Desayuno incomodo

— ¿Ocurre algo?. — Preguntó ella con la respiración agitada y la mirada llena de deseo, confundida al verme allí de pie, nada más observándola.

Ella no se había dado cuenta de lo que había hecho ¿No es así?.

La tomé por la mano y la llevé conmigo hasta la habitación. Bel estaba aturdida, aunque luego sonrió al ver que la llevaba hasta mi cuarto. Concluí que, en definitiva, no se había dado cuenta de lo que había hecho cuando nombró a su ex novio en mi oído, justo en el momento en que acabó. Ella tomó asiento en la orilla de la cama.

— Necesito un momento. — Le expliqué.

Fue todo lo que le dije, trate de emular una sonrisa tierna, aunque creo que no me salió bien. La dejé allí sentada y me fui al baño.

Me detuve frente al espejo y una lucha conmigo mismo comenzó.

“¿Qué rayos te pasa?”.

“El soldado sigue en pie y más que dispuesto, ¿Por qué no puedes?”.

“¡Es Anabel! La mujer que siempre has deseado, con la que siempre has soñado”.

“¡Ella te espera afuera!”.

“Está en pantis y deseosa,
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