Capítulo ciento seis: Ya tengo al culpable Thalia sentía que se había perdido algo en el camino de su propia vida. Ese desgraciado no podía haber sido tan cruel antes, tanto tanto como en ese instante tenía que haberlo sabido, haberlo visto...quizás entendido que podría ir hacia ese punto pero nunca supo nada. Se le fue todo de entre sus propias manos y ahora pagaba un alto precio.—Buen trabajo, hija querida.El viejo le señaló al cielo viendo los helicópteros alejarse y dió la orden para que los coches siguieran adelante y entonces, como si todo lo otro fuera poco...la humillaba más todavía al señalar la erección que lucía escondida entre sus ropas el guapo Owen. —Eres asqueroso —musitó ella dejándose las lagrimas en sus ojos, no le daría otra vez el gusto de verla llorar. Se mordería la lengua lo que hiciera falta pero no le daría ese placer.—Tienes que reconocer mi maestría en este caso —se vanaglorió sin pudor alguno —. Nadie pudo pensar que mi venganza seria tal que ninguno
Capítulo ciento siete: Un muerto no puede morir dos veces.Aquel hombre no conocía a Thalia ni a Praxis ni a ninguno de ellos antes de que la secuestraron...porque para wl griego aquello ya era un secuestro, un indiscutible acto de privación de la libertad de su mujer por medio de la manipulación y el chantaje. La pregunta era, ¿con qué la habían chantajeado?—¡Habla más! —exigió Praxis poniendo el cañón de su arma en la sien que aquel hombre que había provocado que no pudiese rescatar a su mujer.—No sé mucho —balbuceó nervioso, a punto de llorar —. Ella es su prisionera y nos prometió poder disfrutar de su cuerpo si hacíamos bien el trabajo.El gatillo se apretó solo.La furia del griego fue tanta que apretó el gatillo y un sonoro grito se ahogó en el eco del lugar en el que estaban. Juró por Dios que acabaría con ese viejo miserable y salvaría a su mujer.—¡Señor, deme su arma!El jefe de seguridad de Praxis le quitó el arma dejando que se calmara dando paseos en círculos. Praxis
Capítulo ciento ocho: Juntos otra vez No podía negarse que era una situación desesperada para todos.Praxis tenía que hacer incluso más de lo que podía por encontrar la paciencia de sentarse a esperar.Su asombro no pudo ser menos a superlativo al ver que una hora después sus hijos estaban bajo la protección de la Gendarmería parisina. Matthew había sacado a la parte de su familia que estaba en Francia para un piso franco del gobierno francés. El caso del padre de Thalia se había vuelto un asunto de la Interpol.Él nunca tuvo intención de dejar que su amigo asesinara a nadie. Todo había sido una estrategia para hacerlo mantenerse al margen.El equipo antibomba, una vez que los de la policía especializada les habían hecho hablar a los delincuentes, habían tomado medidas para salvaguardar a todos los Stratos. Mientras la casa de Praxis estaba siendo limpiada de artefactos explosivos, del otro lado estaban los militares preparando su intervención para sacar a Thalia de aquella situaci
Capítulo ciento nueve: La felicidad eterna ****Una semana más tarde****Praxis y Thalia apenas podían reconocerse a sí mismos después de aquel tiempo. La vida se les había sido podada de escoria y por fin los dos podían empezar a sanar sus heridas y ser felices.Una semana después de todo lo sucedido los niños volvieron a la ciudad con sus padres. Thalia empezó a preparar la mudanza sin duda alguna, ella había decidido dónde quería vivir y no hubo discusión al respecto.La morena también sacó a su hermano de la cárcel y estando su padre muerto por segunda vez para la policía quedo todo en un intento fallido de homicidio que respondió a la condena de prisión domiciliaria por un año entero y luego dos de misiones comunitarias para él. Asimismo ella decidió vender su parte de las empresas heredadas de su padre y tras darle la casa a su hermano y parte de ese dinero, lo demás lo donó a los pobres del mundo que pudo y aunque era un dinero que la asqueaba, al menos se usaría en algo bueno
Epílogo. Lo dulce de la venganza Seis meses después del nacimiento de Connan, Thalia estaba más enamorada de su marido que nunca. Ciertamente la venganza era dulce, pensó Thalia sentada en su rincón favorito de la playa fuera de la ciudad de Londres, fuera el verano brillaba dorado, recordándole a la primera vez que había estado allí, huyendo de del mundo entero y de la realidad. Pero ya no tenía de que huir, ni siquiera tenía que correr. Ahora su vida era tan placentera que amaba tomarse todo con calma y disfrutar al máximo de los pequeños momentos, de cada paso que daban sus hijos que crecían demasiado rápido, y por supuesto de los besos y las caricias de su marido.Oyó voces provenientes del exterior y su sonrisa se amplió. Las distinguía perfectamente, la de la seria y encantadora Olivia. Tenía casi siete años años y Thalia aún recordaba la impresión de su llegada y de la de su hermano gemelo Owen que venía detrás de ella siguiéndole la corriente en todo.Thalia se levantó del s
Los días con su madre para él eran como un regalo del cielo Todo parecía ir sobre ruedas. Muchos meses tomó rehabilitar el cuerpo de su madre y él estuvo ahí a su lado todo el tiempo. Samuel, el amigo de Thalia había hecho muy buenas migas con la hermosa mujer y le consiguió al mejor psiquiatra para rehabilitar su mente también y así ella salia adelante. Mientras Athos aún sentía que las mujeres y la noche eran su momento para relajarse, estar con su madre le hacia mucho bien. Ella también adoraba a sus nietos y tenia una gran relación con Thalia pero nada podía ser perfecto. Mientras Athos se dejaba influenciar por su madre para encontrar pareja a su altura, alguien ya llevaba en sus brazos el fruto de su amor. El griego no podía olvidar a la única mujer que tanto había adorado durante los meses anteriores pero la influencia de su madre, la propia vida vertiginosa de esta y el rumbo desbocado de su nueva vida le habían hecho olvidar dos cosas importantes: Habia una persona que
Capítulo 1. El precio de una vida ¡¿Qué iba a hacer?! Por Dios, estaba perdida.Lily miró los ojos azules de su bebé de apenas dos meses de nacido y supo que no tenía más alternativa que recurrir al único hombre que la podría ayudar. Volver a la tramposa necesidad de ser apoyada por su ex jefe Praxis Stratos. Solo de pensar en el verdadero apellido del padre de su hijo recién nacido en sus brazos la ponía a temblar.Pero no le pediría ayuda a él, no. A Athos no. Ella juró jamás volver a caer en sus garras afiladas que tanto daño hacían cuando se clavaban hondo en la débil carne de su orgullo herido.Ella iría a ver a Praxis Stratos que siempre había sido un caballero con ella y que además, si algo recordaba de él era su bondad. Todo lo contrario al estirado inglesito con el que tanto se perdió en la pasión que la acabó dejando sola y con su bebé. Y el de él...—¡¿Hola?!Praxis respondió al primer tono. Lily se puso tan nerviosa que farfulló en un hito:—Soy Lily, señor Stratos. Lil
Capítulo 2. ¿Favor o apuesta?—Vamos —Frank reprendió a su mejor amigo—. Tiene que haber algo que se pueda hacer, algo que desees más que ese coche. Véndemelo y te compraré lo que quieras.Una intensa hostilidad se apoderó de Athos Stratos, porque su mejor amigo lo irritaba a más no poder. El hecho de que ambos coleccionaran coches de lujo debía de ser lo único que tenían en común. Pero una negativa nunca era tal para Frank; solo servía para que este aumentara el precio. No parecía capaz de entender que no podía sobornar a Athos. Pero Frank, heredero de las legendarias minas de oro de la familia Barton e increíblemente rico, no estaba habituado a que le negaran nada ni a que lo decepcionaran, y era congénitamente incapaz de respetar los límites de la cortesía. Con una expresión sombría en su rostro fuerte y delgado, Athos miró a su amigo con sus brillantes ojos claros impasibles, gracias a años de dura autodisciplina.—No —repitió Athos en voz baja al tiempo que deseaba que volviera