Capítulo noventa: Confía en él Thalia ya no era una niña. Ni era como esas actrices melodramáticas de telenovela que optaban por quedarse calladas y enrabietadas, o por dejar pasar el tiempo para luego hacerse las víctimas. Tampoco era tonta y Praxis le había demostrado cuánto la amaba.Por eso, antes incluso de que Marcia se hubiera ido, tuvo muy claro que iba a preguntarle a Praxis por lo que le había dicho. Tenía que darle un voto de confianza.Bajo las escaleras sin prisa, como solo una reina lo haría y se despidió de sus hijos antes de subirse al auto que la llevaría a la exposición.Se suponía que su marido la vería en la entrada del salón para acompañarla. Pero Praxis no apareció, en cambio envió a un empleado de la empresa.—El señor Stratos me ha pedido que le diga que un asunto lo ha retrasado y que la acompañe a la fiesta, donde se reunirá con usted en cuanto pueda.‘Dale un voto de confianza. Dale un voto de confianza…’—Ah, comprendo. Pero no hace falta que me acompañe;
Capítulo noventa y uno: La reina del espectáculo Admirar a su mujer se había vuelto uno de los deportes favoritos de Praxis Stratos. Nadie diría que el empresario más implacable y gran amante de su soltería estaría así de rendido ante los encantos de la madre de sus hijos pero era innegable que se moría por esa mujer y que, mientras ella se arreglaba, él se dedicaba a echarle miradas furtivas hasta que fue descubierto y esta le hizo saber que pronto estaría lista. Los dos habían empezado a acostumbrarse a esa manera divertida de entenderse sin palabras. Mientras el griego disfrutaba de su partido personal con su mujer, un extraño aviso de sus guardias le hizo arrugar la piel entre las cejas. ¡Marcia estaba esperando frente a la prensa, amenazando con hablar! Siempre supo que esa mujer sería un problema entre su mujer y él y aunque verdaderamente no había nada que pudiera decir que les perjudicara, no quería otro escándalo rodeando la paz que por fin había conquistado para Thali
Capítulo noventa y dos: Mi hermano, mi protector Durante todo el camino de retorno a casa Thalia se cuestionaba a sí misma cómo era posible que hubiese confiado tanto en que las cosas podían haber sido diferentes cuando sabía perfectamente que la vida nunca le había puesto nada fácil.Nunca se sintió tan sola como en ese momento en que sin poder explicar nada porque no había hecho ninguna pregunta, Praxis se fue y la dejó allí con sus miserias haciendo fila en el campo de tiro para vaciar sus cargadores sobre su raciocinio. Rompió a llorar en el taxi, no se dejó llevar por la gente de su marido que de cierta forma pudo esquivar para largarse. La vida le estaba gritando en varios idiomas que nunca había tenido a Praxis para ella, entonces tampoco le había perdido. Simplemente todo había formado parte de un espejismo. Algo del tipo oasis en medio del desierto. Un deseo enorme de ser feliz que no hizo más que mostrarle lo que soñaba con tener pero que jamás tendría. —¿Se encuentra bi
Capítulo noventa y tres: Te equivocaste, pequeña Thalia sudaba y lloriqueba en silencio mientras observaba como cada vez era más corta la distancia que la separaba de abrir la puerta de la habitación y descubrir que las risas qje se oían desde fuera eran de Marcia y Praxis. Mientra ella dormía en una habitación de hotel con su hijos, él metía a su amante en su propia cama. ¡Menudo capullo! Tomó el pomo de la puerta entre sus dedos y con las lágrimas empezando a salir de sus ojos los vió, ella encima de él riendo carcajadas mientras le dejaba marcas en el cuello para que su esposa lo viera. Ahí fue cuando se despertó Thalia de aquel horrendo sueño y se sentó en su cama agitada y sudorosa. Más que un sueño había sido una pesadilla y a pesar de que hiperventilaba se alegraba de haber despertado. Entonces oyó la ronca y se sal voz de su marido que le decía: —Espero que el sueño te haya dolido todo lo que me dolido a mi ver que una vez más me dejaste sin más —él estaba frente a e
Capítulo noventa y cuatro: La punta del iceberg Thalia se había encontrado con Praxis en el vestíbulo cuando bajaba a los niños para llevarlos a la escuela. Sí, ella podía ser intempestiva y salir huyendo siempre que algo se le hacia demasiado grande para manejar pero en esta ocasión no supo que hacer, simplemente se dejó guiar por su cuñado y se alejó solamente para pensar.La diferencia fue que Praxis la siguió como antes y no le dió esa oportunidad. Durante la noche la morena había analizado la situación lo bastante como para entender que su marido podía estar engañándola nuevamente o, ganando tiempo para ser implacable con su separación como ya había sido anteriormente pero si no tiraba de esa cuerda no descubriría sus intenciones, no saldría a la luz la verdad sobre todo, después de haber recibido una foto de él junto a Marcia besándose en la entrada del nuevo apartamento de la rubia. La firma de la foto tenía un oculto mensaje que decía: "Pronto volverás a tu sitio, querida
Capítulo noventa y cinco: La segunda advertencia Al final de la mañana ya Praxis había llevado las cosas de su mujer y sus hijos de vuelta a casa. Las pocas que había sacado de allá. Athos se había ido a la casa de campo de la familia y todos pretendían volver a la normalidad nuevamente. El griego ordenó máxima seguridad para su familia al completo y tomó las cintas de seguridad del hotel para llevarlas a casa a ver detenidamente lo que había sucedido como para que su esposa recibiera semejante embaucador mensaje.—Son doce horas de video Praxis, es imposible verlo todo —se quejó Thalia—. Me quedaré dormida antes de que sepa algo.—Sube a nuestra cama a recostar ese precioso cuerpo que tanto te gusta pasear por otras camas huyendo de mi que yo veré todas esas horas hasta que vea quien demonios te dejó la puta foto —añadió él con humor y pullitas. —Eres incorregible, griego del demonio —ella se acercó y los dos se besaron—. Tomaré una ducha, prepararé palomitas de maíz y vengo.—No
— Capítulo noventa y seis: Lo más importante que tengo. ——Cuéntenos exactamente sobre qué fue lo que pasó, Señora Stratos.La policía interrogaba a Thalia mientras su marido miraba desde el otro lado de la sala con los brazos cruzados y el ceño fruncido reflejando una mente llena de dudas. Él no podía entender quién podía estar reclamando a su mujer o incluso a él mismo después de tanto tiempo en el que ninguno de los dos tenían amores pasados turbios o no, que pudieran estar haciendo algo así de bizarro.Oía nuevamente como su esposa contaba los hechos de la forma en que los habia vivido y se enfadaba a cada segundo.De pronto tuvo una idea..."Y si, ¿se trataba de una jugada maestra de sus nuevos enemigos por el maldito testamento? "Tal vez ellos solo querían dejar pequeñas migas envenenadas de pan alrededor de una hoguera solo de humo. Praxis tenía bien claro que aquello apestaba a engañosa verdad. —En dos días, cuando el fiscal procese al chico tendremos que citarlos en comisar
Capítulo noventa y siete: Familia, hogar, amor y unión—¿Me ayudas, mi amor?Thalia trataba de subirse las cremalleras de sus botas de caña alta y no lo conseguí, de repente se sintió algo torpe y le pidió ayuda a su marido que encantado de hacerlo se arrodilló a sus pies y la ayudó, luego se mantuvo allí, en la misma posición y entonces hizo lo más impensable e inesperado... Praxis sacó una inconfundible y pequeña caja de debajo de la esquina del colchón. Thalia se llevó la mano a la boca y sonrío entre sus dedos pudiendo ver lo que su marido pretendía.—Ahora quiero que me ayudes tú, mi pequeña esposa —musitó él en medio de una risa avergonzada —. ¿Serías mi mujer hasta la eternidad? Los labios le temblaron al final de las palabras y ella soltó un pequeño sollozo ahogado. Se miraron más enamorados que nunca y ella simplemente se dedicó a asentir antes de matizar su aceptación diciendo:—Hasta que la faz de la tierra desaparezca yo seré tuya en cada una de mis reencarnaciones y si s