Capítulo noventa y nueve: Una segunda boda — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —Thalia no podía creer que aquella explanada verde que tanto había admirado el día anterior estaba ahora un panorama como aquel.Se llevó las manos a la boca completamente asombrada y se le cayó la sábana al suelo.—¡Mamá...! —los niños gritaron al verla.—Oh, Dios.—¿Se te perdió la lopa mamá? —preguntó Owen de repente con su carita inocente.—Estaban haciendo cosas de adultos, ¿a qué sí? —los señaló Olivia en cambio de manera acusatoria—. ¿Qué asco? ¡Mamá no tiene ropa! ¡Mamá está denudaaaaa!Olivia empezó a cantar y pronto su hermano se le unió para dar vueltas por el lugar como terremotos.Aquel cántico divertido de los niños hizo a Thalia avergonzarse y el padre entró corriendo a unirse a la risa al ver a su mujer subiéndose la sábana nuevamente para cubrirse la desnudez. Los niños se fueron corriendo y gritando mientras ella solo pudo echarse a reír cuando Praxis la atrapó entre sus brazos.—¿E
Capítulo cien: Los muertos regresan de la tumbaThalia había soltado el teléfono y proferido tal grito que incluso se había tapado los oídos con las manos.No quería mirar aquella masacre. No quería enfrentarse a lo que abajo aparecería en cuanto bajara la vista.Las lágrimas arrastraban su rimel llegando incluso a manchar el.blanco y pulcro vestido. Entonces escuchó algo: silencio.Había demasiado silencio, todo estaba muy calmado y con temor pero sin remedio miró hacia abajo y encontró que todo estaba bien.Sus hijos y esposo seguían vivos, todo había sido el sonido del disparo de unas bengalas.Ella tuvo la sensación de haberlo soñado todo, imaginó que tal vez no era la voz de su padre la que había oído porque estaba muerto y jamas podría llamarla por teléfono. Pero por y para su desgracia no era así.Cuando tomó de nuevo el teléfono vió que aún seguía en la línea y se puso el aparato al oído...—¿Como es posible que me hagas esto?—Te vi irte en su día y te dejé ser libre y ser
Capítulo ciento uno: A punto del infarto Praxis había pasado una noche más en vela. Su hermano le había convencido hacia tres días ya de que Thalia no se había ido porque sí, sino por algo que él averiguaría y muy pronto pero aquello no era suficiente para el griego. Nada lo era.Sentia como si la ausencia de su esposa le hubiera dejado con una estaca clavada en su pecho que día a día se hundía más y el veneno le iba quemando por dentro. Aquello acabaría matándolo.No dejaba de trazar teorías pero ninguna le gustaba más que la otra. En su cabeza no cabía la posibilidad de que se hubiera ido con otro, eso nunca. No se dejaba avasallar por esa idea castigadora. Sin embargo entendía que podía estar siendo chantajeada por algún motivo. Las cosas que ella le había dicho a él no le convencían aunque estaban grabadas en su mente como una película mala de un drama negro.Su ex estaba neutralizada, el hermano de Thalia en la cárcel y su padre muerto...¿Quién más podría ir a por ellos como p
Capítulo ciento dos: Entre la espada y la pared Los días de Thalia metida en el zulo en el que la había encerrado su padre habían llegado a su fin. Por fin había salido de allí aunque no de la mejor manera pero al menos, estaba fuera que era lo importante. Esa mañana la despertaron con un cubo de agua impactando contra su cara y el salto que esta dió fue tan fuerte que se golpeó la cabeza con el techo. El sitio era verdaderamente un zulo, no media más de metro y medio de altura, lo mínimo indispensable para ponerse de pie encorvado.—Dúchate y en el baño tienes ropa nueva y limpia, que hoy saldrás —había ordenado con desdén uno de los matones de su padre.El día de su boda, justo después de haber abandonado a su marido no le quedó más remedio que irse a merced del miserable de su progenitor. Todavía analizaba como era posible que alguien así la hubiese criado prácticamente solo y conseguido sobrevivir a su lado. No conocía ser más cruel que aquel.Thalia supo esa misma noche que nun
Capítulo ciento tres: No te daré el divorcio Praxis analizó por un segundo la situación pidiendole a su chófer que se detuviera un instante antes de llegar.No quería ponerse frente a ella tan rápido. Primero tenía que calmar su corazón porque nada más verla saltaría encima suyo para besarla y eso no era algo que pensaba que ella pudiera aceptar. Por algo se había ido y mentido. Las cosas por mucho que hubiesen pasado seis días, no podían haber cambiado tanto.Praxis tenía que ser inteligente, observar bien el comportamiento de su esposa y luego encontrar la manera de engañar a quien sea que estuviera detrás de lo que había hecho ella para ganar tiempo y poder encontrarla. Si en seis días no habian podido dar con ella muy fácil no sería. De repente una idea surcó su enloquecida mente y sacó el móvil para hacer una llamada —Faustorini —el piloto respondió al segundo tono —. Necesito que hagas algo y con máxima discreción y urgencia.—Le escucho, señor.El piloto de su helicóptero es
Capítulo ciento cuatro: Vete a los mil infiernos —¿Dime una cosa...?De repente Praxis cambiaba de actitud y Thalia le miró algo confundida. Por suerte había podido dejar el micrófono puesto en donde pudo debajo de la mesa y ya podía irse. Por mucho que le apeteciera embriagarse de la colonia de su marido, saborear el color eléctrico de sus ojos en los suyos, mirar todo ese cuerpo que tan bien conocía y comérselo a besos, sabía que estaba siendo observada y escuchada, eso le impedía cumplir sus deseos.—¿Lo que quieras?—¿Dónde están tus sortijas de matrimonio? —Me las he quitado —respondió ella haciendo un amago dudoso, no entendía nada.—Te preguntado: ¿Dónde están? No, ¿si te las has quitado porque eso salta a la vista?—No lo sé Praxis, en mi bolso supongo, en casa. No me importa dónde están, no me las pondré más —habló con palabras enredadas unas con otras, se había puesto nerviosa, no entendía la pregunta y no sabía qué decir si es que ella no se la había quitado. Todo era asu
Capítulo ciento cinco: Se me acaba la paciencia Praxis llevaba los auriculares en ambos oídos oyendo todo lo que los pilotos y sus guardias de seguridad aérea hablaban. Habían dos helicópteros volando juntos y de hecho habían avisado a la guardia aérea policial para rescatar a la Señora Stratos de confirmar situación y condición idónea para un rescate.Praxis no podía dejar que ella se quedara en algún lugar donde no estuviera a gusto y al menos comprobar que lo que ella decía no era mentira, se volvía una prioridad. Todavía podía sentir el sabor de los labios de su mujer en su boca, recordar la manera en que su lengua envolvía la suya en un silencioso gemido que por algún motivo se negaba a darle.Las pistas de que todo aquello estaba mal, eran justamente esas. Ella no podía haberse ido con otro y besarlo así, ni dejarle esas señales de agobio con únicamente su mirada.Mientras ellos volaban los aires, en el coche donde llevaban a Thalia el panorama empeoraba por momentos.—Abre la
Capítulo ciento seis: Ya tengo al culpable Thalia sentía que se había perdido algo en el camino de su propia vida. Ese desgraciado no podía haber sido tan cruel antes, tanto tanto como en ese instante tenía que haberlo sabido, haberlo visto...quizás entendido que podría ir hacia ese punto pero nunca supo nada. Se le fue todo de entre sus propias manos y ahora pagaba un alto precio.—Buen trabajo, hija querida.El viejo le señaló al cielo viendo los helicópteros alejarse y dió la orden para que los coches siguieran adelante y entonces, como si todo lo otro fuera poco...la humillaba más todavía al señalar la erección que lucía escondida entre sus ropas el guapo Owen. —Eres asqueroso —musitó ella dejándose las lagrimas en sus ojos, no le daría otra vez el gusto de verla llorar. Se mordería la lengua lo que hiciera falta pero no le daría ese placer.—Tienes que reconocer mi maestría en este caso —se vanaglorió sin pudor alguno —. Nadie pudo pensar que mi venganza seria tal que ninguno