Cuando el baile dio inicio estaba muy emocionada, le palpitaba el corazón aceleradamente y el entusiasmo le hacía cosquillas en el estómago, sabía que no podía conversar amenamente con el conde delante de tantas personas, como lo hicieron en la plaza o en Hyde Park, pero quería ver el comportamiento del caballero delante de la alta sociedad.¿Realmente tenía intenciones de cortejarla? No es como si ella esperase que así fuera, incluso podría conformarse con su amistad, después de todo ya estaba en edad de ser una solterona que estaba lista para vestir santos, así que no representaba ningún peligro si un caballero se acercaba a entablar una conversación con ella, nadie diría que la estaban cortejando.Alisaba su vestido y revisaba su peinado cada tanto, se había puesto los guantes que el conde había encontrado para ella, su reliquia familiar, no combinaba al cien por ciento con su atuendo pero era algo muy preciado para ella, y ahora habían adquirido un nuevo significado en su corazón.
23 de Septiembre de 1815, Londres.A la mañana siguiente se fue a su hogar con su retoño, no quería estar presente en la mansión por ahora, pues tenía el presentimiento de que la noticia que tenía Benedict para Samantha le caería como un balde de agua fría a la joven, incluso cuando ella lo quería, pues a nadie le gustaba tener que casarse a la fuerza por el sentido del deber y no por un amor honesto.Cuidar de John era su único objetivo en esos momentos, no más paseos por la plaza ni encuentros furtivos con ninguna dama. Además, debía continuar con la búsqueda de una niñera, así que volvió a redactar un anuncio para el periódico de la ciudad, dictaminando que ninguna de las candidatas anteriores podría volver a realizar la entrevista y que era mejor que se abstuvieran de participar, no necesitaba pasar malos ratos a causa de las mismas mujeres una vez más.No obstante, está vez pidió que redactaran cartas y que se las enviaran, con todos los detalles que él necesitaba saber, de allí
‒ Pues debiste decírmelo, no soy tan débil como piensas ‒ reclamaba Samantha‒ Nos vamos ya, no necesitas recoger nada de aquí ‒ pronunció el nuevo Conde de Knightmoore.‒ ¿Y aun sabiendo que ese… ese… individuo, mató a nuestros padres dejarás que se siga saliendo con la suya? ‒ preguntó Samantha, le costaba pronunciar las palabras, y a todos les dolía el corazón ver lo cerca que estaba de echarse a llorar frente a ellos. Lord Knightmoore, por otro lado, se tensó visiblemente, su espalda de puso recta y las manos se pegaron más sus costados.‒ Eso no tiene sentido ‒ balbuceó el joven.‒ Tiene mucho sentido, si le cedes el título, el cual te pertenece por derecho, primero ‒ comenzó Samantha a contar con los dedos ‒, lo habrá tomado ilegalmente, segundo, tendrá todas las comodidades, propiedades y fortuna de los Knightmoore y tercer… tercero, la muerte de nuestros padres habría sido en vano ‒ dijo con firmeza ‒. Estoy segura de que nuestros padres intentaron salvarte porque eres su hijo
Para las diez de la mañana la mansión se encontraba con un ambiente de angustia que se podía percibir en todos los rincones. Estaban desesperados por encontrar pruebas para el asunto que tenían entre manos, el médico que atendió tanto a Andrew como a su padre era de vital importancia para que testificara lo que sabía, Benedict les comentó que el hombre era sumamente cobarde pero tenían fe de que el sentimiento de culpa fuera tan fuerte que decidiera ayudarlos y que la suma de dinero que le estuviera ofreciendo Sebastian ayudara a flaquear sus miedos. De igual forma, le dio la idea a su hermano mayor de que enviara una misiva a la casa de Lord Hughes en Londres, porque tal vez el caballero aún no había dejado la ciudad y podría complementar el relato de Max en el juzgado.James vio con sorpresa el anillo de compromiso que brillaba en la mano de Lady Samantha y justo en ese momento entendió las razones por las cuales Maximiliano estaba muy malhumorado y ni se molestaba en ocultarlo, es
Una semana después…05 de Octubre de 1815, Londres.‒ Lord Paul Liney ha desaparecido oficialmente ‒ comentó Lord Thomas entrando al comedor esa mañana, donde se encontraba Evangeline en compañía de Amelia. El caballero se sentó en la cabecera de la mesa y los sirvientes comenzaron a colocar frente a ellos un festín de delicias para tomar el desayuno.‒ Ese hombre era demasiado estrafalario ‒ dijo Amelia con un desdén palpable ‒ el tío de Lord Andrew Liney y del actual conde de Knightmoore‒ le explicó a Evangeline, como siempre solía hacer, pero eso ella ya lo sabía.‒ Y de Lady Samantha Liney, pronta a convertirse en la Vizcondesa Biraynolds ‒ le sonrió a su prima, dándole a entender que estaba en sintonía con lo que conversaban. Ya no estaba perdida como la primera semana que pasó en compañía de muchas personas en eventos abarrotados de lores respingados y ladies con mentones elevados.Durante la última semana lo único que se comentaba era acerca de ese hecho, el hombre en cuestión
17 de Octubre de 1815, Londres. El día anterior pasó la noche con su familia, los humores ya se habían disipado gracias al exilio de Lord Paul Liney, todos se sentían más tranquilos y podían respirar algo de paz, sobre todo James podía notar el alivio en el rostro de su hermano mayor, quien pasó por tiempos difíciles tratando de encontrar a los Liney y haciendo que ocuparan el puesto que les correspondía en la sociedad en la que vivían y a la que pertenecían por nacimiento. No obstante, se podían percibir algunas tensiones en el aire debido al anuncio de compromiso entre Benedict y Samantha, al cual la única persona que se oponía era el hermano mayor de la señorita, Maximiliano.Esa mañana bajó a desayunar como de costumbre, la mayoría de sus familiares se encontraban en la mansión, el único que estaba ausente era Marcus, quien por sus viajes no estaba presente la gran parte del año con la promesa de pasar navidad juntos. Al llegar al gran comedor ya se encontraban allí Benedict y su
15 de Noviembre de 1815, Londres. La mansión de su familia era un hervidero constante debido a que su madre junto a Josephine y Samantha se estaban encargando de los preparativos de la boda entre su hermano mayor, Benedict, Vizconde Biraynolds y la dulce Lady Samantha Liney, así que James evitaba a toda costa ir para allá y se mantenía a raya encerrado en la mansión Blakewells, no quería verse envuelto en ese asunto bajo ninguna circunstancia. Sus hermanos menores habían partido una vez más para continuar sus estudios en la universidad y se llevaron con ellos a Maximiliano, quien aunque había aceptado la realidad de su hermana se mostraba reacio a estar feliz por ella al completo, así que por el bien colectivo era mejor mantenerlo alejado, de igual forma el joven conde debía permanecer en la universidad al menos un año, ya que esa era una de las condiciones de Benedict para cederle todas las responsabilidades de su título.En dos días sería el cumpleaños número treinta y uno de Bened
17 de Noviembre de 1815, Londres. Recibió una nota de su futura cuñada, Lady Samantha, en la que le anunciaba que debía estar en la mansión principal a una hora en específico para ir a pasar la velada en los jardines de Vauxhall, ese día era el cumpleaños de Benedict por lo que lo celebrarían en ese lugar y contemplarían los fuegos artificiales a media noche. Así pues, se fue en horas de la tarde a la mansión Bellingham con su hijo en brazos, de buen humor y disfrutando del cielo anaranjado del atardecer y de la suave brisa que los refrescaba y que movía sus cabellos dorados.‒ ¡James! Has llegado ‒ dijo Josephine al verlo entrar por la puerta principal, su hermana era una de las personas que siempre se alegraba de verlo llegar.‒ Buenas tardes, Jose ¿Cómo te encuentras hoy? ‒ preguntó dejando a su hijo en brazos de la benjamina, quien lo recibió con una sonrisa más amplia de la que le había dedicado a él.‒ Yo estoy muy bien, han sido días ocupados, pero eso me viene la mar de bien.