Luego de unos tragos más, vi a Anabel entrar nuevamente a la casa, parecía buscarme, me acerque a ella.— ¡Hey! Te estaba buscando, ¿A dónde fuiste?. — Le sonreí y le acerqué una bebida.— Lo siento, me entretuve, estaba en el patio, es tan grande y hermoso, bajo la luz de la luna se ve increíble. — Tomó la bebida y dio un sorbo. — Estoy cansada, quisiera acostarme.— Vamos. — Le extendí mi mano y juntos, tomados de la mano, subimos a mi habitación.Entramos al cuarto, Anabel me dio una tímida sonrisa, tomó su bolso y entró al baño de mi habitación. Yo fui hasta la cama y comencé por quitarme la chaqueta, corbata, zapatos, tome mi teléfono y comencé a revisarlo hasta que Anabel salió.Levanté la vista y quedé embobado, estaba vestida con una pijama de shorts y franelilla ajustada, sin brasier, se veía tan sensual que se me secó la boca al instante, y supongo que mi cara de pervertido me delató, porque ella se sonrojó ante mi constante mirada.— Ya terminé, si desea pasar. — Me señaló
Ella se tiró hacia adelante, sin separarse de mí, manteniendo su trasero sobre mi miembro y nuevamente retomo el ritmo de sus sensuales movimientos, sus pechos bailaban sobre mi rostro, los tomé y me deleité con ellos, una y otra vez, apretándolos con mis manos, estrujándolos en mi rostro, besuqueándolos y lamiéndolos, hasta que se estiró completamente sobre mí. “Eres mi cascabel” Susurré.La tomé por la cintura, la deslicé a mi lado, acostándola en la cama, allí saque su panti con cuidado y la tomé con calma, comencé a acariciar cada centímetro de su cuerpo con suavidad, deslice mi lengua por cada espacio, la bese en cada lugar, ella gemía y suspiraba.Teniéndola acostada, me arrodillé entre sus piernas, toqué su centro sin afán, con la punta de los dedos, con suavidad, al tiempo que lamía, chupaba, y besaba, ella temblaba, gemía, gritaba, tomaba mi cabello, empujándome cada vez más contra su vientre, al tiempo que seguí tocando y lamiendo.Pude sentir cuando se vino por segunda vez,
Llegué algo tarde a la discoteca, Anabel no quiso que pasara por ella, se iría con las chicas, y los chicos nos encontraríamos con ellas allá. Quedé completamente contrariado al ver una distribución que no esperaba.Melissa junto a Paúl, Anabel junto a Jorge y Yesenia que estaba sentada en un rincón sola, parecía algo molesta.Me acerqué a la mesa y el único lugar libre era junto a Yesenia, saludé a todos rápidamente y Anabel me presentó al tal Jorge. Estaba todavía confundido cuando de mala gana tome asiento. Observé a Paúl y esté me hizo una seña que no entendí.Mire a Anabel, quien seguía charlando y sonriéndole alegremente al tipo ese, Jorge. Me empute.Pero, ¿Qué podía decir?, “¡Eres mía! ¿Qué haces con el tipo ese? ¡Yo te amo y sé que me amas!”. En ese momento y sitio, nada más podía disimular.Esperé con paciencia, mucha paciencia, porque Yesenia no dejaba de encimarse a mí, ya no encontraba la manera de sacarle el cuerpo con decencia, sin ofenderla. Un par de veces atrapé a An
Era un nuevo día en la universidad y yo estaba más que feliz, ya había confirmado la reservación para un restaurante de 5 estrellas, había mandado a decorar un mirador que quedaba a 5 minutos de la ciudad y donde se podía ver todo el panorama, un sitio muy romántico y había comprado un hermoso collar de oro con pedrería que tenía la inicial A con una pequeña serpiente enroscada.Todo estaba arreglado, solo tenía que invitar a Anabel a nuestra primera cita.Llegué a la universidad, saludé a todos, pero no vi a Anabel por ninguna parte.Entre a mi clase y a los minutos ella llegó apurada, supuse que se hizo tarde, una rareza, aunque a cualquiera le puede pasar.No me dio tiempo de hablar con ella, apenas y pudimos saludarnos porque Melissa y Yesenia la abordaron al momento. Luego llegó el profesor y bueno, fue imposible.El resto de la mañana fue igual, no encontraba un momento a solas con Anabel, siempre andaba acompañada por alguna de las dos, Melissa o Yesenia, ya estaba comenzando a
Enfrenté mi castigo, me suspendieron de la universidad por unas cuantas semanas y del equipo de fútbol por el resto del semestre, no estuvo tan mal, hubiera estado peor si mis padres no hubiesen metido la mano por mí. Como ellos son patrocinadores de la institución, colaboran mucho económicamente y también gracias a mis buenas notas, sumado a un buen comportamiento en toda mi trayectoria en la institución, fueron comprensivos en cuanto a mi castigo por la pelea con Jorge.Claro que sí me llevé una buena retahíla de mis padres, además de que terminaran disminuyendo mis privilegios, pero ¿Qué les podía decir? Tenían razón de sobra para estar molestos.En cuanto a Anabel, ya han pasado unos cuantos días sin que conteste mis llamadas, mensajes y sin que me dejen verla en su casa, no obstante, eso no mermaba mi afán por verla, seguí insistiendo.Cómo cada noche, desde que le confesé mis sentimientos, pase por el frente de su casa en mi auto, a baja velocidad, con la esperanza de ver alguna
Un sonido extraño nos sorprendió en ese íntimo y tierno momento, nos separamos y noté que Anabel estaba roja como un tomate, el sonido se escuchó una vez más, se trataba del estómago de Anabel que aclamaba por comida.Ella moría de la vergüenza, pero al mismo tiempo me agradeció mucho que pensara desde un principio en traer algo para comer.Subimos al capó de mi auto y con un espectacular paisaje frente a nosotros, nos dimos un festín. Estuvo mejor de lo que esperaba, conversamos trivialidades y nos reímos un montón, como en los viejos tiempos.Luego de comer, nos dedicamos a observar las estrellas, competimos para saber quién reconocía más de ellas, las constelaciones y esas cosas. Ya habían pasado dos horas desde que llegamos y ni cuenta nos habíamos dado.Parece mentira, creo que esto salió mejor de lo que hubiera salido si la hubiese invitado a la cita que había planificado, aquí las cosas se dieron de forma más natural.Anabel miró su teléfono, lo cargaba en el bolsillo de su jea
— ¡PORQUE TE AMO! ¡ESTOY ENAMORADO DE TI! ¡ESTOY LOCO POR TI! — Grité con todas mis fuerzas, exasperado y sin aliento.Ella estaba parada frente a mí, a unos metros, sus ojos, que estaban cristalizados por las ganas de llorar que sofocaba, se abrieron como platos y se puso algo pálida; mientras que yo, no podía dejar de mirarla fijamente, con la respiración agitada. “¡No! ¡No! ¡No! ¡No era eso lo que debía decir!” Solo eso pensaba, no sé por qué lo hice, solo brotó de mí en el momento, como vómito verbal, sin poder contenerlo, fue un momento de desesperación.Jamás hubiera creído que me confesaría así. Al enamorarme de ella, al enterarme de que podría tener una oportunidad con ella, lo imaginé diferente. ¡No puede ser! Si hasta lo planeé. Lo repetía cada vez todo en mi mente y de la forma más romántica. No es que hubiese supuesto que siendo romántico, la confesión de mis sentimientos funcionaria y que ella inmediatamente caería a mis pies, ella no es ese tipo de chicas.Nada más querí
Me presenté en el salón de clases tarde, algo muy común en mí. Era mi segundo semestre en la universidad, para la carrera de psicología; no es precisamente la carrera que escogería, pero en mi familia, casi todos son médicos y mis padres son dueños de una clínica, ellos desean que yo trabajé en ella, pero antes que tener que vérmelas con inyecciones, sangre, órganos, ¡No! Prefiero mil veces sentarme a charlar con mis pacientes y escucharlos. Así pues... Heme aquí, en psicología.Como les contaba… Llegaba tarde a clases, cómo siempre. ¡Ah sí! Olvidaba decirles que está era la segunda semana de clases, no me presenté a la primera semana, ¿El por qué? Por qué la primera semana siempre hacen esas tontas introducciones y presentaciones, en cada materia lo mismo, “Buen día, soy Leonardo Harrison, tengo diecinueve años, vivo en la zona este de la ciudad, me gusta la psicóloga porque permite el análisis del pensamiento humano”. ¡Repetir está oración en cada materia! ¡Que va!.Bueno, bueno, d