El tipo viene con la peor actitud, sin siquiera mediar palabra, toma a Anabel por un brazo con fuerza y la arrastra hacia la salida del club, mientras que ella no para de preguntarle “¿Qué es lo que pasa?”. Parecía asustada.Por un momento, yo me quedé en blanco, es decir, me sorprendió la reacción del sujeto, no el hecho de que se moleste, porque era obvio que se iba a molestar, sino la forma en como la tomo contra Anabel, como la agarro por un brazo, como si se tratara de una muñeca de trapo. Segundos después, reaccioné, si es que se puede llamar así. La rabia me encegueció, la mente se me puso en blanco, solo había un objetivo, buscarlo y golpearlo, así que salí tras ellos.Al salir del local y observar alrededor, veo a unos cuantos metros de distancia a una pareja que discute, me acerqué como un toro, dispuesto a darle una paliza al idiota de Christopher, no me importaba nada más, ese era mi objetivo, golpear al sujeto y traer de vuelta a Anabel, sana y salva.Estaba oscuro, er
Durante mi tercer semestre y el segundo de Anabel, pasamos mucho tiempo juntos. A pesar de que, de las dos materias que ella adelantó del tercer semestre, ninguna tocó conmigo. Fue triste, una decepción, pero no nos afectó.Cada vez que teníamos un receso o un tiempo libre, yo la buscaba a ella o ella me buscaba a mí. Realmente nos acercamos mucho, como amigos. No sé muy bien como pasó, pero surgió una grandiosa amistad. ¡Ojo! Por el momento, no pasó a más de allí.En una ocasión, a mitad del semestre, me extrañó que no estuviera en el pasillo donde siempre nos vemos. Me acerqué hasta su casillero y la vi de lejos, hablando con dos chicas, parecía algo molesta.Ella sintió mi mirada o eso creo, porque volteó desde lejos y me miró directo a los ojos, echándome una mirada asesina.Mucho rato después, las chicas se fueron y Anabel camino directo hacia mí.— ¿Sabes qué?, Leo. — Pregunto al tiempo que empezó a caminar lentamente y yo la seguí sin rechistar.— ¿Qué?. — Me agradas. — Yo me
Como les conté antes, pasaba mucho tiempo junto a Anabel.Dentro de su cronograma de clases, un día por semana, había dos horas completas, qué Anabel tenía libre y yo solamente libraba diez minutos. Creo que ese era el único momento en el día, en qué yo no sabía que hacía ella y eso me causaba mucha curiosidad.Una ocasión, en la que casi terminaba el semestre, precisamente en esa hora, mi profesor no asistió. Así que, por primera vez, yo también estaba libre en esas horas.Decidí buscarla para ver qué hacía.Pero todo esfuerzo fue infructuoso. Porque por más que recorrí toda la Universidad, no la encontré y nadie supo decirme, dónde podía encontrarla. Lo único que si me aseguraban sus compañeros, era que no se había retirado del campus porque luego tendrían otra clase.Yo seguí indagando. No era que necesitara saber que hacía a cada hora. Nuevamente, no me consideren un acosador. De verdad, nada más sentía mucha curiosidad. ¿Dónde pudo haberse escondido?. No la encontré.La siguiente
Si, fui un idiota. ¿Cómo es que había pasado casi un año de conocerla y no me había dado cuenta de que me había enamorado de ella?. ¡Por Dios! Si hasta Paul se había dado cuenta.O quizás no fue que no lo había notado. Quizás simplemente no lo aceptaba. Porque lo que si tuve claro desde un principio, era que la chica me gustaba, muchísimo. Tanto que ella, hasta me había cambiado, sin siquiera darse cuenta y sin que yo mismo me diera cuenta. Con ella, sentía que podía ser mejor. Sin importar si era nada más mi amiga. Llegaron las navidades, así que nos dieron unas merecidas vacaciones de invierno. Invite a unos amigos para pasar una semana en la casa de campo de mis padres. Le comenté a Anabel, ella de inmediato se negó, está vez, no insistí. Fue una decepción, pero ya me lo imaginaba. Igualmente la pasamos bien. Aunque no dejé de pensar en que con ella allí, hubiese sido perfecto. La extrañe, muchísimo, pero igual me divertí. Lo mejor, era que, está vez, mantuvimos mucho más con
Una mañana, por primera vez, Anabel llegó algo tarde. Este era un hecho increíble, ella nunca llegaba tarde y nunca faltaba. Anabel era muy estricta en este tema, por el asunto de la beca. No porque lo tuviera prohibido o porque se la vayan a quitar por llegar tarde un día, simplemente ella quería evitar cualquier amonestación, que en un futuro pudiera poner en riesgo su beca o su expediente.Bien, Anabel llegó algo tarde. Y no solo eso, se veía mal. Estaba algo pálida, con un aspecto un poco desaliñado, muy callada y apática. Parecía enferma, pero a todo el que le preguntaba, le respondía que estaba bien.A media mañana, entramos a clases, por suerte era una de las materias que compartíamos. Anabel estaba sentada a mi lado, en la fila del frente. ¡Si! En las clases que tomaba con ella, me sentaba al frente, junto a ella.Anabel no dejaba de removerse en su asiento. Parecía inquieta, agachaba la cabeza a cada tanto, observaba el reloj y suspiraba. Ella no le prestaba atención a la cla
Nos acercábamos a su casa, Anabel comienza a darme indicaciones sobre que calles tomar. La verdad es que la chica vivía algo lejos de la universidad, seguramente tenía que madrugar bastante para llegar tan temprano al campus. También noté, que la zona en la que vivía, era bastante concurrida, habían muchas personas en la calle, paseando, comprando en las pequeñas tiendas o simplemente sentadas en los frentes de las casas conversando. La mayoría de las casas y edificaciones eran pequeñas, una zona humilde y bulliciosa, porque de todos lados salía todo tipo de música.Llegamos a la puerta de su casa. Una pequeña casa con una construcción muy similar a las propiedades vecinas, pintada de un color verde agua, con un porchesito adornado con varias plantitas muy bien cuidadas.Apenas detuve el auto, Anabel observó los alrededores y como todas las personas observaban el vehículo desconocido con curiosidad. Yo también noté a los curiosos, pero ahora esa no era mi principal preocupación.Apag
Llevaba conmigo una taza con sopa. Le había pedido encarecidamente a Jossie, la señora que me ayuda con el mantenimiento del departamento, que me ayudara a prepararla. Aunque a estas alturas, la sopa ya estaba fría, gracias al tiempo que estuve perdido por la zona.Pero finalmente lo logré, con los nervios de punta, me detuve frente a la casa de Anabel.Sí, estaba muy nervioso, sobre todo porque presentía su reacción, evidentemente se enojaría; sin embargo, no me importaba, era más grande mi necesidad de verla. Así que, baje del auto, con mi taza de sopa en mano. No fue necesario llamar a la puerta, pues la señora Lucía, la mamá de Anabel, ya venía con una sonrisa. Ella se acercó a la puerta, apenas me reconoció a través de la reja de la entrada.— ¡Leonardo! Que sorpresa más agradable… — Iba diciendo mientras abría la reja, siempre sonriente. — ¡Qué bello que nos visites!.— ¿Cómo está, señora Lucía?. — No pude evitar corresponder su sonrisa, parece una cualidad que Anabel heredó de
La señora Lucía se levantó de golpe y se acercó a su hija.— ¡Ana! Hija, que haces levantada, tienes que estar de reposo, ven, acuéstate.Prácticamente, empujo a Anabel hacia el interior de la habitación. Yo, aún nervioso, de un salto me puse de pie. No logré ver nada, la puerta de la habitación ya se había cerrado. Esperé algo impaciente e inquieto, fue máximo un minuto, pero a mí, me resultó una eternidad.Sin poderlo evitar, escuché un poco su conversación. No es que estuviera espiando o algo así, la habitación estaba cerca, así que era inevitable oírlas, siempre que no hablarán entre susurros.— Mamá, ¿Qué pasa? ¿Qué hace Leo aquí?.— Vino a visitarte hija. Por lo menos, él si está preocupado.— ¡Hay, mamá! No comiences, por favor. Yo te dije, te expliqué, le pedí que no viniera. — Anabel sonaba algo molesta.— Eso no importa, igual puede darse una vuelta para preguntar.— ¿Para qué? Sí, hablamos a cada rato por teléfono. Además, lo puedo contagiar.— Sí, sí, sí. Ya termina de aco