Capítulo noventa y cinco: La segunda advertencia Al final de la mañana ya Praxis había llevado las cosas de su mujer y sus hijos de vuelta a casa. Las pocas que había sacado de allá. Athos se había ido a la casa de campo de la familia y todos pretendían volver a la normalidad nuevamente. El griego ordenó máxima seguridad para su familia al completo y tomó las cintas de seguridad del hotel para llevarlas a casa a ver detenidamente lo que había sucedido como para que su esposa recibiera semejante embaucador mensaje.—Son doce horas de video Praxis, es imposible verlo todo —se quejó Thalia—. Me quedaré dormida antes de que sepa algo.—Sube a nuestra cama a recostar ese precioso cuerpo que tanto te gusta pasear por otras camas huyendo de mi que yo veré todas esas horas hasta que vea quien demonios te dejó la puta foto —añadió él con humor y pullitas. —Eres incorregible, griego del demonio —ella se acercó y los dos se besaron—. Tomaré una ducha, prepararé palomitas de maíz y vengo.—No
— Capítulo noventa y seis: Lo más importante que tengo. ——Cuéntenos exactamente sobre qué fue lo que pasó, Señora Stratos.La policía interrogaba a Thalia mientras su marido miraba desde el otro lado de la sala con los brazos cruzados y el ceño fruncido reflejando una mente llena de dudas. Él no podía entender quién podía estar reclamando a su mujer o incluso a él mismo después de tanto tiempo en el que ninguno de los dos tenían amores pasados turbios o no, que pudieran estar haciendo algo así de bizarro.Oía nuevamente como su esposa contaba los hechos de la forma en que los habia vivido y se enfadaba a cada segundo.De pronto tuvo una idea..."Y si, ¿se trataba de una jugada maestra de sus nuevos enemigos por el maldito testamento? "Tal vez ellos solo querían dejar pequeñas migas envenenadas de pan alrededor de una hoguera solo de humo. Praxis tenía bien claro que aquello apestaba a engañosa verdad. —En dos días, cuando el fiscal procese al chico tendremos que citarlos en comisar
Capítulo noventa y siete: Familia, hogar, amor y unión—¿Me ayudas, mi amor?Thalia trataba de subirse las cremalleras de sus botas de caña alta y no lo conseguí, de repente se sintió algo torpe y le pidió ayuda a su marido que encantado de hacerlo se arrodilló a sus pies y la ayudó, luego se mantuvo allí, en la misma posición y entonces hizo lo más impensable e inesperado... Praxis sacó una inconfundible y pequeña caja de debajo de la esquina del colchón. Thalia se llevó la mano a la boca y sonrío entre sus dedos pudiendo ver lo que su marido pretendía.—Ahora quiero que me ayudes tú, mi pequeña esposa —musitó él en medio de una risa avergonzada —. ¿Serías mi mujer hasta la eternidad? Los labios le temblaron al final de las palabras y ella soltó un pequeño sollozo ahogado. Se miraron más enamorados que nunca y ella simplemente se dedicó a asentir antes de matizar su aceptación diciendo:—Hasta que la faz de la tierra desaparezca yo seré tuya en cada una de mis reencarnaciones y si s
Capítulo noventa y ocho: ¡Soy tuya!—Ay que ver que falsos son estos enanos —se quejó Athos llegando hasta ellos, al caos sobre el césped —. He dejado de ser el tío favorito. Mañana los dejaré en la escuela hasta que se haga de noche.—Ni tío, no —los niños soltaron a los padre enseguida —. Te queremos, te queremos mucho. Pedo no nos vayas a dejar po favooooo.No se entendía cual de los dos hablaba porque era como una melodía exacta. Se colgaron de las piernas de Athos y los tres adultos rompieron en risas.—¡Que poder da esto, Jesús! Athos bromeaba alzando los brazos al cielo y luego levantando a los niños una en cada hombro, parecía un hombre diferente al que habían conocido y era liberador y refrescante verlo.—No reconozco a tu hermano —comentó Thalia poniéndose en pie con la ayuda de su marido —. De verdad me sorprende muchísimo su cambio.—Te recuerdo que también es tu hermano, pequeña.—No hablamos de eso, Praxis —aclaró ella tomando su bolso —. No estamos en ese instante aún
Capítulo noventa y nueve: Una segunda boda — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —Thalia no podía creer que aquella explanada verde que tanto había admirado el día anterior estaba ahora un panorama como aquel.Se llevó las manos a la boca completamente asombrada y se le cayó la sábana al suelo.—¡Mamá...! —los niños gritaron al verla.—Oh, Dios.—¿Se te perdió la lopa mamá? —preguntó Owen de repente con su carita inocente.—Estaban haciendo cosas de adultos, ¿a qué sí? —los señaló Olivia en cambio de manera acusatoria—. ¿Qué asco? ¡Mamá no tiene ropa! ¡Mamá está denudaaaaa!Olivia empezó a cantar y pronto su hermano se le unió para dar vueltas por el lugar como terremotos.Aquel cántico divertido de los niños hizo a Thalia avergonzarse y el padre entró corriendo a unirse a la risa al ver a su mujer subiéndose la sábana nuevamente para cubrirse la desnudez. Los niños se fueron corriendo y gritando mientras ella solo pudo echarse a reír cuando Praxis la atrapó entre sus brazos.—¿E
Capítulo cien: Los muertos regresan de la tumbaThalia había soltado el teléfono y proferido tal grito que incluso se había tapado los oídos con las manos.No quería mirar aquella masacre. No quería enfrentarse a lo que abajo aparecería en cuanto bajara la vista.Las lágrimas arrastraban su rimel llegando incluso a manchar el.blanco y pulcro vestido. Entonces escuchó algo: silencio.Había demasiado silencio, todo estaba muy calmado y con temor pero sin remedio miró hacia abajo y encontró que todo estaba bien.Sus hijos y esposo seguían vivos, todo había sido el sonido del disparo de unas bengalas.Ella tuvo la sensación de haberlo soñado todo, imaginó que tal vez no era la voz de su padre la que había oído porque estaba muerto y jamas podría llamarla por teléfono. Pero por y para su desgracia no era así.Cuando tomó de nuevo el teléfono vió que aún seguía en la línea y se puso el aparato al oído...—¿Como es posible que me hagas esto?—Te vi irte en su día y te dejé ser libre y ser
Capítulo ciento uno: A punto del infarto Praxis había pasado una noche más en vela. Su hermano le había convencido hacia tres días ya de que Thalia no se había ido porque sí, sino por algo que él averiguaría y muy pronto pero aquello no era suficiente para el griego. Nada lo era.Sentia como si la ausencia de su esposa le hubiera dejado con una estaca clavada en su pecho que día a día se hundía más y el veneno le iba quemando por dentro. Aquello acabaría matándolo.No dejaba de trazar teorías pero ninguna le gustaba más que la otra. En su cabeza no cabía la posibilidad de que se hubiera ido con otro, eso nunca. No se dejaba avasallar por esa idea castigadora. Sin embargo entendía que podía estar siendo chantajeada por algún motivo. Las cosas que ella le había dicho a él no le convencían aunque estaban grabadas en su mente como una película mala de un drama negro.Su ex estaba neutralizada, el hermano de Thalia en la cárcel y su padre muerto...¿Quién más podría ir a por ellos como p
Capítulo ciento dos: Entre la espada y la pared Los días de Thalia metida en el zulo en el que la había encerrado su padre habían llegado a su fin. Por fin había salido de allí aunque no de la mejor manera pero al menos, estaba fuera que era lo importante. Esa mañana la despertaron con un cubo de agua impactando contra su cara y el salto que esta dió fue tan fuerte que se golpeó la cabeza con el techo. El sitio era verdaderamente un zulo, no media más de metro y medio de altura, lo mínimo indispensable para ponerse de pie encorvado.—Dúchate y en el baño tienes ropa nueva y limpia, que hoy saldrás —había ordenado con desdén uno de los matones de su padre.El día de su boda, justo después de haber abandonado a su marido no le quedó más remedio que irse a merced del miserable de su progenitor. Todavía analizaba como era posible que alguien así la hubiese criado prácticamente solo y conseguido sobrevivir a su lado. No conocía ser más cruel que aquel.Thalia supo esa misma noche que nun