionada. Cuando sea el momento, el chic
Voltee la jugada. Ahora era yo quien estaba sobre ella.La había dejado tomar el control por bastante rato y entre los besos y caricias, estaba enloquecido. Deseaba más.Es retrospectiva, había tenido sexo con muchas mujeres en mi vida y con todas lo había disfrutado. Pero con Bel, no sé ni como comenzar a describirlo. Su olor, su suave y clara piel, cada toque de ella, emitía una especie de corriente por mi cuerpo. Sentía que la entrepierna me iba a explotar. Me metí entre sus carnosos muslos, apretándome a ella, restregándome una y otra vez. Y ella se estremecía con cada embestida, gimiendo, ronroneando. Esos sonidos me hacían vibrar y responder con mis propios gemidos. Nuevamente, la besé, pero de una forma un poco más desesperada, con más intensidad, mordisqueando sus pulposos labios, no podía controlar mi deseo, era mucho, era intenso.Anabel me amarró con las piernas, apretándome más a su cuerpo. Se soltó de mis labios y su lengua recorrió mi cuello hasta llegar al lóbulo de mi
— ¿Ocurre algo?. — Preguntó ella con la respiración agitada y la mirada llena de deseo, confundida al verme allí de pie, nada más observándola. Ella no se había dado cuenta de lo que había hecho ¿No es así?.La tomé por la mano y la llevé conmigo hasta la habitación. Bel estaba aturdida, aunque luego sonrió al ver que la llevaba hasta mi cuarto. Concluí que, en definitiva, no se había dado cuenta de lo que había hecho cuando nombró a su ex novio en mi oído, justo en el momento en que acabó. Ella tomó asiento en la orilla de la cama.— Necesito un momento. — Le expliqué.Fue todo lo que le dije, trate de emular una sonrisa tierna, aunque creo que no me salió bien. La dejé allí sentada y me fui al baño.Me detuve frente al espejo y una lucha conmigo mismo comenzó. “¿Qué rayos te pasa?”.“El soldado sigue en pie y más que dispuesto, ¿Por qué no puedes?”.“¡Es Anabel! La mujer que siempre has deseado, con la que siempre has soñado”.“¡Ella te espera afuera!”.“Está en pantis y deseosa,
Nuevamente, estaba de vacaciones. Llevaba varios días en casa de mis padres. Una noche, como cualquier otra, cenábamos en familia. Estaban mis padres y hermana en la mesa y charlábamos amenamente.Hablaba con mi hermana, Susana, sobre anécdotas de la universidad; ella comenzaba la carrera de Derecho y estaba muy entusiasmada. A diferencia de toda nuestra familia, Susana se había enfocado en una carrera que no tuviera nada que ver con la medicina, mis padres no estaban de acuerdo al principio, porque ellos querían que sus hijos trabajasen en el hospital del que algún día serían dueños.Sin embargo, mi hermana tiene un gran poder de convencimiento y luego de muchos ruegos, persuadió a nuestros padres de lo importante que podría ser una abogada en la cabeza de nuestros negocios familiares. Creo que más que por sus discursos, mis padres aceptaron que estudiara esa carrera por su determinación.En fin, la cena iba bien, hasta que, repentinamente, empezó una conversación algo incómoda. Mi
No levanté la vista, solo puse mi mano en la nuca para masajear la repentina tensión que se había apoderado de mí.— ¿En serio?. — Todos me observaron sorprendidos. Asentí sin dejar de masajear mi cuello. — ¿Desde cuándo?. — Continúo mi madre.— Hace varios meses. — Argumenté rápidamente.— ¿Y como es que no sabemos de ella?. — Indagó ella.— Porque he preferido ser discreto. — Solté mi cuello al tiempo que salió otra extraña risa.— ¿Cómo se llama?. — Preguntó mi padre con cierta sospecha en su mirada.— Anabel. — Lo expulsé tan rápido y natural que sonó completamente creíble.— Nos gustaría conocerla. — Agregó mi madre denotando alegría.— ¡Claro! En algún momento se las presentaré. — Me encogí de hombros y comencé a remover de un lado para el otro la comida en mi plato.— No, no, no. De verdad quisiera conocerla. — Insistió mi mamá.— Si, mamá. Me haré cargo, en algún momento. — Agregue con toda la seriedad que pude, sin levantar la mirada de mi comida.— ¿Por qué no la traes para
A pesar de habernos salvado del interrogatorio, por el momento, sí hubo una situación algo incómoda, mi madre nos informó que Anabel, pasaría la noche en mi habitación. Todas las habitaciones para invitados estaban ocupadas debido a la fiesta y como mis padres “según ellos” son padres modernos, viendo que somos pareja y mayores de edad, decidieron que compartiéramos la habitación.Anabel se molestó mucho más al enterarse de este percance, aunque supo disimularlo muy bien. Únicamente yo pude notarlo, la conocía bien y bueno, era obvio que se enojaría por esa circunstancia.Nos organizamos esa noche para usar la habitación sin incomodarnos, primero me arreglaría yo, luego ella. Hasta que llegara la hora de dormir, no debería haber ningún problema.Luego de terminar de arreglarme para la fiesta, dejé a Bel sola en la habitación para que se preparara. Caminaba lentamente por el pasillo, el dolor en la espalda me mataba, no solo me sentía tenso, sino también incómodo y apenado, lo que le h
Luego de salir de todo ese tumulto, llevé a Bel hacia la mesa de mis padres, dónde nuestros asientos nos esperaban.— ¡Anabel! Querida, estás preciosa. — Se levantó mi madre de su asiento y le estampó un beso en la mejilla.— Gracias. — Contesto Bel, algo sonrojada. Las dos tomaron asiento, yo tomé mi puesto junto a Bel.— Linda, desde hacía rato quería disculparme contigo, hemos sido unos terribles anfitriones con nuestra nuera. — Mi madre le hablaba de cerca, al tiempo que pasaba su mano por el brazo de Anabel.— No, está bien, entiendo. — Bel le sonrió con ternura, seguía sonrojada.— No, no, no. Con este trajín de la fiesta no he podido atenderte como se debe. Te lo compensaré.— No es necesario. — Respondió sonriendo.Por un buen rato, mis padres se enfocaron en Bel, preguntando sobre su vida y contándole anécdotas algo vergonzosas de mi infancia. Esas historias que siempre me han molestado, que cuenten y me han avergonzado, en esta ocasión, me entretenían, incluso, entre risas,