Era su turno de bailar con Lady Samantha, aunque aún estaba un poco afectado por la calurosa discusión que había mantenido con la señorita Evangeline Gateley y la desafortunada intromisión de Lord Thomas, seguramente sus hermanos habían avistado la escena y debido a eso Benedict se había acercado para detenerlos antes de que las cosas se salieran de control, de igual forma unos minutos antes había visto a Josephine pasar por allí, así que estaba seguro de que ella también se había encargado de comunicárselo a su familia. Se desprendió del sentimiento con una ligera sacudida y fue en búsqueda de la nueva integrante de la familia, después de todo los Liney eran tan amables y bien parecidos que era como si Andrew habitara en ellos, y por ende, los sentía como familia. Por otra parte, si sus sospechas y las de su madre eran ciertas, y esperaba fervientemente que así fuera, la dama en cuestión bien podría convertirse en la Vizcondesa Biraynolds más pronto que tarde.‒ Lady Samantha ‒ dijo
Durante la tarde, se fueron todos al salón a tomar el té, para cuando James llegó a la estancia solamente estaban sus hermanos menores y Josephine había entrado colgada de su brazo, puesto que se habían encontrado mientras bajaban las escaleras, y con un sonoro grito le había pedido que aguardara por ella.‒ Buenas tardes, caballeros ‒ saludó al igual que su hermanos y todos los presentes devolvieron el gesto a sus maneras.Unos segundos más tarde, cuando apenas James se estaba terminando de acomodar en el sofá, entró Lady Samantha del brazo de su hermano Maximiliano, no se despegó de él, se sentó en medio de Lord Knightmoore y Colin. Una vez más, incitados por James, todos insistieron en ser llamados por sus nombres de pila, al menos cuando no se encontrara Lord Biraynolds en la habitación. Y para su fortuna, estaban todos menos el mayor de los «Lores B».‒ ¿Estás feliz con tu baile de presentación, Samantha? ‒ preguntó James con una grata sonrisa, y mirándola fijamente con sus ojos
11 de Septiembre de 1815, Londres.Al día siguiente partieron hacia Cambridge, en horas de la mañana, los caballeros: Colin, Derek, Nathaniel y Maximiliano, como se había planificado, todos se despidieron luego del desayuno, mientras las maletas iban y venían por el vestíbulo. Los jóvenes lores decidieron hacer el viaje montados a caballo y llevaron un carruaje con ellos para trasladar todas sus pertenencias. Las vacaciones de verano habían culminado y volverían de nuevo para pasar la temporada navideña. La despedida fue breve y bastante animada, James abrazó a todos sus hermanos y le dio un apretón de manos a Maximiliano, a quien al final también abrazó, por otra parte podía sentir la mirada de Benedict quien observó la escena desde las escaleras con los brazos cruzados. Samantha no se veía afectada por la partida de su hermano, lo abrazó con fuerzas y mantuvo siempre una sonrisa en sus labios, le comentó algo al oído y le besó la mejilla, mientras que Josephine aunque se despidió c
15 de Septiembre de 1815, Londres.Era evidente que no podía simplemente aparecer en el umbral de la mansión de Lord Rauscher y demandar una reunión con la Señorita Evangeline Gateley, sería echado a patadas si se atrevía a ir sin ser invitado. Ni siquiera enviar una carta era factible, podría ser intersectada en el momento que vieran al Conde de Blakewells como remitente, no es que fuera una persona no grata para la familia Luddington, tan sólo no quería tentar a su suerte, además de que tendría que dar una muy buena explicación para lograr reunirse con la señorita en cuestión. Así que tomó el asunto por otro punto de vista, una nueva perspectiva, si él no podía ir hasta la dama pues, aguardaría a por ella.Hyde Park estaba definitivamente prohibido, era un lugar concurrido en el que demasiadas personas conocidas podrían verlos y de igual forma tendría que pedir una plaza a sus familiares, cosa que verían muy rara. Así que se le ocurrió otra idea, tenía días yendo a diario a la plaza
Evangeline le agradeció por haberle devuelto los guantes, así que él no estaba equivocado si era la dama misteriosa que había escapado despavorida ese día. La conversación continuó amenamente, hablaron de nimiedades, nada profundo pero fue una conversación muy agradable, incluso se rieron de vez en cuando. La señorita Evangeline era amable, cálida y sencilla, pero no una sencillez desaliñada, no se refería a eso, era como una brisa suave que te refresca en un día de calor, eso era ella. No obstante, llegó el momento de la despedida, la acompañó hasta la salida de la plaza mientras él sostenía a John en brazos, quien mostraba señales de estar dormitando en su pecho.‒ Que tengo un buen regreso, milord ‒ dijo ella con una sonrisa recatada, le sorprendía sobremanera verla tan calmada, sabiendo que de un momento a otro ella podría ser fuego ardiendo ‒. Recuerde no darle objetos pequeños al señorito John ‒ sonrió, asomándose para ver la carita de su hijo.‒ Usted también, señorita Evangeli
Sabía que Benedict no tomaría de buen agrado la noticia de que no sabían dónde estaba Samantha, así que cuando el mayor de los Lores B llegó a su encuentro, su humor empeoró cuando James se lo mencionó, la pieza musical ya había terminado y la banda se estaba tomando un descanso, las parejas retornaban con sus amigos y familiares, y aun así no había indicios de Samantha, ni de su tío.– ¿Cómo han podido perderla de vista? – preguntó Benedict entre susurros pero totalmente molesto, su ceño fruncido y su tono gélido daban a conocer sus emociones a todas luces.– Te digo que estaba bailando hace un momento, a Sebastian lo tomaron sus amigos del colegio, por mi parte, vi a la señorita Evangeline así que…– ¡No quiero escucharlo! No me interesa eso en estos momentos, debemos encontrar a Samantha ya mismo – sentenció con autoridad.– No está en el salón, ni en los baños, tampoco en el jardín – dijo Sebastian uniéndose de nuevo a ellos.‒ Me interesa saber cómo sabes que no se encuentra en l
James y Sebastian se mantuvieron despiertos a la espera de Benedict, Samantha se había ido directo a su habitación y ninguno de los dos fue capaz de decirle palabra a la joven que se mostraba totalmente destruida. Cuando escucharon el traqueteo del carruaje sobre los adoquines de la entrada principal y el relinchar de los caballos, ambos se colocaron de pie y aguardaron en el vestíbulo, cuando Benedict entró tenía una expresión furiosa en el rostro y se dirigía directo a su despacho, sin embargo, James y Sebastian se pegaron a sus talones, lo siguieron al interior de la estancia mientras pronunciaban lo que parecían un millón de preguntas. No tenían sentido que Benedict los quisiera dejar en la ignorancia. Era totalmente injusto.‒ ¿Alguna vez se le has mencionado que son condenadamente irritantes? ‒ preguntó el mayor de los hermanos de mala gana con una buena dosis de sarcasmo, pero sin elevar el tono de su voz, tan sereno como siempre se presentaba. James podía entender su mal humor
Cuando el baile dio inicio estaba muy emocionada, le palpitaba el corazón aceleradamente y el entusiasmo le hacía cosquillas en el estómago, sabía que no podía conversar amenamente con el conde delante de tantas personas, como lo hicieron en la plaza o en Hyde Park, pero quería ver el comportamiento del caballero delante de la alta sociedad.¿Realmente tenía intenciones de cortejarla? No es como si ella esperase que así fuera, incluso podría conformarse con su amistad, después de todo ya estaba en edad de ser una solterona que estaba lista para vestir santos, así que no representaba ningún peligro si un caballero se acercaba a entablar una conversación con ella, nadie diría que la estaban cortejando.Alisaba su vestido y revisaba su peinado cada tanto, se había puesto los guantes que el conde había encontrado para ella, su reliquia familiar, no combinaba al cien por ciento con su atuendo pero era algo muy preciado para ella, y ahora habían adquirido un nuevo significado en su corazón.