El pedo

Por unos segundos, por primera vez, desde la ocasión en qué nos besamos con el juego de la botella, ella observó mis labios, paseo su mirada por ellos para volver a mis ojos. Ella sabía lo que pasaría. Yo supe lo que pasaría.

Lentamente, acerqué mi rostro hacia ella, con el pulso a mil y sin importar su posible reacción. Por una parte, sabía que estaba mal, era obvio que el alcohol le había afectado, no obstante, ¿Podría ser posible que el alcohol sacará a relucir sus verdaderos sentimientos?. Si, para mí, era una posibilidad.

Estaba a unos segundos de besarla, de darle un beso real. No uno por un tonto juego envuelto en súplicas. Era mi primera oportunidad real, aunque estuviese bebida. El sonido de la película quedó de fondo, no había nada más en ese espacio, que ella y yo, todo lo demás, era borroso, efímero.

Unos segundos menos.

Cada ver más cerca.

BRRRRRRRRR.

Un fuerte sonido me sorprendió.

— ¿Lo ves? Frente a ti, puedo hacerlo. — Las palabras de Anabel me hicieron reaccionar.

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