Capítulo treinta y ocho. La dueña del vestido verde.—Mi hijo nació muerto, Britney — añadió Owen antes de que ella pudiera preguntar algo respecto a su confesión.—Entiendo — dijo Britney con suavidad.—No, no puedes entenderlo. Hay mucho más que eso. Hablas de que la historia se repite, Britney — se pasó la mano por la cara y Britney supo que las cosas iban a empeorar —. La noche que te vi bajando la escalera con ese vestido verde…Britney gimió. El escondite de ropa de Cosmos no era tan secreto como él pensaba y...—¿El vestido no era de tu abuela?—Sí, pero... a Sally le gustaba mucho y se lo quedó. Era su preferido.—Oh, no… no me digas que me parecía tu novia Lia — la respiración de la muchacha se convirtió en un lamento —. ¡No podría soportarlo!—No. Desde luego que no te pareces a ella, Britney. Eres mucho más… deseable. Es sólo que recordé la noche que mi novia se vistió de verde… Fue la noche de nuestra peor pelea.La mente de Britney funcionaba a toda velocidad. El vestido
Capítulo treinta y nueve. Sacar el máximo partido.Owen y Britney se besaron y durante unos largos segundos los dos se perdieron en sus paraísos particulares de sensaciones. Fue Owen el primero en volver a poner algo de orden en sus pensamientos. —Para… Britney, sólo un momento. Si esto va a ser un nuevo comienzo, entonces hay algo que debo contarte sobre Sally — quería ser sincero con su nueva esposa, pero la perspectiva de perderse entre sus brazos, apartó todo lo demás de su cabeza. —Hablar sobre ella puede esperar — murmuró Britney apoyándose en él con un suspiro.Owen la abrazó. Durante semanas se había engañado a sí mismo intentando convencerse de que no deseaba ese momento. Tomó el control y volvió a besarla de forma tan apasionada que todas sus inhibiciones se esfumaron. Había anhelado eso desde que ella escapó de su cama. No habría vuelta atrás. La tomó en sus brazos y la llevó a través de las estancias privadas hasta su dormitorio. Estaba a oscuras. Una gran ventana en un
Capítulo cuarenta. No puedo ir a un hospital.Despacio, muy despacio, Owen y Britney volvieron juntos a tierra. —Ha sido mejor de lo que hubiera soñado — murmuró Britney dentro del círculo protector de sus brazos —. He deseado tanto este momento… Oh, Owen, me gustaría ser así de feliz siempre… Britney sonrió en la oscuridad. El cuerpo y el alma le habían dolido durante años y ya sabía por qué. Toda su vida había estado encaminada a ese momento. Amar a Owen la había llevado a otro planeta. Se pasó la palma de la mano por el vientre. No había un solo centímetro de su piel que él no hubiera amado y besado con un ansia que hacía que le diera vueltas la cabeza al recordarlo. Entonces, mientras se movía entre el sueño y la vigilia, una nueva, desconocida sensación vibró bajo sus dedos. —¡Owen! El bebé. —¿Qué? — estaba casi fuera de la cama antes de que ella lo detuviera. —No te preocupes… no hay ningún problema. ¡Es sólo que me ha dado una patada! —¿Dónde? — Owen encendió una luz dir
Capítulo cuarenta y uno. Más que sexo. Britney llevó una extraña doble vida el resto del verano. Mientras Owen estaba ausente trabajando, supervisaba la maravillosa transformación de Villa Chrysafénios. Cuando estaba en casa, vivía de acuerdo con el horario de él. Owen había cancelado todos los compromisos en el extranjero que había podido. No dejaba viajar grandes distancias a Britney, pero eso a ella no le importaba. El trabajo llenaba sus días y siempre había alguna limusina a su disposición por si quería hacer alguna pequeña excursión. Antes de conocer a Owen, Britney había tenido miedo de que una relación estrecha le robara su independencia. La mezcla de estar casada con un hombre irresistible y las hormonas del embarazo le enseñó una lección diferente. Owen estaba acostumbrado a no interesarse mucho por las relaciones íntimas; además de que eran cuando él quería, pero una vez que Britney superó la fase de las náuseas matutinas, pudo permitirse el lujo de disfrutar de su rec
Capítulo cuarenta y dos. Mi bebé no. Britney se puso en pie furiosa. —No. No, Owen — negó repetidamente una y otra vez —, eso no puede estar bien. El mayordomo se acercó. —¿Quiere que le traiga otra cosa, señora Stratos? —No. El desayuno está bien, Leo, gracias. Es mi vida la que no está bien — dijo ella sin importarle nada. Owen carraspeó con clara intención, pero Britney no hizo caso —. Gracias de nuevo, Leo, creo que nos arreglamos nosotros. El mayordomo se marchó del comedor. —Trata de no perder el control delante del servicio, Britney, les molesta — Owen bebió un sorbo de café. —Tenía que decirlo. —No veo por qué. ¿Qué te disgusta de tu vida? — Owen parecía de verdad sorprendido —. Tienes lo mejor de todo. Todos tus planes para la Villa se están realizando en los plazos previstos, ya no tienes nada que hacer más que ocuparte de mi hijo y asegurar su futuro. Por cierto, he llamado para organizar una visita al hospital y que lo conozcas. Creo que una visita previa te har
Capítulo cuarenta y tres. Dos buenas razones.—No hace falta, sólo me he golpeado en la espalda. El bebé está bien — Britney volvió en sí y se soltó de las manos de Owen e intentó levantarse sin ayuda.—Pero, ¿cómo estás tú? — él le preguntó preocupado.La joven lo miró cortante. Había una auténtica preocupación en sus ojos y se reflejaba en su voz.—También estoy bien — ella sonrió aunque tenía la terrible sensación de que no era así, le seguía doliendo el golpe, pero si se lo decía la mandaría al hospital.—Entonces nos las podemos arreglar solos. Gracias a todo el mundo — Owen hizo un gesto en dirección al servicio que lo había seguido —. Vayan a preguntar a alguna de las chicas si está lista la habitación de la señora Stratos, por favor.Se quedaron los dos solos fuera de la casa. Britney miró la fachada norte. Desde allí aún parecía sombría y desnuda, pero dentro se había convertido en un hogar. Allí era donde quería que naciera su hijo.—No hace falta que te molestes por mí, Owe
Capítulo cuarenta y cuatro. Yo maté a mi novia.Owen tomó a Britney en brazos y se dirigió a la casa. —Hay algo que debo decirte, Britney — murmuró él entonces mientras subía las escaleras con cuidado —. Lo siento, pero no es una confesión fácil de hacer para mí… O para ti de escuchar…Su esposa iba a escuchar la verdad e iba a ser él quien se la dijera. Owen respiró hondo un par de veces, pero había llegado ya a la habitación y aún no había dicho nada. Entonces, pensando en que ella empezaría a preguntarle a causa de su silencio, liberó su pesadilla privada en cuanto llegaron al dormitorio.—Britney, el hecho es que yo maté a mi novia Sally. Fue culpa mía que muriera.Sintió que el cuerpo de ella se ponía rígido entre sus manos.—No puede ser.—Cómo me gustaría que no fuera así — dijo él dejándola suavemente en la cama.—¿Pero… cómo? — la voz de la joven era poco más que un susurro.Owen sentía la aprensión en la voz de Britney. Ya no había vuelta atrás. Tendría que escuchar la tris
Capítulo 1. El Precio de la libertadThalía no dejaba de observar la ciudad de Londres por la ventanilla del auto a medida que el mismo avanzaba. No quería hacerlo, pero no tenía otra opción. Su hermano estaba en problemas y como era habitual, su padre la había obligado a limpiar el desastre. Sin embargo, Christian West había llegado demasiado lejos. —Tienes que convencer a Praxis de que retire los cargos contra tu hermano —le había exigido su padre—, a como de lugar. Su destino estaba cada vez más cerca. El reloj seguía avanzando. El servicio de seguridad de Stratos había inspeccionado su coche y su persona, y enviado una foto suya a la planta ejecutiva donde, según le habían informado, la esperaban. Tenía diez minutos antes de ser considerada un riesgo para la seguridad.Había creído que jamás volvería a encontrarse con Praxis Stratos.Se alisó la falda lápiz y evitó asomarse al espejo del coche para comprobar su maquillaje por enésima vez. No tenía sentido. Iba a enfrentarse a é