Capítulo ochenta y siete: Una prueba de ADN Todo lo que hizo Thalia fue mirar a su izquierda, justo donde se cruzaba su mirada con la de su esposo que se había quedado inamovible, sin palabras. La mente del griego había colapsado y la chica seguía callada esperando que alguien decidiera hablar primero antes de que ella dijera aquello a lo que había venido. Thalia seguía con los ojos clavados en su marido que, aunque la miraba, no paraba de hacer cuentas en su cabeza para explicar a su mujer que ese bebé no podía ser suyo. Sabía del genio que se gastaba la señora Stratos y antes de decir nada quería tener elementos para rebatir cualquier duda furiosa que esta le lánzase. —¿De cuánto estás? —fue Thalia quien habló primero. —Siete semanas —respondió la rubia sin demora, estaba muy al tanto y recién llegando de recoger sus resultados. —¿Es de mi padre o de mi marido? La pregunta fue como un neón en blanco deslumbrando a los tres al encenderse. Se sintió como si una bomba e
Capítulo ochenta y ocho: Tenerse el uno al otro Praxis y Thalia habían tenido muchos problemas desde que habían decidido estar juntos y enfrentarse a todo pero, de cierta manera, les compensaba el amor que se tenían y que crecía cada día más entre los dos, aunque lidiar con tanto conflicto era tarea dura.Sin embargo, que los únicos asuntos que fuesen bien fueran las cosas entre ellos les dejaba en claro que algo hacían bien... pero, eso no quitaba que al reconocer que dichos problemas de cierta manera eran los que los habían hecho encontrar el amor y fortalecer los lazos que una vez fueron cadenas les creara cierta inquietud. Ahora eran un matrimonio sólido y con los cimientos muy fuertes. Eso era lo principal para el buen crecimiento de sus hijos y su futuro.También ya era un hecho que confiaban en demasía el uno en el otro y entonces ellos encontraban en su telaraña de conflictos, la llave para ser más fuertes que nunca.Praxis había demostrado que si se veía obligado a elegir en
Capítulo ochenta y nueve: Una visita inesperada La empresa de Praxis estaba organizando una exposición de arte con fines benéficos en el salón de Artes más exclusivo de Londres. El griego no quiso perder la oportunidad e invitó a su esposa para ser su acompañante y exhibir la joya que tenía en casa en frente del mundo entero. Después de tantos días tan malos y complicados, ambos se lo merecían. Horas después, mientras Thalia se vestía para la exposición, la esperanza de que todo lo malo había pasado y de que a partir de ese momento todo sería luz y felicidad en su vida había enraizado con fuerza en su corazón. Tenía la familia que siempre había querido tener y no necesitaba nada más que el amor. Eso era lo que Thalia le queria hacer entender a su marido. Qué no necesitaba la herencia de su madre, no necesitaba que él se metiera en líos por eso tampoco, solo quería amor y nada más. Pero sin embargo su marido era un tercio y estaba empecinado en buscar pruebas para impugnar el testa
Capítulo noventa: Confía en él Thalia ya no era una niña. Ni era como esas actrices melodramáticas de telenovela que optaban por quedarse calladas y enrabietadas, o por dejar pasar el tiempo para luego hacerse las víctimas. Tampoco era tonta y Praxis le había demostrado cuánto la amaba.Por eso, antes incluso de que Marcia se hubiera ido, tuvo muy claro que iba a preguntarle a Praxis por lo que le había dicho. Tenía que darle un voto de confianza.Bajo las escaleras sin prisa, como solo una reina lo haría y se despidió de sus hijos antes de subirse al auto que la llevaría a la exposición.Se suponía que su marido la vería en la entrada del salón para acompañarla. Pero Praxis no apareció, en cambio envió a un empleado de la empresa.—El señor Stratos me ha pedido que le diga que un asunto lo ha retrasado y que la acompañe a la fiesta, donde se reunirá con usted en cuanto pueda.‘Dale un voto de confianza. Dale un voto de confianza…’—Ah, comprendo. Pero no hace falta que me acompañe;
Capítulo noventa y uno: La reina del espectáculo Admirar a su mujer se había vuelto uno de los deportes favoritos de Praxis Stratos. Nadie diría que el empresario más implacable y gran amante de su soltería estaría así de rendido ante los encantos de la madre de sus hijos pero era innegable que se moría por esa mujer y que, mientras ella se arreglaba, él se dedicaba a echarle miradas furtivas hasta que fue descubierto y esta le hizo saber que pronto estaría lista. Los dos habían empezado a acostumbrarse a esa manera divertida de entenderse sin palabras. Mientras el griego disfrutaba de su partido personal con su mujer, un extraño aviso de sus guardias le hizo arrugar la piel entre las cejas. ¡Marcia estaba esperando frente a la prensa, amenazando con hablar! Siempre supo que esa mujer sería un problema entre su mujer y él y aunque verdaderamente no había nada que pudiera decir que les perjudicara, no quería otro escándalo rodeando la paz que por fin había conquistado para Thali
Capítulo noventa y dos: Mi hermano, mi protector Durante todo el camino de retorno a casa Thalia se cuestionaba a sí misma cómo era posible que hubiese confiado tanto en que las cosas podían haber sido diferentes cuando sabía perfectamente que la vida nunca le había puesto nada fácil.Nunca se sintió tan sola como en ese momento en que sin poder explicar nada porque no había hecho ninguna pregunta, Praxis se fue y la dejó allí con sus miserias haciendo fila en el campo de tiro para vaciar sus cargadores sobre su raciocinio. Rompió a llorar en el taxi, no se dejó llevar por la gente de su marido que de cierta forma pudo esquivar para largarse. La vida le estaba gritando en varios idiomas que nunca había tenido a Praxis para ella, entonces tampoco le había perdido. Simplemente todo había formado parte de un espejismo. Algo del tipo oasis en medio del desierto. Un deseo enorme de ser feliz que no hizo más que mostrarle lo que soñaba con tener pero que jamás tendría. —¿Se encuentra bi
Capítulo noventa y tres: Te equivocaste, pequeña Thalia sudaba y lloriqueba en silencio mientras observaba como cada vez era más corta la distancia que la separaba de abrir la puerta de la habitación y descubrir que las risas qje se oían desde fuera eran de Marcia y Praxis. Mientra ella dormía en una habitación de hotel con su hijos, él metía a su amante en su propia cama. ¡Menudo capullo! Tomó el pomo de la puerta entre sus dedos y con las lágrimas empezando a salir de sus ojos los vió, ella encima de él riendo carcajadas mientras le dejaba marcas en el cuello para que su esposa lo viera. Ahí fue cuando se despertó Thalia de aquel horrendo sueño y se sentó en su cama agitada y sudorosa. Más que un sueño había sido una pesadilla y a pesar de que hiperventilaba se alegraba de haber despertado. Entonces oyó la ronca y se sal voz de su marido que le decía: —Espero que el sueño te haya dolido todo lo que me dolido a mi ver que una vez más me dejaste sin más —él estaba frente a e
Capítulo noventa y cuatro: La punta del iceberg Thalia se había encontrado con Praxis en el vestíbulo cuando bajaba a los niños para llevarlos a la escuela. Sí, ella podía ser intempestiva y salir huyendo siempre que algo se le hacia demasiado grande para manejar pero en esta ocasión no supo que hacer, simplemente se dejó guiar por su cuñado y se alejó solamente para pensar.La diferencia fue que Praxis la siguió como antes y no le dió esa oportunidad. Durante la noche la morena había analizado la situación lo bastante como para entender que su marido podía estar engañándola nuevamente o, ganando tiempo para ser implacable con su separación como ya había sido anteriormente pero si no tiraba de esa cuerda no descubriría sus intenciones, no saldría a la luz la verdad sobre todo, después de haber recibido una foto de él junto a Marcia besándose en la entrada del nuevo apartamento de la rubia. La firma de la foto tenía un oculto mensaje que decía: "Pronto volverás a tu sitio, querida