Luego de salir de todo ese tumulto, llevé a Bel hacia la mesa de mis padres, dónde nuestros asientos nos esperaban.— ¡Anabel! Querida, estás preciosa. — Se levantó mi madre de su asiento y le estampó un beso en la mejilla.— Gracias. — Contesto Bel, algo sonrojada. Las dos tomaron asiento, yo tomé mi puesto junto a Bel.— Linda, desde hacía rato quería disculparme contigo, hemos sido unos terribles anfitriones con nuestra nuera. — Mi madre le hablaba de cerca, al tiempo que pasaba su mano por el brazo de Anabel.— No, está bien, entiendo. — Bel le sonrió con ternura, seguía sonrojada.— No, no, no. Con este trajín de la fiesta no he podido atenderte como se debe. Te lo compensaré.— No es necesario. — Respondió sonriendo.Por un buen rato, mis padres se enfocaron en Bel, preguntando sobre su vida y contándole anécdotas algo vergonzosas de mi infancia. Esas historias que siempre me han molestado, que cuenten y me han avergonzado, en esta ocasión, me entretenían, incluso, entre risas,
Bailábamos, todo el ambiente se había encendido y el salón estaba lleno de parejas que saltaban alegremente al ritmo de la música.Yo no podía dejar de observar a Anabel, estudiando cada expresión, cada movimiento, buscando algún significado. Quería descubrir algún indicio, una pequeña pista, de que todo lo que le dijo en la mesa a mis padres, era cierto.Y al mismo tiempo, no podía llevarla a un sitio a solas, para enfrentarla y preguntárselo cara a cara, porque tenía miedo. Ya lo había dicho antes ¿No?. Tenía miedo.Sí, lo reconocía. Siempre lo tuve y eso era lo que me impedía dar el paso.Miles de veces me propuse confesarle mis sentimientos a Anabel y miles de veces mi miedo me paralizó.Tenía miedo a su rechazo, afectar nuestra amistad, que nos distanciáramos, perderla. Porque a pesar de todo, en ese momento estaba a mi lado, como mi amiga, pero estaba a mi lado.Si me confesaba, corría el riesgo de alejarla de mí.Sí, era un cobarde, me había convertido en eso. O quizás, siempre
— ¡Valla! Qué vulgar. — Blasfemó a todo pulmón.— ¿Qué dices?. — Respondí con el entrecejo fruncido, suponiendo y seguramente acertando sobre lo que había ocurrido en realidad, Fanny puede llegar a ser una chica muy mal intencionada, por eso las cosas entre nosotros nunca funcionó.— Es tu novia ¿No?. — Se hizo la inocente. Las personas a nuestro alrededor comenzaban a replegarse.— Sí, así es. — Respondí con total seguridad.— Fue muy grosera, tan solo me acerqué para presentarme y al parecer no le gustó conocer a una de tus ex. — Manifestó con una sonrisa ladeada.— ¿En serio?. — Sonreí para mis adentros. — ¿A quién le presentaste?. — Pregunté sarcástico.— ¿Uh?.— Obviamente estaba confundida.— Fanny, que yo recuerde, nunca tuvimos una relación, solo salimos un par de veces. — Ella se puso roja de irá al entender lo que insinuaba.— ¿Ahora dices eso?. — Pregunta indignada.— Hasta donde sé, nunca dije algo diferente. — Contesté tratando de mantenerme sereno.— Leonardo, siempre hem
Al escuchar esa impertinencia de mi hermanita, me provocó saltar sobre ella para tapar su boca, ¿Por qué se metía en dónde no la llamaban? Qué vergüenza.— ¿Eh?… Creo que te equivocas.— ¿En qué?.— Obviamente, hacemos buena pareja por nuestra amistad, porque nos conocemos desde hace años, y obviamente no podemos estar juntos por esas mismas razones. — Contestó tranquilamente Anabel.— Pero por lo menos si admites que te gusta ¿No?. — Anabel sonrió. — ¡Vamos! Dilo, no me trates de engañar.— Sí, él siempre me ha gustado, desde el primer día en qué lo vi. Recuerdo que me dije: está guapísimo. Físicamente, ¿A quién no? Habría que estar ciega. — Mi corazón se aceleró, aunque esperaba algo más profundo que eso.— No hablo de eso, lo sabes. — Insistió Susana. — Sientes algo más por él.— No entiendo, ¿Para qué quieres saber?. — Anabel parecía incómoda.— ¿Qué te puedo decir? Soy una casamentera innata. — Respondió con coquetería. — Y quiero ver feliz a mi hermano.— No, no, no. Allí estás
Luego de unos tragos más, vi a Anabel entrar nuevamente a la casa, parecía buscarme, me acerque a ella.— ¡Hey! Te estaba buscando, ¿A dónde fuiste?. — Le sonreí y le acerqué una bebida.— Lo siento, me entretuve, estaba en el patio, es tan grande y hermoso, bajo la luz de la luna se ve increíble. — Tomó la bebida y dio un sorbo. — Estoy cansada, quisiera acostarme.— Vamos. — Le extendí mi mano y juntos, tomados de la mano, subimos a mi habitación.Entramos al cuarto, Anabel me dio una tímida sonrisa, tomó su bolso y entró al baño de mi habitación. Yo fui hasta la cama y comencé por quitarme la chaqueta, corbata, zapatos, tome mi teléfono y comencé a revisarlo hasta que Anabel salió.Levanté la vista y quedé embobado, estaba vestida con una pijama de shorts y franelilla ajustada, sin brasier, se veía tan sensual que se me secó la boca al instante, y supongo que mi cara de pervertido me delató, porque ella se sonrojó ante mi constante mirada.— Ya terminé, si desea pasar. — Me señaló
Ella se tiró hacia adelante, sin separarse de mí, manteniendo su trasero sobre mi miembro y nuevamente retomo el ritmo de sus sensuales movimientos, sus pechos bailaban sobre mi rostro, los tomé y me deleité con ellos, una y otra vez, apretándolos con mis manos, estrujándolos en mi rostro, besuqueándolos y lamiéndolos, hasta que se estiró completamente sobre mí. “Eres mi cascabel” Susurré.La tomé por la cintura, la deslicé a mi lado, acostándola en la cama, allí saque su panti con cuidado y la tomé con calma, comencé a acariciar cada centímetro de su cuerpo con suavidad, deslice mi lengua por cada espacio, la bese en cada lugar, ella gemía y suspiraba.Teniéndola acostada, me arrodillé entre sus piernas, toqué su centro sin afán, con la punta de los dedos, con suavidad, al tiempo que lamía, chupaba, y besaba, ella temblaba, gemía, gritaba, tomaba mi cabello, empujándome cada vez más contra su vientre, al tiempo que seguí tocando y lamiendo.Pude sentir cuando se vino por segunda vez,
Llegué algo tarde a la discoteca, Anabel no quiso que pasara por ella, se iría con las chicas, y los chicos nos encontraríamos con ellas allá. Quedé completamente contrariado al ver una distribución que no esperaba.Melissa junto a Paúl, Anabel junto a Jorge y Yesenia que estaba sentada en un rincón sola, parecía algo molesta.Me acerqué a la mesa y el único lugar libre era junto a Yesenia, saludé a todos rápidamente y Anabel me presentó al tal Jorge. Estaba todavía confundido cuando de mala gana tome asiento. Observé a Paúl y esté me hizo una seña que no entendí.Mire a Anabel, quien seguía charlando y sonriéndole alegremente al tipo ese, Jorge. Me empute.Pero, ¿Qué podía decir?, “¡Eres mía! ¿Qué haces con el tipo ese? ¡Yo te amo y sé que me amas!”. En ese momento y sitio, nada más podía disimular.Esperé con paciencia, mucha paciencia, porque Yesenia no dejaba de encimarse a mí, ya no encontraba la manera de sacarle el cuerpo con decencia, sin ofenderla. Un par de veces atrapé a An
Era un nuevo día en la universidad y yo estaba más que feliz, ya había confirmado la reservación para un restaurante de 5 estrellas, había mandado a decorar un mirador que quedaba a 5 minutos de la ciudad y donde se podía ver todo el panorama, un sitio muy romántico y había comprado un hermoso collar de oro con pedrería que tenía la inicial A con una pequeña serpiente enroscada.Todo estaba arreglado, solo tenía que invitar a Anabel a nuestra primera cita.Llegué a la universidad, saludé a todos, pero no vi a Anabel por ninguna parte.Entre a mi clase y a los minutos ella llegó apurada, supuse que se hizo tarde, una rareza, aunque a cualquiera le puede pasar.No me dio tiempo de hablar con ella, apenas y pudimos saludarnos porque Melissa y Yesenia la abordaron al momento. Luego llegó el profesor y bueno, fue imposible.El resto de la mañana fue igual, no encontraba un momento a solas con Anabel, siempre andaba acompañada por alguna de las dos, Melissa o Yesenia, ya estaba comenzando a