Nos acercábamos a su casa, Anabel comienza a darme indicaciones sobre que calles tomar. La verdad es que la chica vivía algo lejos de la universidad, seguramente tenía que madrugar bastante para llegar tan temprano al campus. También noté, que la zona en la que vivía, era bastante concurrida, habían muchas personas en la calle, paseando, comprando en las pequeñas tiendas o simplemente sentadas en los frentes de las casas conversando. La mayoría de las casas y edificaciones eran pequeñas, una zona humilde y bulliciosa, porque de todos lados salía todo tipo de música.Llegamos a la puerta de su casa. Una pequeña casa con una construcción muy similar a las propiedades vecinas, pintada de un color verde agua, con un porchesito adornado con varias plantitas muy bien cuidadas.Apenas detuve el auto, Anabel observó los alrededores y como todas las personas observaban el vehículo desconocido con curiosidad. Yo también noté a los curiosos, pero ahora esa no era mi principal preocupación.Apag
Llevaba conmigo una taza con sopa. Le había pedido encarecidamente a Jossie, la señora que me ayuda con el mantenimiento del departamento, que me ayudara a prepararla. Aunque a estas alturas, la sopa ya estaba fría, gracias al tiempo que estuve perdido por la zona.Pero finalmente lo logré, con los nervios de punta, me detuve frente a la casa de Anabel.Sí, estaba muy nervioso, sobre todo porque presentía su reacción, evidentemente se enojaría; sin embargo, no me importaba, era más grande mi necesidad de verla. Así que, baje del auto, con mi taza de sopa en mano. No fue necesario llamar a la puerta, pues la señora Lucía, la mamá de Anabel, ya venía con una sonrisa. Ella se acercó a la puerta, apenas me reconoció a través de la reja de la entrada.— ¡Leonardo! Que sorpresa más agradable… — Iba diciendo mientras abría la reja, siempre sonriente. — ¡Qué bello que nos visites!.— ¿Cómo está, señora Lucía?. — No pude evitar corresponder su sonrisa, parece una cualidad que Anabel heredó de
La señora Lucía se levantó de golpe y se acercó a su hija.— ¡Ana! Hija, que haces levantada, tienes que estar de reposo, ven, acuéstate.Prácticamente, empujo a Anabel hacia el interior de la habitación. Yo, aún nervioso, de un salto me puse de pie. No logré ver nada, la puerta de la habitación ya se había cerrado. Esperé algo impaciente e inquieto, fue máximo un minuto, pero a mí, me resultó una eternidad.Sin poderlo evitar, escuché un poco su conversación. No es que estuviera espiando o algo así, la habitación estaba cerca, así que era inevitable oírlas, siempre que no hablarán entre susurros.— Mamá, ¿Qué pasa? ¿Qué hace Leo aquí?.— Vino a visitarte hija. Por lo menos, él si está preocupado.— ¡Hay, mamá! No comiences, por favor. Yo te dije, te expliqué, le pedí que no viniera. — Anabel sonaba algo molesta.— Eso no importa, igual puede darse una vuelta para preguntar.— ¿Para qué? Sí, hablamos a cada rato por teléfono. Además, lo puedo contagiar.— Sí, sí, sí. Ya termina de aco
Sé que debí contenerme. Sé que no era el mejor tema. Sé que no era correcto. Pero tenía la necesidad de hacerlo, sobre todo después de escuchar la corta conversación que tuvo con su madre.— Y… ¿Tu novio? ¿Ya vino a verte?. — Ella dio un pequeño respingo, apretó un poco los puños y vaciló, hablo sin mirarme a la cara.— No, yo le pedí que no viniera, ya sabes, por lo contagioso.— Si, pero me imagino que está muy al pendiente… Debe estar muy preocupado.— Claro, claro, obviamente. — Pareció un poco nerviosa, ¿Avergonzada? Sus mejillas y orejas se sonrojaron. Me sentí algo culpable al verla así. — Hablamos un poco por chat. Pero, ¿Sabes?, Él tiene mucho trabajo, trabaja en una empresa muy importante y… — Bajo la mirada un instante, levanto la vista y la clavo a mis ojos. — Trata de estar conmigo en todo el tiempo libre que tiene.— Si, me imagino. Debe ser muy difícil.— Algunas veces lo es. — Suspiró y observó ausente hacia la ventana que está por encima de su escritorio. — Pero lo en
Me despedí de Jossie el día jueves por la tarde, con mucho cariño y muy agradecido, puesto qué, mis padres llegarían el sábado para buscarme y no la vería hasta que volviera de mis vacaciones.No había pasado un par de horas desde que Jossie se fue, cuando la soledad me comenzó a golpear.Comenzaba a anochecer, veía una película de acción y afuera llovía a cántaros. Me llegó un mensaje.— ¿Qué tal todo? ¿Cómo sigues?. — Anabel.— ¡Hey, Bel! Aquí, triste y solo. — No crean que nuestros mensajes eran así, tan secos, usábamos muchos emoticones y stickers, nada más que por aquí no veo sentido ponerlos o describirlos ¿No?.— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó?. — Respondió de inmediato.— Jossie no podrá venir mañana y mis padres no llegan hasta el sábado, me toca quedarme solo.— Debe ser fatal, sobre todo porque estás enfermo. — Apenas leí el mensaje, me llegó una idea.— Si, de verdad, necesito una enfermera, o por lo menos quien me haga algo de compañía.— Te aseguro que, si pudiera, iría. Pero
Conversamos mucho, de todo un poco, de nada importante. Luego sugerí ver unas películas, pedí unas pizzas y refrescos, ella preparó unas palomitas y cuando todo estuvo en su lugar, nos acomodamos juntos en mi sofá.Vimos “Los juegos del hambre”, me pareció una buena elección porque tiene algo de acción y algo de romance. Un buen complemento para ambos. Íbamos comiendo y haciendo comentarios. No es una película que me encante, pero fue muy divertido verla junto a ella.Terminó la película. Anabel miró su teléfono, creo que respondió un par de mensajes más mientras yo seguía en el sofá, simulando ver los créditos. Luego, regresó para sentarse. — ¿Vemos la siguiente?. — Preguntó, mientras ya buscaba la película en el menú. Nuevamente se veía nerviosa. Observé la hora, ya iban a ser las cuatro de la tarde. Ella pareció darse cuenta por qué agregó. — Todavía es temprano.Le dio Play a la película e inmediatamente se levantó para ir al baño. A los minutos salió y se dirigió a la cocina, de
Por unos segundos, por primera vez, desde la ocasión en qué nos besamos con el juego de la botella, ella observó mis labios, paseo su mirada por ellos para volver a mis ojos. Ella sabía lo que pasaría. Yo supe lo que pasaría.Lentamente, acerqué mi rostro hacia ella, con el pulso a mil y sin importar su posible reacción. Por una parte, sabía que estaba mal, era obvio que el alcohol le había afectado, no obstante, ¿Podría ser posible que el alcohol sacará a relucir sus verdaderos sentimientos?. Si, para mí, era una posibilidad.Estaba a unos segundos de besarla, de darle un beso real. No uno por un tonto juego envuelto en súplicas. Era mi primera oportunidad real, aunque estuviese bebida. El sonido de la película quedó de fondo, no había nada más en ese espacio, que ella y yo, todo lo demás, era borroso, efímero.Unos segundos menos. Cada ver más cerca.BRRRRRRRRR.Un fuerte sonido me sorprendió.— ¿Lo ves? Frente a ti, puedo hacerlo. — Las palabras de Anabel me hicieron reaccionar.
Por primera vez en mucho tiempo, estábamos solos, sentados en una de las mesas del patio, esperábamos que las chicas salieran de clases. Estábamos charlando sobre fútbol, cuando Paul cambio el tema en un minuto.— ¿Cómo van las cosas con Anabel?.Sabía que esto pasaría, ya estaba preparado. Paul suele ser un chico muy discreto, no le gusta meterse en asuntos ajenos, su filosofía es “Cada quien hace con su vida lo que quiere”; sin embargo, desde muy jóvenes, hemos sido mejores amigos, así que, no me extrañó, ni molestó, que sacara el tema a colación. Seguramente él esperaba que yo se lo contara por voluntad propia y como no toqué el tema, decidió tomar la iniciativa.— Pues… Bien, normal, como siempre. — Respondí sin darle mucha importancia.— ¿Sabes? De verdad creí que habías olvidado el asunto de conquistarla. — Quise interrumpirlo, pero no me dejó, me detuvo con un movimiento de su mano. — Claro, obviamente sé que no te ha dejado de gustar, de hecho, podría apostar que estás pe