El nombre resuena en mi memoria, en un pestañeo se abalanza sobre mí, me rodea el cuello con una mano, intento luchar, pero soy demasiado pequeña y él demasiado grande, pesado, no puedo respirar. Le araño la cara y este brama del dolor cuando mis uñas se le clavan en la carne y sangra.—¡Perra!Agarra su cuchillo con fuerza, hace un movimiento, intenta tajarme el rostro pero alcanzo a poner mi mano en medio, haciendo que esta reciba el golpe, grito del dolor, está a punto de darme un golpe cuando alguien lo aparta de mí y caigo al suelo.Tomo una larga bocanada de aire, mi corazón late frenético, a lo lejos escucho varios ruidos, palabras que no entiendo, la vista se me vuelve borrosa, el cuerpo se me adormece, siento como alguien me envuelve en sus brazos, el contacto me parece familiar.—Todo está bien, tranquila —me susurran.Pero estoy tan aturdida y débil, que me cuesta entender lo que pasa. Me deja sobre la cama y siento un roce en mis labios.—Ya estoy aquí, ya nada ni nadie te
EMMAMi corazón no deja de latir con fuerza, siento que el aire me falta, que la sangre se me congela, el alma se me cae a los pies cuando veo a Andrew, el padre de mi hijo, es él, lo sé, pese a la marca de quemadura que trae en el rostro. Sus ojos, los mismos en los que me vi muchas veces, remueve toda la m****a que había enterrado en el pasado.—Emma —dice Julian soltando a su hermano.—Amor —dice el otro.Recuerdo respirar y tomo una larga bocanada de aire, noto un pinchazo de dolor en mi mano y la veo vendada.—Alguien entró, era de los Yakuza, escapó —habla Andrew intentando acercarse a mi.—Tú… estás muerto —susurro.Andrew merma el espacio que hay entre los dos, se sienta en una de las orillas de la cama e intenta tocarme, aparto mi mano y me alejo de él notando que estoy solo en bata.—Estoy vivo, Emma —dice—. Es una historia larga de contar.Miro a Julian detrás de él.—Quiero hablar contigo —espeto a Julian—. A solas.Andrew me mira medio mal y se pone de pie, no dice nada,
ANDREWAbro los ojos sintiendo que algo se ha fracturado en mi interior, Emma ya sabe que estoy vivo, no recibí la bienvenida que esperaba, debo admitir, en sus ojos encontré la contrariedad, la confusión, no vi aquel brillo de antes, me miraba como a un extraño, entiendo, tiene razón, no puedo volver de la tumba y querer que todo sea como antes, cuando yo era su mundo.Tenemos un hijo en común, uno que me muero por abrazar, conocer. El hecho de que ella esté follando con mi hermano, hace que la sangre se me pudra. Por lo que temprano me pongo de pie. Mi móvil suena y el nombre de Julian resplandece.Rechazo su llamada, no quiero hablar con él, o quiero siquiera pensar en lo que siente por la única mujer que me ha importado. Me doy una ducha de agua caliente, suena de nuevo, solo que esta vez se trata de una notificación. Es un mensaje de texto, lo abro.“Emma se ha ido a la empresa, voy a la casa, con Michael”Julian. Ese hijo de perra. Rápido me visto, miro mi aspecto, aún queda arr
EMMA El dolor en el hombro es insoportable, la sangre me asusta un poco y veo como es Andrew quien corre a auxiliarme, mientras Julian se queda estático observando todo, Marian sigue gritando cosas de las que no proceso y solo quiero estar en casa con mi hijo. —Te pondrás bien —me dice Andrew revisando la herida—. Te lo prometo. Me desata pese a las amenazas de su hermana y siento que el pasado y el presente me golpean duro cuando me carga en brazos, detallo su rostro, la quemadura no le quita atractivo, y me siento culpable de sentir cosas por Julian, su hermano. —Baja el arma —demanda Julian a Marian. —No, tú no me ordenas. Vuelve a apuntarnos pero esta vez es ella quien debe temer. —¿Por qué tanto drama? —inquiere Julian con cautela. Ella tensa el cuerpo y clava sus ojos sob
JULIANRenunciar a lo más puro que he tenido en la vida, no es una decisión fácil, mucho menos algo que me haga el hombre más feliz del mundo, sabía que esto podría pasar, y ahora, la imagen de Emma viéndome a los ojos con incertidumbre, no se me borra de la mente, quisiera decirle que lo que estoy a punto de hacer, no es porque lo quiera, pero conozco los límites de Marian.Es una perra que no amenaza porque sí, Andrew la ama, y yo siento cosas por ella, ¿pero a dónde llegaríamos? Es mi hermano quien es el padre de su hijo, ellos ya tenían algo y lo que pasó fue por causa del destino, no porque él lo quisiera. Mientras manejo me pregunto e imagino cómo hubiera sido si Andrew jamás hubiese tenido ese accidente, se hubiera casado con Emma, ella lo amaba, y yo l
ANDREW Detallo cada rasgo y línea del rostro de Emma, hace tres horas que llegó y se encerró en la habitación, no sabe que tengo llaves y tampoco que he visto a Michael, no hubo tiempo de hablar, mucho menos de arreglar las cosas. La herida en su brazo me molesta, en el pasado, recuerdo enojarme cada que se golpeaba y eso dejaba un morado en su tersa piel. Ha estado llorando, lo noto, sé que es por Julian, mi hermano, tiene los puños cerrados y en ellos pañuelos que usó para secarse las lágrimas. Una punzada de celos me invade y remueve toda la mierda de mi pecho. Me gusta, mucho, los sentimientos que creí dormidos han despertado con nuestro encuentro, y el que tengamos a Michael, hace que la necesite aquí, conmigo. —Prometo que los voy a cuidar —susurro. Nadie sabe lo que hice hace dos días, nadie s
EMMA Han pasado dos semanas desde que vi por última vez a Julian, al día siguiente quise verlo, pero Andrew me avisó que su hermano había tomado el primer vuelo y que estaba en Florencia con Viktoria para hacerse cargo de la mafia italiana. Otra cosa que me rompió el corazón, no lo voy a negar, siento que el aire me falta cuando pienso en él. Michael y yo nos fuimos a vivir a la casa de su padre, ya que no me pareció bien seguir en la casa de quien es su tío, lo peor es que mi pequeño hijo parece haberse olvidado de su tío, puesto que el padre ocupa todo su tiempo, juegan, vamos juntos al cine, a comer, aunque frente a él trato de fingir que soy feliz, pero sinceramente entre Andrew y yo todavía hay cierta hostilidad. Hay veces en las que intenta besarme, es detallista, y quisiera que las cosas fueran como antes, pero no se puede, ya que mi mente y corazón siguen deseando a Julian. Y ahora estoy aquí, revisando cada uno de los encabezados del periódico, también navegando por inte
Cuando entro, el sonido de la campanilla hace que llame la atención de los comensales y de los meseros, uno de ellos, un chico pelirrojo con ojos azules, y sonrisa de guasón, se me acerca con una carta de menú en la mano. —Buenos días, señorita, ¿gusta una mesa o la barra? —me dice con amabilidad. Niego con la cabeza mostrando la carpeta que traigo. —Ah, vienes por lo del empleo —me guiña un ojo—. Espera aquí, enseguida le llamo al gerente. —Muchas gracias. El chico desaparece y las meseras comienzan a cuchichearse, sus miradas son curiosas, una de ellas me sonríe, mientras que las otras tres solo me miran de pies a cabeza, como si quisieran leer mi mente. Me dirijo a la barra y luego de cinco minutos, el mismo chico vuelve, esta vez con el ceño fruncido. —El gerente te recibirá ahora —espeta—. Sigue el pasillo, la puerta del final a la derecha. —Te lo agradezco mucho. Paso a su lado y tira de mi brazo. —Pareces buena persona, así que te daré un consejo, no tengo idea de qué