— ¿Ocurre algo?. — Preguntó ella con la respiración agitada y la mirada llena de deseo, confundida al verme allí de pie, nada más observándola. Ella no se había dado cuenta de lo que había hecho ¿No es así?.La tomé por la mano y la llevé conmigo hasta la habitación. Bel estaba aturdida, aunque luego sonrió al ver que la llevaba hasta mi cuarto. Concluí que, en definitiva, no se había dado cuenta de lo que había hecho cuando nombró a su ex novio en mi oído, justo en el momento en que acabó. Ella tomó asiento en la orilla de la cama.— Necesito un momento. — Le expliqué.Fue todo lo que le dije, trate de emular una sonrisa tierna, aunque creo que no me salió bien. La dejé allí sentada y me fui al baño.Me detuve frente al espejo y una lucha conmigo mismo comenzó. “¿Qué rayos te pasa?”.“El soldado sigue en pie y más que dispuesto, ¿Por qué no puedes?”.“¡Es Anabel! La mujer que siempre has deseado, con la que siempre has soñado”.“¡Ella te espera afuera!”.“Está en pantis y deseosa,
Nuevamente, estaba de vacaciones. Llevaba varios días en casa de mis padres. Una noche, como cualquier otra, cenábamos en familia. Estaban mis padres y hermana en la mesa y charlábamos amenamente.Hablaba con mi hermana, Susana, sobre anécdotas de la universidad; ella comenzaba la carrera de Derecho y estaba muy entusiasmada. A diferencia de toda nuestra familia, Susana se había enfocado en una carrera que no tuviera nada que ver con la medicina, mis padres no estaban de acuerdo al principio, porque ellos querían que sus hijos trabajasen en el hospital del que algún día serían dueños.Sin embargo, mi hermana tiene un gran poder de convencimiento y luego de muchos ruegos, persuadió a nuestros padres de lo importante que podría ser una abogada en la cabeza de nuestros negocios familiares. Creo que más que por sus discursos, mis padres aceptaron que estudiara esa carrera por su determinación.En fin, la cena iba bien, hasta que, repentinamente, empezó una conversación algo incómoda. Mi
No levanté la vista, solo puse mi mano en la nuca para masajear la repentina tensión que se había apoderado de mí.— ¿En serio?. — Todos me observaron sorprendidos. Asentí sin dejar de masajear mi cuello. — ¿Desde cuándo?. — Continúo mi madre.— Hace varios meses. — Argumenté rápidamente.— ¿Y como es que no sabemos de ella?. — Indagó ella.— Porque he preferido ser discreto. — Solté mi cuello al tiempo que salió otra extraña risa.— ¿Cómo se llama?. — Preguntó mi padre con cierta sospecha en su mirada.— Anabel. — Lo expulsé tan rápido y natural que sonó completamente creíble.— Nos gustaría conocerla. — Agregó mi madre denotando alegría.— ¡Claro! En algún momento se las presentaré. — Me encogí de hombros y comencé a remover de un lado para el otro la comida en mi plato.— No, no, no. De verdad quisiera conocerla. — Insistió mi mamá.— Si, mamá. Me haré cargo, en algún momento. — Agregue con toda la seriedad que pude, sin levantar la mirada de mi comida.— ¿Por qué no la traes para
A pesar de habernos salvado del interrogatorio, por el momento, sí hubo una situación algo incómoda, mi madre nos informó que Anabel, pasaría la noche en mi habitación. Todas las habitaciones para invitados estaban ocupadas debido a la fiesta y como mis padres “según ellos” son padres modernos, viendo que somos pareja y mayores de edad, decidieron que compartiéramos la habitación.Anabel se molestó mucho más al enterarse de este percance, aunque supo disimularlo muy bien. Únicamente yo pude notarlo, la conocía bien y bueno, era obvio que se enojaría por esa circunstancia.Nos organizamos esa noche para usar la habitación sin incomodarnos, primero me arreglaría yo, luego ella. Hasta que llegara la hora de dormir, no debería haber ningún problema.Luego de terminar de arreglarme para la fiesta, dejé a Bel sola en la habitación para que se preparara. Caminaba lentamente por el pasillo, el dolor en la espalda me mataba, no solo me sentía tenso, sino también incómodo y apenado, lo que le h
Luego de salir de todo ese tumulto, llevé a Bel hacia la mesa de mis padres, dónde nuestros asientos nos esperaban.— ¡Anabel! Querida, estás preciosa. — Se levantó mi madre de su asiento y le estampó un beso en la mejilla.— Gracias. — Contesto Bel, algo sonrojada. Las dos tomaron asiento, yo tomé mi puesto junto a Bel.— Linda, desde hacía rato quería disculparme contigo, hemos sido unos terribles anfitriones con nuestra nuera. — Mi madre le hablaba de cerca, al tiempo que pasaba su mano por el brazo de Anabel.— No, está bien, entiendo. — Bel le sonrió con ternura, seguía sonrojada.— No, no, no. Con este trajín de la fiesta no he podido atenderte como se debe. Te lo compensaré.— No es necesario. — Respondió sonriendo.Por un buen rato, mis padres se enfocaron en Bel, preguntando sobre su vida y contándole anécdotas algo vergonzosas de mi infancia. Esas historias que siempre me han molestado, que cuenten y me han avergonzado, en esta ocasión, me entretenían, incluso, entre risas,
Bailábamos, todo el ambiente se había encendido y el salón estaba lleno de parejas que saltaban alegremente al ritmo de la música.Yo no podía dejar de observar a Anabel, estudiando cada expresión, cada movimiento, buscando algún significado. Quería descubrir algún indicio, una pequeña pista, de que todo lo que le dijo en la mesa a mis padres, era cierto.Y al mismo tiempo, no podía llevarla a un sitio a solas, para enfrentarla y preguntárselo cara a cara, porque tenía miedo. Ya lo había dicho antes ¿No?. Tenía miedo.Sí, lo reconocía. Siempre lo tuve y eso era lo que me impedía dar el paso.Miles de veces me propuse confesarle mis sentimientos a Anabel y miles de veces mi miedo me paralizó.Tenía miedo a su rechazo, afectar nuestra amistad, que nos distanciáramos, perderla. Porque a pesar de todo, en ese momento estaba a mi lado, como mi amiga, pero estaba a mi lado.Si me confesaba, corría el riesgo de alejarla de mí.Sí, era un cobarde, me había convertido en eso. O quizás, siempre
— ¡Valla! Qué vulgar. — Blasfemó a todo pulmón.— ¿Qué dices?. — Respondí con el entrecejo fruncido, suponiendo y seguramente acertando sobre lo que había ocurrido en realidad, Fanny puede llegar a ser una chica muy mal intencionada, por eso las cosas entre nosotros nunca funcionó.— Es tu novia ¿No?. — Se hizo la inocente. Las personas a nuestro alrededor comenzaban a replegarse.— Sí, así es. — Respondí con total seguridad.— Fue muy grosera, tan solo me acerqué para presentarme y al parecer no le gustó conocer a una de tus ex. — Manifestó con una sonrisa ladeada.— ¿En serio?. — Sonreí para mis adentros. — ¿A quién le presentaste?. — Pregunté sarcástico.— ¿Uh?.— Obviamente estaba confundida.— Fanny, que yo recuerde, nunca tuvimos una relación, solo salimos un par de veces. — Ella se puso roja de irá al entender lo que insinuaba.— ¿Ahora dices eso?. — Pregunta indignada.— Hasta donde sé, nunca dije algo diferente. — Contesté tratando de mantenerme sereno.— Leonardo, siempre hem
Al escuchar esa impertinencia de mi hermanita, me provocó saltar sobre ella para tapar su boca, ¿Por qué se metía en dónde no la llamaban? Qué vergüenza.— ¿Eh?… Creo que te equivocas.— ¿En qué?.— Obviamente, hacemos buena pareja por nuestra amistad, porque nos conocemos desde hace años, y obviamente no podemos estar juntos por esas mismas razones. — Contestó tranquilamente Anabel.— Pero por lo menos si admites que te gusta ¿No?. — Anabel sonrió. — ¡Vamos! Dilo, no me trates de engañar.— Sí, él siempre me ha gustado, desde el primer día en qué lo vi. Recuerdo que me dije: está guapísimo. Físicamente, ¿A quién no? Habría que estar ciega. — Mi corazón se aceleró, aunque esperaba algo más profundo que eso.— No hablo de eso, lo sabes. — Insistió Susana. — Sientes algo más por él.— No entiendo, ¿Para qué quieres saber?. — Anabel parecía incómoda.— ¿Qué te puedo decir? Soy una casamentera innata. — Respondió con coquetería. — Y quiero ver feliz a mi hermano.— No, no, no. Allí estás